Capítulo 10: NO SE DEBE DEJAR FÁCILMENTE LA SAGRADA COMUNIÓN.
1. Muy a menudo debes acudir a la fuente de la
gracia y de la misericordia divina; a lafuente de la bondad y de toda pureza,
para que puedas sanar de tus pasiones y vicios, y merezcas hacerte más fuerte y
más despierto contra todas las tentaciones y engaños del demonio.
El enemigo,
sabiendo el grandísimo fruto y remedio que hay en la sagrada Comunión, trabaja
cuanto puede sin perder medio y ocasión por retraer y estorbar a los fieles y
devotos.
2. Así sucede con algunos que, cuando piensan
en prepararse para la sagrada Comunión, entonces padecen peores tentaciones de
Satanás que antes. Este espíritu maligno se mete entre los hijos de Dios, como
se dice en el libro de Job, para turbarlos con su acostumbrada malicia, o para
hacerlos excesivamente tímidos y perplejos; y de este modo entibiar su
devoción, o quitarles la fe con las impugnaciones que les sugiere, por si acaso
consigue así que dejen del todo la comunión, o se lleguen a ella con tibieza.
Mas no debemos cuidar de sus astucias y
tentaciones por más torpes y espantosas que sean, sino rechazar contra el mismo
los fantasmas abominables que nos representa.
Despreciarse debe este desdichado y burlarse de
él; y no dejar la sagrada Comunión por todos sus acometimientos, y por las
turbaciones que levantaré.
3. Muchas veces estorba también la demasiada
ansia de tener devoción, y cierta inquietud por confesarse bien. Haz en esto lo
que te aconsejen los sabios, y deja el ansia y el escrúpulo, porque impide la
gracia de Dios y destruye la devoción del alma. No dejes la sagrada Comunión
por alguna pequeña tribulación o pesadumbre; sino vete luego a confesar, y
perdona de buena gana todas las ofensas que te han hecho. Y si tú has ofendido
a alguno, pide perdón con humildad, y Dios te perdonará también de buena
voluntad.
4. ¿De qué sirve retardar mucho la confesión, o
diferir la sagrada Comunión? Límpiate cuanto antes, vomita luego el veneno,
como presto el remedio, y te hallarás mejor que si lo dilatares mucho tiempo.
Si hoy la dejas por alguna causa, mañana te puede acaecer otra mayor; y así te
apartarás mucho tiempo de la Comunión, y después estarás menos dispuesto.
Lo
más presto que pudieres, sacude tu pereza e inacción; porque nada se gana con
angustiarse e inquietarse largo tiempo y apartarse del divino sacramento por
obstáculos diarios. Al contrario, daña mucho el dilatar demasiado la Comunión;
porque esto suele causar un grave entorpecimiento. Pero ¡Oh dolor! Algunos
tibios y disipados dilatan con gusto la confesión, y desean retardar la sagrada
Comunión por no verse obligados a guardar su alma con mayor cuidado.
5. ¡Oh, cuán poca caridad y flaca devoción
tienen los que tan fácilmente dejan la sagrada Comunión! ¡Cuán bienaventurado
es, y cuán agradable a Dios el que vive tan bien y guarda su conciencia con
tanta pureza, que esté dispuesto a comulgar cada día, y muy deseoso de hacerlo
así, si le conviene y no fuese notado! El que se abstiene algunas veces por
humildad o por alguna legítima, es de alabar por su respeto. Más si poco a poco
le entraré la tibieza, debe despertarse a sí mismo, y hacer lo que este de su
parte, y el Señor ayudara su deseo, por la buena voluntad, que es a la que
especialmente atiende.
6. Más cuando estuviere legítimamente impedido,
tenga siempre buena voluntad y devota intención de comulgar, y así no carecerá
del fruto del Sacramento. Porque cualquier devoto puede cada día y cada hora
comulgar espiritualmente con fruto. Más en ciertos días y en el tiempo mandado,
debe recibir sacramentalmente el cuerpo de su Redentor con afectuosa reverencia,
y buscar más bien la gloria y honra de Dios, que su propia consolación. Porque
tantas veces comulga místicamente y se alimenta invisiblemente su espíritu,
cuantas se acuerda con devoción el misterio de la Encarnación y Pasión de
Cristo, y se enciende en su amor.
7. El que no se prepara sino al acercarse la
fiesta, o cuando le fuerza la costumbre, muchas veces se hallara mal preparado.
Bienaventurado el que se ofrece a Dios en entero sacrificio cuantas veces
celebra o comulga. No seis muy prolijo ni acelerado en celebrar; sino guarda el
medio justo y ordinario de los demás con quienes vives. No debes causar a los
otros molestia ni enfado, sino ir por el camino ordinario de los mayores, y
mirar más al aprovechamiento de los otros, que a tu propia devoción y afecto.
Fuente: Catholic.net