La siguen más de 60.000 personas en todos sus perfiles. Tantas almas como habitantes hay en Ávila o Segovia.
Foto cedida por Sor Marta. Dominio público |
Los 30 es la edad a la que los jóvenes europeos se van de casa. Ella, sin embargo, acaba de realizar la profesión solemne, el último paso para su incorporación definitiva como monja benedictina.
Desde el pasado 20 de mayo,
la joven pertenece para siempre a la Orden de San Benito, una consagración que
conoció durante una visita al monasterio de Leyre (Navarra) en el transcurso de
unas vacaciones familiares. «Me encantó aquel lugar, la paz que transmitía, así
que me compré allí la Regla de San Benito y me la leí entera», explica la joven
en conversación con Alfa y Omega.
En la obra González encontró «una
vida que me atraía poderosamente», así que tecleó en Google «benedictinas en España» y apareció, el primero,
el monasterio de
la Santa Cruz, situado en Sahagún (León), donde entró por
primera vez con 17 años. «Pasé un día entero con ellas», recuerda.
Posteriormente, hizo una experiencia de otras dos semanas más, «y ya después
quedó fijada mi entrada en la comunidad para el 22 de agosto de 2014».
Por aquel entonces, Marta tenía 18
años y algunos prejuicios en su cabeza. «Me generaba cierto miedo que las
hermanas pudieran ser poco dinámicas, sosas o incluso serias», explica. Pero
bastó un solo partido de fútbol, durante la hora de recreo, para que se diera
cuenta de su error. «Todavía tenemos guardado el balón», asegura, pero «ahora
preferimos charlar, ver alguna película o sacar algún juego». No obstante, el
esparcimiento no es la principal actividad de la comunidad, que está formada
por siete hermanas. «Intercalamos la oración con el trabajo y los momentos
distendidos». Las religiosas, por ejemplo, se levantan a las 06:00 horas. y,
tras asesarse, rezan maitines, hacen oración personal y participan en la
Eucaristía.
60.000 almas en redes sociales
La joven también confiesa haberse
equivocado con el carácter de las religiosas. «Lógicamente, hay hermanas que
son más serias, pero las hay también alegres o movidas. No hay un patrón
establecido. Aquí cada una es de su padre y de su madre», detalla. En ella se
intuye un carácter más bien reservado. Durante la entrevista, no se explaya.
Utiliza las palabras justas. Ni una más. Nadie diría, a priori, que tiene una legión de seguidores en las
redes sociales y que, además de benedictina, es youtuber y tiktokera.
La siguen más de 60.000 personas en todos sus perfiles. Tantas almas como habitantes
hay en Ávila o Segovia.
Su objetivo en el continente digital es «dar a conocer la vida religiosa» y mostrar «esa otra cara más fresca que también forma parte de este estilo de vida», pero «nunca me imaginé que tendría tanto éxito», confiesa. Lo tiene. De hecho, la retransmisión en YouTube de su profesión solemne —una Misa de más de una hora y media— fue seguida por más de 10.000 personas. Otros vídeos, como en el que cuenta el día a día de una religiosa joven en un convento o en el que habla de los sacerdotes casados, tienen 47.000 y 58.0000 visualizaciones respectivamente. «Algunos habrán accedido al vídeo por curiosidad, al ver tantas visitas, pero es verdad que, de alguna forma, revela que no todo está perdido y que todavía hay interés por la vida religiosa», concluye.
José
Calderero de Aldecoa
Fuente:
Alfa y Omega