“¿Qué estás dispuesto a dar para hacer una Venezuela más justa?”
Crédito: Conferencia Episcopal Venezolana. |
El 29 de enero
de 1985, hace 39 años, el Papa San Juan Pablo II partía del territorio
venezolano, ese mismo suelo que había besado a su llegada, tres días antes. Era
la primera vez que un Pontífice visitaba el país. Allí, la noche del 28 de
enero, el Papa polaco se
encontró con miles de jóvenes en el Estadio Olímpico de la Universidad
Central de Venezuela (UCV).
La economía
venezolana en la década de los 80 estuvo marcada por la caída de los precios
del petróleo a nivel mundial. Los ajustes económicos sucesivos en los gobiernos
de Luis Herrera Campíns y Jaime Lusinchi no lograron frenar la inflación y
pronto la deuda externa se hizo impagable. Los salarios cayeron y el poder
adquisitivo de los ciudadanos se debilitó considerablemente.
Empezaba a
quedar atrás la época dorada del país. La democracia venezolana, que para ese
entonces tenía casi 30 años de haberse establecido como sistema de gobierno, ya
no gozaba de la popularidad de otros tiempos y se desató un proceso de desgaste
que derivó en la llegada del chavismo, a finales de los años 90.
Es en este
contexto que San Juan Pablo II dirigió un discurso a los jóvenes congregados en
el estadio de fútbol de la UCV. Aquel día, sus palabras interpelaron
personalmente a cada uno de los presentes. Incluso hoy, el mensaje del Papa
polaco es de gran actualidad para la juventud venezolana, víctima principal de
la difícil situación que atraviesa el país desde hace dos décadas.
“Los jóvenes
venezolanos, ¿se dejarán abatir por las dificultades, o tendrán el valor de ser
cristianos de verdad y construir una sociedad más justa, más fraterna, más
acogedora y pacífica?”, preguntaba el Papa al inicio de su discurso.
Ante la
respuesta de la multitud, el Pontífice remarcó que la juventud venezolana se
encontraba viviendo “un momento histórico no exento de dificultades y
problemas”, pero señaló que la única manera de mejorar la realidad es a través
del Evangelio, con el impulso del Espíritu Santo, que “transforma al hombre, la
sociedad y la Iglesia”.
Ante aquel
complicado panorama, el Papa puso de manifiesto la tendencia natural de los
jóvenes a preguntarse sobre el verdadero sentido de la vida. Sobre esto, indicó
que la respuesta se halla dentro de cada persona, creada a imagen y semejanza
de Dios. También afirmó que se encuentra en la fe cristiana, que enseña que
todos están llamados a “un destino eterno, a ser hijos de Dios y hermanos en
Cristo”.
“Él, Cristo, es
vuestra respuesta. Él os enseña a ayudar siempre al hombre, a entregaros por
él. Esta es la palabra revelada en la Biblia. Si yo os dijera otra palabra,
traicionaría mí servicio a Dios y os traicionaría a vosotros, que tenéis
derecho a la verdad plena”, añadió.
“¿Qué estás
dispuesto a dar para hacer una Venezuela más justa?”
San Juan Pablo
II cerró su mensaje con esta pregunta. Al responder, puntualizó que la vida de
un joven no puede quedarse en el egoísmo, sino que tiene que entregarse a los
demás.
“Vuestra vida
no debe ser para vosotros solos, sino que debe ser un don, un regalo para los
demás. Poned pues vuestras cualidades al servicio de los otros, especialmente
de los más necesitados”, señaló.
Enfatizó
también que, paradójicamente, esa es la única manera de alcanzar la realización
personal y poder llegar a ser “verdaderos hijos de vuestra patria, que espera y
necesita vuestro aporte generoso, para ser más digna, más justa y acogedora”.
Por último, San
Juan Pablo II volvió a llamar a los jóvenes a buscar a Jesús y acogerlo en sus
vidas. “Él es exigente, no se contenta con la mediocridad, no admite la
indecisión. Él es el único camino hacia el Padre y el que lo sigue no camina en
tinieblas”, remarcó.
Por Andrés Henríquez
Fuente: ACI
Prensa