El religioso bilbaíno habla a Creo TV de los orígenes del Hogar Nazaret y sus próximos proyectos
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P. Ignacio María Doñoro fundó el Hogar Nazaret en Perú. Dominio público |
Una lucha que tiene sus
militantes de primera línea como el protagonista de la cinta, Tim Ballard. En
su misma trinchera se encuentra precisamente un sacerdote con amplia experiencia militar, que ha plasmado
sus vivencias en libros como El
fuego de María.
Se trata del padre Ignacio María Doñoro,
sacerdote bilbaíno que ejerció durante años como capellán castrense y que nunca
tuvo miedo de arriesgar su vida por defender a los más pequeños.
Es conocido el episodio
en el que se hizo pasar
como traficante para salvar la vida de Manuel. Fue en El Salvador, cuando
supo que el joven de 14 años iba a ser vendido por 21 euros a traficantes de
órganos. Él identificó a la familia, les ofreció más dinero y se
convirtió en una de las primeras -y muchas- vidas salvadas por el capellán. Hoy
se cuentan por miles.
"En unas décimas
de segundo me di cuenta de que aquello era el tren que pasa una vez por tu vida, que o lo tomas o lo
dejas", declaró hace algunos meses.
El tren que decidió
coger le ha llevado casi hasta la misma muerte, lo que narra en uno de sus
últimos libros, El secreto es Jesús,
que actualmente promociona.
Entrevistado por Álex
Navajas para El Buscador, de CREO
TV, relató otros episodios de cómo sufrió en sus carnes el
precio a pagar por llevar la luz del Evangelio y la caridad a niños que viven
en el infierno.
Se encontraba en Puerto
Maldonado, en Perú, levantando uno de los primeros capítulos de lo que más tarde
sería una extensa obra llamada Hogar
Nazaret. El apostolado, dedicado al rescate de niños de los narcos que les obligaban a
trabajar en la minería ilegal, debía ser eliminado. Cada vez rescataba
a más víctimas.
"Si moría, debía hacerlo perdonando"
Recuerda que estaba en
su casa, como una noche cualquiera, cuando aparecieron los sicarios.
"Me pusieron tres pistolas en la
cabeza, me dieron una soberana paliza y me ataron de pies y manos",
recuerda. En un principio, trató de defenderse. Pensó que puestos a morir, lo
haría "rabiando" y lamentando no tener una pistola ante las amenazas.
Pero en medio de un dolor creciente que pronto lo llevaría a la práctica
pérdida de la conciencia, recordó que si moría, "debía hacerlo perdonando".
"En esa situación,
en medio del dolor, en la pérdida del conocimiento, sentí un gozo y hasta el perdón, dando gracias a Dios.
Cuando unos sicarios se han tomado tantas molestias en poner precio a mi
cabeza, algo bueno habríamos hecho", pensó.
El sacerdote pensó que
si no reaccionaba, le darían por muerto. Solo eso podría explicar por qué no lo
remataron, a lo que ni el policía encontró una respuesta. "No era una
advertencia", confirmó el sacerdote.
Precisamente Puerto
Maldonado vio temblar su status quo criminal cuando el sacerdote fundó uno de
sus hogares de rescate en una gran casa en medio de una plaza, rodeada de
prostíbulos.
Pero los traficantes no fallarían una
segunda vez. Doñoro sabía que no podía permanecer ahí con vida.
"El secreto es Jesús"
Así, tras ser
reconstruido y recuperarse de una paliza cuyas secuelas aún hoy perduran, fundó
como tal el Hogar Nazaret en 2022, en la prelatura de la Amazonia peruana de
Moyobamba, uno de los principales focos productores de droga y exploración.
Hoy, su hogar acoge a más de 300 niños.
Muchos acuden por el boca a boca, otros gracias a la propia prelatura,
pero prácticamente todos tienen una cosa en común: sus casos, dice, "son de
auténtica película, de los que saldrían en los telediarios".
