La misa impactó a David Gardner y llevó a su conversión y la de su familia
![]() |
Juliet y David Gardner flanquean a su hijo Tyler. Dominio público |
Es el caso de David Gardner, de
Rochester (Míchigan, EEUU): encontró una iglesia abierta, entró, se sintió
atraído... y unos meses después se hacía católico, y atraía con él a la Iglesia
a toda su familia. Ha contado su historia en el Detroit Catholic.
Creyente, pero desconectado
David Gardner fue durante su
juventud a una iglesia evangélica no denominacional. Allí conoció a Juliet,
que sería su esposa. Juliet fue bautizada como católica maronita, un rito
católico oriental muy difundido en Líbano y entre la diáspora libanesa en EEUU.
Pero se alejó de la fe de su infancia y acudía a esta otra iglesia. Sin embargo,
con el paso del tiempo, David se sintió cada vez menos satisfecho con los
servicios religiosos de esa comunidad. Sentía que les faltaba
profundidad.
"Durante años, me sentí
cada vez más desconectado de ese estilo de iglesia. Mi familia iba allí,
pero a mí no me alimentaba, no sacaba gran cosa de ir".
David creía en Dios, pero quería
'algo más'.
Su primera misa, en una Nochebuena
En cierta ocasión, David
acudió a una misa de Nochebuena en una iglesia católica, y la experiencia le
emocionó por su belleza y majestad. "Fue mi primera relación con
la Iglesia Católica. No sabía nada sobre ella. No sabía nada de su sacralidad
[de la Eucaristía]. Yo partía de cero. Pero me puso en un camino: yo
quería que Dios volviera a mi vida".
Pasando el tiempo, David quería
volver a sentir esa experiencia. Como viajaba bastante por razones de
trabajo, a ratos perdidos miraba a ver si encontraba iglesias abiertas. Y
un día encontró el Santuario y Basílica de la Florecita en Royal Oak (shrinechurch.com). Tiene
dos misas al día entre semana, y 5 los domingos (en español a las tres y
media).
La puerta estaba abierta. Entró.
Rezó un poco, encendió unas velas mientras rezaba. Y unas semanas después volvió.
Y volvió.
"Lo bueno del santuario es
que está abierto todo el día", explica. Cada mes se las arreglaba para
ir a esta iglesia a rezar, aunque estaba a 40 minutos de su casa. Y pronto
también se quedó a misa, y repetía.
"Yo pensaba: 'uau, esta
misa es increíble'. ¡Entonces yo no sabía que todas las misas en el mundo son
la misma! Me atraía, me hacía volver... y no sabía que en mi parroquia
local hacían la misma misa", explica.
Un proceso para toda la familia
David habló con su esposa Juliet de
lo que estaba viviendo. Él se apunto al curso de iniciación católica para
adultos del Santuario, donde pronto le remitieron a la parroquia más cercana a
su casa, Saint Andrew en Rochester. Mientras tanto, Juliet poco a poco
empezó a redescubrir la fe católica de su infancia.
En la Vigilia Pascual de abril
de 2022, David fue confirmado y recibió la Primera Comunión en su parroquia
local. Unos días después, David y Juliet convalidaron sus votos
matrimoniales según el ritual católico.
El Detroit Catholic le
entrevistó un año después. David explicó que sigue asombrado de que
Dios le atrajera a través de la misa, de su belleza, de una parroquia
de puertas abiertas...
"Cuanto más aprendo de la fe y
cómo se aplica, y de los sacramentos, y de la Eucaristía, más sentido le
encuentro", dice. En su caso, con un trasfondo de "trabajar con
ordenadores, con ceros y unos binarios", le gusta "rendir
cuentas" en su vida día a día, repasar que cada día sigue la voluntad de
Dios.
Esta Vigilia Pascual de 2023 se
bautizó su hijo Tyler y uno de sus primos. Él, muy feliz, les anima a confiar
en las indicaciones de Dios. "En mi caso, abandoné mis ideas
preconcebidas y viví al experiencia de dejar que Dios me toque como Él quiere
tocarme", explica. "Participar en la misa, en la Eucaristía, es algo
que cada semana espero, continuamente me da paz", afirma tras
un año de vida católica.
P. J. Ginés
Fuente: ReL