Francisco intervino este 25 de agosto por videoconferencia en la Jornada de la Juventud Rusa que se inauguró hace tres días en San Petersburgo
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X Encuentro nacional de jóvenes católicos en San Petersburgo, Rusia |
A los
participantes reunidos en la Basílica de Santa Catalina de la ciudad rusa, les
invitó a ser "sembradores de semillas de reconciliación, pequeñas semillas
que en este invierno de guerra no brotarán de momento en la tierra helada, sino
que florecerán en una futura primavera".
Casi 2500 kilómetros en línea recta, pero no fueron
obstáculo para estar "un poco juntos". Durante algo más de una hora,
el Papa Francisco interactuó a distancia con unos 400 chicos y chicas que
participan en el X encuentro nacional de jóvenes católicos de Rusia, en San
Petersburgo, hasta el 27 de agosto.
Encontrarse unidos bajo el manto de la
Iglesia universal
La riqueza de estas jornadas, que se celebran desde el
año 2000, organizadas este año por primera vez en San Petersburgo, es grande,
algunos participantes han tenido que recorrer incluso 9.000 kilómetros para
llegar hasta allí: Estamos aquí reunidos procedentes de 54 ciudades de la
Federación, desde Kaliningrado hasta Vladivostok, pero gracias a la tecnología
"podemos abrazarnos en el Espíritu que se nos ha dado, como el abrazo de
María a Isabel", dice monseñor Paolo Pezzi, arzobispo de la Madre de Dios
de Moscú, en su saludo introductorio. Este encuentro es una de las pocas
ocasiones de conocerse, de compartir testimonios de fe; la comunicación con el
Papa aporta una alegría especial, señala al principio, porque se puede
experimentar no sólo la unidad dentro de la Iglesia local, sino también la
unidad con la Iglesia universal.
Sustituir los miedos por sueños
Dirigiéndose a los jóvenes rusos, tras escuchar los
dos testimonios de Alexander y Varvara, el Papa retomó tres ideas en torno al lema de la JMJ de Lisboa,
"María se levantó y se fue deprisa" (Lc 1,39), para que puedan, dice,
seguir trabajándolo.
“Deseo para ustedes, jóvenes rusos, la vocación de ser
artesanos de la paz en medio de tantos conflictos, en medio de tantas
polarizaciones que hay de todos lados, que acechan nuestro mundo. Los invito a
ser sembradores de semillas, de semillas de reconciliación, pequeñas semillas
que en este invierno de guerra no brotarán por el momento en la tierra helada,
pero en una primavera futura van a florecer. Como dije en Lisboa: tengan la
valentía de sustituir los miedos por los sueños. Sustituir los miedos por los
sueños. Sustituyan los miedos por los sueños. No sean administradores de miedos
sino emprendedores de sueños. ¡Dense el lujo de soñar a la grande!”
Francisco retoma el episodio del encuentro entre María
e Isabel. Recuerda que el Señor llama por el nombre, ante los talentos que
tenemos, ante nuestros méritos, "ante nuestras tinieblas y heridas".
Recuerda que estas dos mujeres "se convierten en testigos de la fuerza
transformadora de Dios", recuerda la prisa de María por contagiar su
alegría.
“Cuando Dios llama, no podemos quedarnos sentados.
Levantarnos y con prisa, porque el mundo, el hermano, el que sufre, el que está
al lado y no conoce la esperanza de Dios necesita recibirlo, necesita recibir
la alegría de Dios. Me levanto con prisa para llevar la alegría de Dios”.
El amor de Dios es para todos
El Papa destaca en su discurso que " el
amor de Dios es para todos y la Iglesia es de todos”, y exhorta a recordar
el Evangelio donde se narra la invitación del dueño del banquete en la
encrucijada a llevar el Evangelio a todos: “Esto quería decir Jesús: todos,
todos, todos”
“La Iglesia es una madre amorosa, porque es la casa de
los amados y es la casa de los llamados. ¡Cuántas heridas, cuánta desesperanza
se pueden curar donde uno se pueda sentir recibido! Y la Iglesia nos recibe.
Por eso, sueño con una Iglesia donde ninguno sobra, donde ninguno está de más.
Por favor, que la Iglesia no sea una “aduana” para seleccionar a quienes entran
y a quienes no. No, todos, todos. La entrada es libre. Y después que cada uno
sienta la invitación de Jesús a seguirlo, a ver cómo está delante de Dios; y
para este viaje están las enseñanzas y los Sacramentos”.