Muchos llegan desfigurados, en deplorables
condiciones a consecuencia de los malos tratos, los parásitos y enfermedades y "por
su puesto", sin bautizar ni escolarizar. Por eso explica cómo auténticos
milagros el poder ver como cada niño "cambia", creciendo de una forma
"irreconocible".
Como se lee
precisamente en su libro, explica que "el secreto" de su apostolado "es Jesús".
También la Virgen, la capilla que preside el Hogar y la oración de los jóvenes
que alberga.
"Mirar con los ojos del Señor, sin juzgar"
También es crucial
"el perdón" y "mirar como lo haría Jesús". Algo que
ejemplifica con un pequeño tocayo suyo, de dos meses, cuya familia le había arrojado al canal, esperando que muriese.
Cuando se enteró, al
sacerdote no le detuvo que a aquella zona no entrase ni la misma policía. Él
solo se acercó a una de las responsables del intento de matar al bebé, mientras
suplicaba en sus oraciones "poder
mirarles con los ojos del Señor, sin juzgarles".
-Si Jesús viniera aquí,
¿qué haría?, le preguntó.
-Ayudar.
-Y eso es lo que he
venido a hacer.
Hoy, el pequeño tiene 7 años y Doñoro
habla de él como "el rey de la casa". Y como las buenas noticias
nunca vienen solas, la madre del niño acabó confesando que tenía otro hijo de 9
años en la montaña, Álex. Sufría una enfermedad similar a la lepra. Fue otro
"ángel" al que Doñoro pudo sanar, y que mostró que "cuando no
juzgas a la persona, le das una oportunidad para amar".
"Un cortijo andaluz" en Perú, paraíso de las víctimas
Actualmente, el Hogar
Nazaret es un gigantesco "cortijo andaluz" que no para de crecer, tanto en
huéspedes correteando, sanando y aprendiendo como en proyectos.
El más pequeño es Bryan, de un año y siete meses,
y el mayor, un joven de 22 que de ser atendido en el Hogar Nazaret ha pasado a
enseñar a otros de los niños como profesor.
Ayuda
al Hogar Nazaret
A esta iniciativa se
suman otras para darle continuidad, como es el convenio con un colegio público de
gestión privada, el Corazón Inmaculado de María, que se complementa con una escuela de fútbol con
"muchísimo tirón".
"Los niños -más de
cien- se levantan a las 5:30 de la mañana, hacen cien flexiones, media hora de
adoración, desayunan como salvajes y se van al colegio", explica.
También tienen en
proceso de construcción una réplica
del santuario del Rocío, que contrasta con la selva y las chabolas que lo
rodean.
Entre otros proyectos
en marcha, se encuentra el de terminar este último y la escuela de fútbol,
edificar dos colegios y nuevos alojamientos para más de cien niños y la gran
"apuesta", el Hogar
Nazaret Santa Teresa de Calcuta. Se trata de un vasto terreno de decenas de
hectáreas con las que Doñoro pretende "asegurar la sostenibilidad" del Hogar y que este pueda
ser autosuficiente para el abastecimiento de alimentos. Entre risas, menciona
que "no tienen móvil ni televisión, pero que ninguno se ha muerto"
por ello.
En el horizonte de los
sueños se encuentra la de levantar una universidad que permita a los cientos de niños que
entran en el Hogar Nazaret disponer de una titulación universitaria.
Un aspecto que, matiza
Doñoro, aunque es importante, no es el fin del Hogar.
"Los niños me llaman `papá´ y yo
quiero que vayan al Cielo. Siempre les digo que lo que más quiero es que
vayamos todos. Al principio me chocó bastante esto de aceptar ser padre. Pero
somos una familia sobrenatural, que llevamos la misma sangre, la de Cristo que
nos une, y la misma madre, que es la Virgen", concluye.
J. M. C,
Fuente: ReL