La historia de la Anunciación nos recuerda cómo María concibió y dio a luz a Cristo y cómo nosotros también podemos concebirlo y darle a luz: ¡por la fe!
![]() |
Segunda predicación de Adviento para el Papa y los miembros de la Curia Romana |
“La anunciación del ángel a María, la
peregrinación de la fe de la Madre de Dios y la invitación de abrir las puertas
de nuestro corazón a Jesús”, han sido los temas centrales, la mañana de este
viernes, 22 de diciembre, de la Segunda predicación de Adviento para el Papa y
los miembros de la Curia Romana, dirigido por el cardenal Raniero Cantalamessa,
Ofm. Cap., Predicador de la Casa Pontificia.
"Bienaventurada la que ha
creído", este pasaje bíblico, tomado del Evangelio según san Lucas (1,
45), que será proclamado el IV Domingo de Adviento, ha sido el hilo conductor
de la Segunda predicación para el Papa y los miembros de la Curia Romana,
dirigido por el cardenal Raniero Cantalamessa, Ofm. Cap., Predicador de la Casa
Pontificia, la mañana de este viernes, 22 de diciembre, en el Aula Pablo VI del
Vaticano.
Después de haber presentado, el
viernes pasado, la figura del precursor Juan Bautista, hoy el Purpurado
capuchino invitó a dejarnos llevar de la mano por la Madre de Jesús para
"entrar" en el misterio de la Navidad. En este sentido, la historia
de la Anunciación, señaló el Predicador, nos recuerda cómo María concibió y dio
a luz a Cristo y cómo nosotros también podemos concebirlo y darle a luz: ¡por
la fe!
La cuestión
sobre el progreso de la fe de María
Pero, antes de explicar el misterio
de la fe de María, el cardenal Cantalamessa dijo que con ella pasó lo mismo que
con la persona de Jesús, es decir, la cuestión sobre el progreso de Jesús en el
conocimiento de la voluntad del Padre y en la obediencia a ella.
“Algo parecido, decía, se repitió,
tácitamente, para la fe de María. Se daba por sentado que ella había hecho su
acto de fe en el momento de la Anunciación y había permanecido estable en él
durante toda su vida, como quien, con su voz, ha alcanzado de repente la nota
más alta y luego la mantiene por todo el resto de la canción. Se dio una
explicación tranquilizadora para todas las palabras que parecían decir lo
contrario”.
Una nueva
dimensión de la fe de María
Al respecto, el Predicador dijo
que, el don que el Espíritu Santo hizo a la Iglesia, con la renovación de la
mariología, fue el descubrimiento de una nueva dimensión de la fe de María. “La
Madre de Dios - afirmó el Concilio Vaticano II – ‘avanzó en la peregrinación de
la fe’ (LG, 58). No creyó de una vez por todas, sino que caminó en la fe y
progresó en ella”. La afirmación fue retomada y desarrollada por San Juan Pablo
II en la encíclica Redemptoris Mater (nr.14):
“Las palabras de Isabel «Feliz la
que ha creído» no se aplican únicamente a aquel momento concreto de la
anunciación. Ciertamente la anunciación representa el momento culminante de la
fe de María a la espera de Cristo, pero es además el punto de partida, de donde
inicia todo su «camino hacia Dios», todo su camino de fe”.
María creyó,
esperando contra toda esperanza
Después de la Anunciación y de la
Navidad, señaló el cardenal Cantalamessa, por la fe María presentó al Niño al
templo, por la fe lo siguió, manteniendo un perfil bajo, en su vida pública,
por la fe estuvo bajo la cruz, por la fe esperó la su resurrección.
“Ella está allí, impotente ante el
martirio de su Hijo, pero consiente con amor. Es una réplica del drama de
Abraham, pero ¡cuánto más exigente! Con Abraham, Dios se detiene en el último
momento, pero no con ella. Acepta que su Hijo sea sacrificado, lo entrega al
Padre, con el corazón quebrantado, pero firme, fuerte en su fe. Aquí es donde
la voz de María alcanza su nota más alta. Lo que el Apóstol dice de Abraham
debe decirse de María con mucha mayor razón: María creyó, esperando contra toda
esperanza, y así llegó a ser madre de muchos pueblos”.
En ella se
cumplió lo que había creído
La renovación de la mariología
provocada por el Vaticano II debe mucho a san Agustín. Fue su autoridad la que
empujó primero a algunos teólogos y luego a la Asamblea conciliar a insertar la
discusión sobre María en la constitución de la Iglesia, la Lumen
gentium, en lugar de hacer una discusión separada sobre ella. Y es el mismo
santo de Hipona afirma sobre la fe de María, una exhortación vibrante, válida
también para nosotros:
“María creyó, y en ella se cumplió
lo que había creído. ¡Creemos también nosotros, para que lo que en ella se hizo
realidad pueda beneficiarnos también a nosotros!”.
A Dios
"se siente con el corazón y no con la razón"
Y al recodar el cuarto centenario
del nacimiento de Blaise Pascal, al cual el Santo Padre quiso recordar a la
Iglesia con su Carta Apostólica del 19 de junio, el Purpurado capuchino recordó
su frase más celebre que tiene su fundamento en la Sagrada Escritura, que nos
dice que a Dios "se siente con el corazón y no con la razón", como
afirma Pascal, por la sencilla razón de que "Dios es amor" y el amor
no se percibe con el intelecto, sino con el corazón.