Jóvenes y mayores se abren a los demás
También aquí el Papa retoma la idea que le es tan querida
del diálogo entre jóvenes y ancianos y la importancia del traspaso de
experiencias que debe producirse. Vuelve al encuentro entre María e Isabel, que
es el sueño. Nos invita a ser "constructores de puentes entre
generaciones, reconociendo los sueños" de los predecesores, de los
abuelos. "La alianza entre generaciones mantiene viva la historia y la
cultura de un pueblo". Insiste en la importancia de ser "signo de
esperanza, signo paz y alegría, como María". Imitando su humildad,
"ustedes también", dice, "pueden cambiar la historia en la que
vives".
“Así los ancianos sueñan con tantas cosas: la
democracia, la unidad de las naciones…; los jóvenes profetizan, son llamados a
ser artesanos del ambiente y de la paz. Isabel, con la sabiduría de los años
-era vieja-, fortalece a María, que era joven y estaba llena de gracia, guiada
por el Espíritu”.
Alexander, de satanista a seminarista:
sólo Cristo libra de las tinieblas
El testimonio de Alexander Baranov, de 34 años, es el
de un antiguo satanista, que participó en rituales ocultistas hasta hace una
década. Después, la entrada en el seminario y el camino de discernimiento hacia
el sacerdocio. Lo más importante, explica, es sacar a la gente de la oscuridad,
de lo contrario el resto del esfuerzo por hacer la Iglesia más
"atractiva" es en vano. El miedo, el dolor de la pérdida, la
experiencia de la propia debilidad, la violencia vivida, los traumas pueden ser
algunas de las causas de esa deriva, observa Alexander. Condiciones de las que
puede surgir un sentimiento de indignidad de la felicidad que puede conducir al
odio. Menciona el recurso a la superstición por parte de muchos, incluidos los
jóvenes. Deberíamos hablar, señala, de cómo Cristo muestra que, a pesar de
nuestra debilidad y negatividad, somos dignos de vida, salvación y amor.
"Me parece que esta experiencia liberadora es más importante que todos
nuestros planes sobre cómo llevar a la gente a Cristo. Es más importante que
todas nuestras disputas sobre la forma de la liturgia, las iglesias, los edificios,
el papel de ciertas personas en la Iglesia. Porque todo esto -concluye- no es
capaz ni de atraer ni de salvar. Es Cristo quien realmente cura, quien
realmente conduce de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida, de Satanás
a sí mismo y al Padre".
Varvara: la fe y la Iglesia ayudan en
los sacrificios diarios
Varvara Molotilova es la segunda de ocho hermanos.
Cuenta al Papa cómo se vive y se transmite la fe católica en su familia. Sus
padres se casaron por la Iglesia gracias a la comunidad nacida en los Urales,
donde servía el padre Yaroslav, decano de la parroquia de Ekaterimburgo.
Varvara cuenta que su fe, aunque nació en el seno de su familia, fue entonces
una elección libre. Ensalza el amor de sus padres que, como pareja creyente,
enseñan humildad, paciencia y dignidad para afrontar los sacrificios
cotidianos, gracias al apoyo de la Iglesia.
El estilo de las jornadas de los
católicos rusos
El encuentro nacional que se está celebrando en San
Petersburgo continúa hasta el 27 de agosto e incluye catequesis cada mañana en
grupos de 25-30 personas en distintos lugares de la ciudad, basadas en el
modelo y los temas de Lisboa: ecología integral, amistad social, misericordia
de Dios. La dinámica consiste en poner en práctica el método sinodal con los
jóvenes, para que experimenten el sentido de la comunión, la participación y la
misión. Los jóvenes rusos están acompañados por sacerdotes, religiosos y
religiosas responsables de la pastoral juvenil y por los cinco obispos: Paul
Pezzi, metropolita de la archidiócesis de la Madre de Dios de Moscú, y el
auxiliar Nikolai Dubinin; Clemens Pickel, de la diócesis de San Clemente de
Sarátov; Joseph Werth, de la diócesis de la Transfiguración de Novosibirsk;
Kirill Klimovich, de la diócesis de San José de Irkutsk. También hay
estudiantes extranjeros residentes en Rusia, procedentes de Armenia,
Azerbaiyán, India, Colombia y otros países. Por las tardes, se reúnen en tres
parroquias distintas de la ciudad, donde celebran juntos la liturgia. El jueves
24 de agosto se celebró una jornada vocacional en la que representantes de
distintas comunidades monásticas y juveniles les hablaron de su ministerio.
Antonella Palermo - Ciudad del Vaticano
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