El séptimo mandamiento es más amplio de lo que creemos, pues solo conocemos el enunciado, y aunque parezca raro, se refiere también al trato de los animales
![]() |
Piotr Braniewski | Shutterstock |
A grandes rasgos, «el
séptimo mandamiento prohíbe tomar o retener el bien del prójimo injustamente y
perjudicar de cualquier manera al prójimo en sus bienes» (CEC
2408), pero también se enfoca en el respeto de la integridad de la
creación, a las actividades económicas, la justicia social, la solidaridad
entre las naciones y el amor a los pobres.
Qué tienen que ver los animales
Es necesario recordar que
debemos respeto a la integridad de la creación. No podemos pretender abusar de
ella, porque también fueron hechas por Dios. El Catecismo menciona que:
«Los animales son criaturas de Dios,
que los rodea de su solicitud providencial (cf Mt
6, 26). Por su simple existencia, lo bendicen y le dan gloria (cf Dn
3, 57-58). También los hombres les deben aprecio. Recuérdese con qué delicadeza
trataban a los animales san Francisco de Asís o san Felipe Neri» (2416).
Claramente entendemos que
las personas somos responsables del cuidado de la creación y que podemos usar
libremente esos bienes. Con respecto a este punto, el Catecismo continúa:
«Dios confió los animales
a la administración del que fue creado por Él a su imagen (cf Gn 2,
19-20; 9,
1-4). Por tanto, es legítimo servirse de los animales para el
alimento y la confección de vestidos. Se los puede domesticar para que ayuden
al hombre en sus trabajos y en sus ocios. Los experimentos médicos y
científicos en animales son prácticas moralmente aceptables, si se mantienen en
límites razonables y contribuyen a cuidar o salvar vidas humanas» (2417).
En el plan de Dios, el ser humano se ayuda de la creación para vivir, porque primero está la vida humana que la de cualquier otra criatura.
Entonces, ¿está mal amar a los animales?
En el mundo actual, se ha
puesto por encima de todo la vida de las mascotas y otros animales,
despreciando la de los seres humanos. Claro que se puede amar a las mascotas,
pero es necesario entender qué dice la Iglesia; revisando nuevamente el
Catecismo:
«Es contrario a la
dignidad humana hacer sufrir inútilmente a los animales y sacrificar sin
necesidad sus vidas. Es también indigno invertir en ellos
sumas que deberían remediar más bien la miseria de los hombres. Se puede amar
a los animales; pero no se puede desviar hacia ellos el afecto
debido únicamente a los seres humanos» (CEC
2418).
Es muy importante que
recordemos que la vida humana no tiene precio, ya que el mismo Hijo de Dios
pagó con su propia vida por la de nosotros. Demos a cada cosa su justo valor y
amemos a las personas como Dios nos ha amado, cuidando también del resto de la creación.
Mónica
Muñoz