Este viernes, 12 de mayo, el Santo Padre participó en la tercera edición de los “Estados Generales de la Natalidad”, en el Auditorio Conciliación de Roma
El Santo Padre participó en la tercera edición de los “Estados Generales de la Natalidad” |
A los participantes reunidos con el fin de
analizar el estado de salud demográfico de Italia, el Pontífice los alentó a
que esta edición sea una oportunidad para "ampliar la obra", para
crear, a muchos niveles, una gran alianza de esperanza.
“El reto de la natalidad es una cuestión de esperanza.
Pero cuidado, la esperanza no es, como a menudo se piensa, optimismo, no es un
vago sentimiento positivo sobre el futuro. No es una ilusión ni una emoción; es
una virtud concreta. Y tiene que ver con opciones concretas”, lo dijo el Papa
Francisco en su discurso a los participantes en la tercera edición de los
“Estados Generales de la Natalidad”, reunidos este 12 de mayo, en el Auditorio
Conciliación de Roma, con el fin de analizar el estado de salud demográfico de
Italia.
Tercera edición de la problemática
de la natalidad
Al dirigirse a las Autoridades y Representantes de la
Sociedad Civil de Italia, el Santo Padre les agradeció por su compromiso en la
lucha contra el “invierno demográfico”; de modo especial, agradeció a Gigi De
Palo, Presidente de la Fundación para la Natalidad, promotor de este evento que
afronta la problemática de la natalidad como un tema central para todos,
especialmente para el futuro de Italia y de Europa y mostró dos fotografías que
sucedieron recientemente.
“Hace quince días, mi secretario paseaba por la Plaza
y vino una madre con un cochecito de bebé. Él, un sacerdote de corazón tierno,
se acercó a bendecir al niño, y era un perrito... Hace quince días, en la
Audiencia de los miércoles: yo iba a saludar, y pasé por delante de una señora,
de cincuenta años más o menos -¡como yo más o menos! – saludé a la señora, y
ella abrió una bolsa y dijo: 'bendice a mi bebé'... Un perrito... Ahí no tuve
paciencia y regañé a la señora: 'Señora, ¡tantos niños con hambre, y usted con
el perrito! Hermanos y hermanas, éstas son escenas del presente, pero si las
cosas siguen así, ésta será la costumbre del futuro... tengamos cuidado”.
La natalidad un indicador de la
esperanza de un pueblo
En este sentido, el Papa Francisco dijo que, el
nacimiento de los hijos es el principal indicador para medir la esperanza de un
pueblo. Si nacen pocos niños significa que hay poca esperanza. Y al recordar
que el año pasado Italia alcanzó el mínimo histórico de nacimientos, dijo que
esto no sólo tiene repercusiones desde el punto de vista económico y social,
sino que mina la confianza en el futuro.
“Hoy en día, traer hijos al mundo se percibe como una
tarea a cargo de las familias. Y esto, desgraciadamente, condiciona la
mentalidad de las jóvenes generaciones, que crecen en la incertidumbre, cuando
no en la desilusión y el miedo. Viven en un clima social en el que fundar una
familia se está convirtiendo en un esfuerzo titánico, en lugar de ser un valor
compartido que todos reconocen y apoyan. Sentirse solo y obligado a confiar
únicamente en las propias fuerzas es peligroso: significa erosionar poco a poco
la vida en común y resignarse a existencias solitarias, en las que cada uno
tiene que arreglárselas por su cuenta. Con la consecuencia de que sólo los más
ricos pueden permitirse, gracias a sus recursos, más libertad a la hora de
elegir qué forma dar a sus vidas. Y esto es injusto, además de humillante”.
Superar el sentimiento de
precariedad
Hoy más que nunca, afirmó el Santo Padre, en medio de
guerras, pandemias, desplazamientos masivos y crisis climáticas, el futuro
parece incierto. De hecho, la velocidad que nos rodea aumenta la fragilidad que
llevamos dentro. Y en este contexto de incertidumbre y fragilidad, las generaciones
más jóvenes experimentan más que nadie un sentimiento de precariedad,
por el cual el mañana parece una montaña imposible de escalar. Y comentando las
palabras de la Primera Ministro de Italia, el Papa dijo que esta es la crisis
de hoy.
“Las dificultades para encontrar un trabajo estable,
las dificultades para mantenerlo, las casas prohibitivamente caras, los
alquileres por las nubes y los salarios insuficientes son problemas reales. Son
problemas que cuestionan la política, porque está a la vista de todos que el
libre mercado, sin los correctivos necesarios, se vuelve salvaje y produce
situaciones y desigualdades cada vez más graves”.
Una cultura contraria a la familia
Y narrando una anécdota de algunos años atrás, de
algunas personas que buscaban trabajo, el Papa Francisco dijo que existe una
cultura poco amiga de la familia, incluso se podría decir que es enemiga de la
familia, centrada como es en las necesidades del individuo, donde se
reivindican constantemente los derechos individuales y no se habla de los
derechos de la familia.
“En particular, existen limitaciones casi insuperables
para las mujeres. Las más perjudicadas son precisamente ellas, mujeres jóvenes
a menudo obligadas a la encrucijada entre carrera y maternidad, o aplastadas
por el peso del cuidado de la familia, sobre todo en presencia de ancianos frágiles
y personas dependientes. En este momento, las mujeres son esclavas de esta
regla del trabajo selectivo, que les impide también la maternidad”.