“Es cierto que Dios es también
verdad (“Dios es luz”, escribe Juan en su Primera Carta) y la verdad se percibe
con el intelecto; pero si bien el amor presupone conocimiento, el conocimiento
no presupone necesariamente el amor. ¡No se puede amar sin conocer, pero sí se
puede conocer sin amar! Lo sabe bien una civilización como la nuestra,
orgullosa de haber inventado la inteligencia artificial, pero tan pobre en amor
y compasión”.
"Fe y
Razón"
Ante el pensamiento secular y
teológico de los últimos tres siglos, el cardenal Cantalamessa dijo que el
mundo ha seguido más a Descartes que a Pascal y la consecuencia fue que el
racionalismo dominó y dictó la ley, antes de llegar al nihilismo actual. Todos
los discursos y debates que tienen lugar, incluso hoy, se centran en "Fe y
Razón", nunca, que yo sepa dijo el Purpurado, en "Fe y corazón",
ni en "Fe y voluntad".
“A menudo se cita a Pascal en
relación con el “riesgo calculado” o la apuesta rentable. En la incertidumbre,
escribe, apuesta por la existencia de Dios, porque "si ganas lo has ganado
todo, si pierdes no has perdido nada". Pero el verdadero riesgo de la fe –
él mismo lo sabe también- es otro: es el de poner a Jesucristo entre
paréntesis. ¡Un riesgo de larga data!”.
¡Vuelve a tú
corazón!
Volvamos ahora a las palabras de
Pascal sobre Dios que "se siente con el corazón". Ya no para hacerlo
objeto de consideraciones históricas y teológicas, sino para tomar nuestra
decisión personal y práctica.
“¡Vuelve a tu corazón!... Vuelve de
tus andanzas que te han extraviado; vuelve al Señor. Él está listo. Vuelve
primero a tu corazón, tú que te has vuelto extraño a fuerza de vagar afuera:
¡no te conoces a ti mismo y buscas a quien te creó! Regresa, regresa al
corazón, despégate del cuerpo... Regresa al corazón: allí examina lo que tal
vez percibes de Dios, porque allí se encuentra la imagen de Dios; Cristo habita
en la interioridad del hombre”.
Greccio 1223
La Navidad de este año, indicó el
cardenal Cantalamessa, marca el octavo centenario de la primera creación del
belén en Greccio. Es el primero de tres centenarios franciscanos: A él seguirá,
en 2024, el centenario los estigmas del santo y, en 2026, él de su muerte. Esta
circunstancia también puede ayudarnos a volver al corazón. Su primer biógrafo,
Tommaso de Celano, relata las palabras con las que el Poverello explicó su
iniciativa:
“Me gustaría, dijo, representar al
Niño nacido en Belén, y de alguna manera ver con los ojos de mi cuerpo las
dificultades en las que se encontró por la falta de las cosas necesarias para
un recién nacido, cómo lo colocaron en una cuna y cómo yació entre el buey y el
asno”.
Abramos la
puerta de nuestro corazón a Jesús
Lamentablemente, con el paso del
tiempo, el belén se ha alejado de lo que representaba para Francisco. A menudo
se ha convertido en una forma de arte o espectáculo cuyo entorno externo se
admira más que su significado místico. Aun así, sin embargo, cumple su función
de signo y sería una tontería renunciar a él.
“El belén es, por tanto, una
tradición útil y hermosa, pero no podemos conformarnos con los tradicionales
belenes exteriores. Debemos montar un belén diferente para Jesús, un belén del
corazón. Corde creditur: con el corazón se cree. Christum habitare per fidem in
cordibus vestris: “que Cristo, por la fe, venga a habitar en vuestros
corazones”, escribe el Apóstol a los Efesios (Ef 3,17). María y su Esposo
continúan, místicamente, llamando a las puertas, como lo hicieron aquella noche
en Belén”.
Esta no es una
hermosa ficción poética
Finalmente, el cardenal
Cantalamessa dijo que, en nuestro corazón hay lugar para muchos invitados, pero
para un solo dueño. Hacer nacer a Jesús significa dejar morir nuestro
"yo", o al menos renovar la decisión de no vivir ya para nosotros
mismos, sino para Aquel que nació, murió y resucitó por nosotros" (cf. Rom
14, 7-9).
“Donde nace Dios, el hombre muere,
fue el slogan de un cierto existencialismo ateo. ¡Es verdad! Sin embargo, el
que muere es “el hombre viejo”, corrompido y destinado, en cualquier caso, a
terminar en la muerte, y el que nace es el hombre nuevo, “creado en la justicia
y la verdadera santidad", destinado a vivir para la eternidad. Es una
empresa que no terminará con la Navidad, pero sí que puede comenzar con ella”.
Antes de
desearles una Feliz Navidad, el Predicador de la Casa Pontificia encomendó a la
Madre de Dios, quien "concibió a Cristo en su corazón antes que en su
cuerpo", nos ayude a realizar este propósito. “Feliz cumpleaños a Jesús; y
a todos ustedes: Santo -y amado- Padre Papa Francisco, venerados Padres,
hermanos y hermanas: ¡Feliz Navidad!”.
Vatican News