Estas torpes esculturas de pared son tan conmovedoras e inspiradoras como cualquier obra maestra de Caravaggio.
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fot. Adam Cyra, Państwowe Muzeum Auschwitz-Birkenau | Google Arts & Culture. Dominio público |
Sin
embargo, las obras de arte más famosas y preciadas palidecen en comparación con
un simple grabado en la pared de un campo de prisioneros nazi. Aunque no hay
color y poca definición, la pieza fue grabada en el momento más desesperado del
artista.
La
obra expresa esperanza y una confianza en Cristo que se opone al terror y la
desesperación que infundían los campos de concentración.
En
el infame campo de prisioneros de la Segunda Guerra Mundial, Auschwitz, no
faltan historias inspiradoras sobre la perseverancia católica frente a la
persecución. Fue allí donde San Maximiliano Kolbe se sacrificó para salvar a un
judío, que sobrevivió al cautiverio y asistió a la beatificación de Kolbe.
El
ejemplo de San Maximiliano Kolbe ha inspirado e inspirará devoción durante
generaciones.
Los grabados
Muy
cerca de la celda donde san Maximiliano Kolbe encontró su destino, encontramos
aún otro ejemplo de la perseverancia de la fe católica. Allí, en la celda 21 de
la prisión, hay dos imágenes: El Sacratísimo Corazón de Jesús y la Crucifixión.
Sor Kathy DeVico, abadesa del monasterio de Redwoods,
identifica al artista como Stephan Jasienski, subteniente de las Fuerzas
Armadas de Polonia. Jasienski, un prisionero de guerra, talló
estas imágenes con sus propias uñas. Murió en Auschwitz en
1944, pero su proclamación de fe permanece en la pared hasta el día de hoy.
Sobre
el artista, la abadesa DeVico escribió:
¿Qué impidió que el
corazón de Stephan se endureciera de amargura? ¿Qué le impidió «odiar» a sus
enemigos? Claramente, su oración, su objetivo, mientras estaba sentado en su
celda de la prisión dibujando esta imagen con sus uñas, era que su corazón se
volviera como el corazón de Cristo. «El corazón de Jesús representa nuestro
corazón más verdadero» … quizás Stephan encontró su corazón a través del
corazón de Cristo.
J.P. Mauro
Fuente: Aleteia