A lo largo de la historia hay una larga lista de santos y beatos católicos que murieron por odio a la fe a causa de la violencia terrorista.
Dominio público |
Con
motivo del Día Internacional de Conmemoración y Homenaje a las Víctimas del
Terrorismo, el 21 de agosto, les presentamos a 22 beatos mártires que
murieron víctimas del terrorismo y odio a la fe católica:
Sor
María Agustina Rivas López, conocida como “Aguchita”, fue una religiosa peruana
mártir de la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, que
fue asesinada en 1990 por Sendero Luminoso, una de las más sanguinarias
organizaciones terroristas del siglo XX que causó miles de muertes en el Perú.
Un
joven terrorista de 17 años la mató con cinco disparos. Se le acusó de hablar
con los asháninkas, una comunidad nativa que rechazaba a Sendero Luminoso, y de
ayudar a los pobres de la localidad de La Florida, Junín, en la selva central
del Perú.
El
P. Miguel Tomaszek y P. Zbigniew Strzalkowski pertenecían a la Orden de Frailes
Menores Conventuales de Polonia y fueron asesinados en Perú por el grupo
terrorista marxista Sendero Luminoso en 1991.
Los
sacerdotes sirvieron en Pariacoto, en la sierra norte de Perú. Allí educaron a
los niños y jóvenes, enseñaron agricultura y a construir carreteras a las
comunidades, y asistieron a los enfermos, en especial, en la epidemia de cólera
que golpeó el país en 1991.
El
9 de agosto, los terroristas secuestraron a los sacerdotes de la casa
parroquial y los llevaron al cementerio, donde los asesinaron por odio a la fe:
Al P. Miguel le dispararon en la nuca y al otro en la espalda. Abimael Guzmán,
fundador de Sendero Luminoso, admitió que él ordenó la ejecución.
Fue
un sacerdote italiano de la Comunidad Misionera Paradisso que murió asesinado a
manos de Sendero Luminoso, días después del martirio de los beatos mártires
polacos.
En
1980, el sacerdote inició su servicio como misionero en el pueblo de Santa,
cerca de Chimbote (Perú), que tenía presencia activa de los terroristas. Allí,
evangelizó y alfabetizó a la población, promovió la revalorización de la
mujer, construyó capillas y ayudó en obras de construcción a los campesinos.
Su
labor no era bien vista por el grupo terrorista de ideología marxista,
leninista, maoísta, pues no le permitía sembrar su “odio de clases” entre los
pobladores.
Luego
de la muerte de los sacerdotes mártires polacos, el P. Dordi dijo en su última
Misa que los terroristas lo habían amenazado de muerte. “El tercero soy yo”,
dijo a sus tres acólitos. El 25 de agosto de 1991, los terroristas lo
secuestraron en Vinzos, y lo asesinaron con tres balazos en la cabeza.
El
sacerdote dominico nació en Argelia en 1938, durante la dominación francesa del
país. En 1981 fue nombrado Obispo de Orán (Argelia), donde sirvió hasta que fue
asesinado por terroristas islámicos en la guerra civil en Argelia de los años
90.
El
Prelado era un gran conocedor del Islam y luchó por acercar a cristianos y
musulmanes, se opuso a la violencia y trabajó por la paz. Por esta razón, los
extremistas lo asesinaron junto a su chofer en la entrada del obispado con un
ataque bomba el 1 de agosto de 1996.
El
P. Christian de Chergé, superior del Monasterio de Nuestra Señora del Atlas en
Tibhirine, (Argelia) murió asesinado junto a otros seis monjes trapenses:
Bruno, Christophe, Celestin, Luc, Paul y Michel, a manos de terroristas
islámicos durante la guerra civil en el país en la década de 1990.
Los siete
monjes trapenses tenían entre 45 y 82 años, y ofrecían servicio médico a los
pobres en el monasterio. Pese a que los terroristas comenzaron a perseguir
extranjeros, en especial franceses, y a los cristianos, los monjes decidieron
quedarse a servir a su pueblo.
En 1996, los
terroristas islámicos los secuestraron y meses después, anunciaron que los degollaron.
El asesinato es considerado uno de los más sangrientos de la guerra en el país,
pues sus cabezas aparecieron el 30 de mayo de ese año, pero sus cuerpos no se
encontraron nunca.
Los
extremistas también asesinaron a 10 personas que dieron su vida por la
fe en Argelia, entre ellos, las misioneras agustinas españolas Caridad
Álvarez y Esther Paniagua.
Por Cynthia
Pérez
Fuente: ACI