"El Evangelio pide abrir el corazón"
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La catequesis de la audiencia general de hoy
concluye el ciclo de reflexiones sobre la pasión por la evangelización.
Comentando el milagro de Jesús que devuelve el habla y la audición a un
sordomudo, Francisco dice que la palabra "ábrete" dirigida a aquel
hombre es repetida por Cristo a todo creyente: "Preguntémonos, ¿queremos
ser testigos o nos contentamos con ser discípulos?"
"La pasión por el anuncio del
Evangelio afecta a todo cristiano": este es el mensaje central de la
catequesis del Papa Francisco en la audiencia general de este miércoles en el
Aula Pablo VI, que concluye la larga serie de reflexiones sobre la pasión por
la evangelización o celo apostólico. El pasaje evangélico escuchado narra cómo
Jesús cura a un sordomudo pronunciando sobre él la palabra "efatá".
El milagro tiene lugar en una zona habitada principalmente por paganos.
“Lo separó de
la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su
saliva le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y
dijo: Efatá", que significa "¡Ábrete!". Y enseguida se abrieron
sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente. (Mc 7, 33-35)”
El Evangelio
necesita de cada uno de nosotros
El Papa recordó que en la Biblia el
mutismo y la sordera indican "cerrazón a las llamadas de Dios", que
hay una sordera física, pero que "en la Biblia lo que es sordo a la
Palabra de Dios es mudo, porque no habla la Palabra de Dios". La
invitación del Maestro a abrirse se dirige a sus discípulos en arameo, pero la
repite a los discípulos de todos los tiempos, y también a cada uno de nosotros
"que hemos recibido la efatá del Espíritu en el Bautismo". Continúa
el Papa:
"Ábrete", dice Jesús a
cada creyente y a su Iglesia: ¡ábrete porque el mensaje del Evangelio tiene
necesidad de ti para ser testimoniado y anunciado! Y esto nos hace pensar
también en la actitud del cristiano: el cristiano debe estar abierto a la
Palabra de Dios y al servicio de los demás. Los cristianos cerrados acaban mal,
siempre, porque no son cristianos, son ideólogos, ideólogos de la cerrazón. El
cristiano debe estar abierto: en el anuncio de la Palabra, en la acogida a los
hermanos. Y por esto, esta "efatá", este "abrirse", a
abrirse, es una invitación a todos nosotros.
¿Realmente
amamos tanto al Señor que queremos anunciarlo?
El Papa ha recordado que Jesús, al
final de los Evangelios, nos entrega "su deseo misionero: vayan más allá,
vayan a pastorear, vayan a predicar el Evangelio". Y concluyó su reflexión
invitando a todos a sentirse llamados a testimoniar y anunciar el Evangelio y a
interrogarse sobre la propia disponibilidad para hacerlo.
Hagámonos también nosotros esta
pregunta, que cada uno de nosotros se haga esta pregunta: ¿amo realmente al
Señor, hasta el punto de querer anunciarlo? ¿Quiero convertirme en su testigo o
me contento con ser su discípulo? ¿Tomo en el corazón a las personas que
encuentro, las llevo a Jesús en la oración? ¿Quiero hacer algo para que la
alegría del Evangelio, que ha transformado mi vida, haga también más bella la
suya?
Hoy, como el
pasado miércoles, al término de la audiencia general, el Papa Francisco se
dirigió a la Plaza de San Pedro, a través del Arco de las Campanas, para
contemplar de cerca el árbol de Navidad y el belén instalados en la plaza y
cuya inauguración tuvo lugar el pasado sábado.
Adriana Masotti - Ciudad del Vaticano
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