Se necesitan políticas con visión
de futuro
Ante ello, el Santo Padre señaló que existe la
Providencia, y millones de familias lo atestiguan con sus vidas y sus
elecciones, pero el heroísmo de tantos no puede convertirse en una excusa para
todos. Se necesitan políticas con visión de futuro. Hay que preparar un terreno
fértil para que florezca una nueva primavera y dejar atrás este invierno
demográfico.
“Y, puesto que el terreno es común, como comunes son
la sociedad y el futuro, es necesario abordar el problema juntos, sin vallas
ideológicas ni posturas preconcebidas. Es cierto que, también con su ayuda, se
ha hecho mucho, y por ello les estoy muy agradecido, pero aún no es suficiente.
Debemos cambiar de mentalidad: la familia no es parte del problema, sino parte
de su solución. Y por eso me pregunto: ¿hay alguien que pueda mirar al futuro
con el valor de apostar por las familias, por los niños, por los jóvenes?”.
La natalidad y la acogida nos
ayudan a ser felices
El Papa Francisco también indicó que, no podemos
aceptar que nuestra sociedad deje de ser generativa y degenere en tristeza.
Cuando no es generativa llega la tristeza. No podemos aceptar pasivamente que
tantos jóvenes luchen por realizar su sueño familiar y se vean obligados a
bajar el listón del deseo, conformándose con sucedáneos privados y mediocres.
¡Todo es bueno y correcto cuando forma parte de un proyecto generador y más
grande; si, por el contrario, se quedan sólo en aspiraciones individuales, se marchitan
en egoísmo y conducen a ese cansancio interior.
“Este es el estado de ánimo de una sociedad no
generativa: ¡cansancio interior que anestesia los grandes deseos y caracteriza
a nuestra sociedad como una sociedad del cansancio! ¡Demos de nuevo aliento a
los deseos de felicidad de los jóvenes! Cada uno de nosotros experimenta cuál
es el índice de su propia felicidad: cuando nos sentimos llenos de algo que
genera esperanza y calienta el alma, es espontáneo compartirlo con los demás.
Por el contrario, cuando estamos tristes nos ponemos a la defensiva, nos
encerramos en nosotros mismos y percibimos todo como una amenaza. Aquí, tanto
la natalidad como la acogida, que nunca deben oponerse porque son dos caras de
la misma moneda, nos revelan cuánta felicidad hay en la sociedad”.
El reto de la natalidad es una
cuestión de esperanza
Después de haber compartido las preocupaciones que el
Pontífice llevaba en el corazón, el Papa pronunció una palabra que le es muy
querida: esperanza. El reto de la natalidad es una cuestión de esperanza. Pero
cuidado, la esperanza no es, como a menudo se piensa, optimismo, no es un vago
sentimiento positivo sobre el futuro. No es una ilusión ni una emoción; es una virtud
concreta. Y tiene que ver con opciones concretas.
“La esperanza se alimenta del compromiso de cada uno
con el bien, crece cuando nos sentimos partícipes e implicados en dar sentido a
nuestra vida y a la de los demás. Alimentar la esperanza es, por tanto, acción
social, intelectual, artística, política en el más alto sentido de la palabra;
es poner las propias capacidades y recursos al servicio del bien común, es
sembrar futuro. La esperanza genera cambio y mejora el futuro”.
Pasar del invierno a la primavera
demográfica
Y al referirse a este encuentro, el Santo Padre dijo
que le gusta pensar a los "Estados Generales de la Natalidad" -ahora
en su tercera edición- como una obra de construcción de la esperanza. Una obra
en la que no trabajamos por encargo, porque alguien paga, sino que trabajamos
todos juntos precisamente porque todos queremos tener esperanza. Por eso espero
que esta edición sea una oportunidad para "ampliar la obra", para
crear, a muchos niveles, una gran alianza de esperanza.
“Aquí es bueno ver a los mundos de la política, la
empresa, la banca, el deporte, el espectáculo, el periodismo, reunidos para
pensar en cómo pasar del invierno a la primavera demográfica. Sobre cómo
empezar a nacer de nuevo, no sólo físicamente, sino interiormente, para salir a
la luz cada día e iluminar el mañana con esperanza. No nos resignemos a la
grisura y al pesimismo estéril. No creamos que la historia ya está marcada, que
no se puede hacer nada para invertir la tendencia. Porque -permítanme decirlo
en mi lenguaje preferido, el de la Biblia- es precisamente en los desiertos más
áridos donde Dios abre nuevos caminos (cf. Is 43,19). Busquemos juntos esos
nuevos caminos en este árido desierto”.
La gran tarea de regenerar la
esperanza
La esperanza, en efecto, concluyó el Papa Francisco,
nos llama a ponernos en marcha para encontrar soluciones que den forma a una
sociedad a la altura del momento histórico que vivimos, una época de crisis
marcada por tantas injusticias. La guerra es una de estas
“Reactivar la natalidad es reparar las formas de exclusión social que afectan a los jóvenes y a su futuro. Y es un servicio para todos: los hijos no son bienes individuales, sino son personas que contribuyen al crecimiento de todos, aportando riqueza humana y generacional. También aportando creatividad al corazón de los padres. A ustedes, que están aquí para encontrar buenas soluciones, fruto de su profesionalidad y competencia, quiero decirles: siéntanse llamados a la gran tarea de regenerar la esperanza, de poner en marcha procesos que den impulso y vida a Italia, a Europa, al mundo. Que nos traigan muchos niños”.
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