David Cueto es sacerdote y canónigo en el santuario asturiano de la Virgen de Covadonga. Ante la gente que se muestra escéptica con los efectos religiosos de las Jornadas Mundiales de la Juventud, él plantea su testimonio: en una de ellas fue donde encontró a Dios en la confesión y se transformó su vida para siempre.
David Cueto, sacerdote y canónigo en el santuario de Covadonga. Dominio público |
David
Cueto había tenido fe de
niño, pero en esa época estaba alejado de la Iglesia y no era nada religioso.
Había hecho la Confirmación sin ganas y después dejó de ir a la iglesia.
"En
aquel entonces no era
consciente, pero estaba en búsqueda de respuesta a muchas preguntas
que tenía. Sin embargo, no
fui por un motivo de fe, sino de divertimento, porque me invitó mi hermano y me
mostró la parte festiva y lúdica y me dijo que iban a ir jóvenes de
todo el mundo. A mí eso me atrajo porque me gusta mucho viajar y pensé que iba
a ser un momento único", explica en una entrevista en la web de la diócesis asturiana.
"No
conocía absolutamente nada de estas jornadas y ya desde que salimos de Asturias
fue muy buena, me encontré
con personas muy divertidas y centradas, gente buena y generosa. Todo el mundo
estaba pendiente de todos. No me sentí juzgado en ningún momento y eso
es algo que me ayudó mucho", recuerda.
"Vi un follón enorme, pensé que
habría un concierto... ¡y aparecieron obispos!"
David
Cueto recuerda con risas escenas que le desconcertaron. "Una vez en
Alemania el ambiente era muy festivo, de millones de jóvenes reunidos, pero muy
tranquilo. Tuvimos un encuentro de todos los españoles con los obispos y
siempre lo recuerdo porque sucedió algo que me llamó mucho la atención. Se
entraba por un lugar en el que se veía antes que a los obispos a toda la gente
que allí se encontraba. Había
un follón enorme, gritos, banderas y yo me imaginaba que iba a entrar a un
concierto y cuando miro al escenario y veo a los obispos, pensé “a mí
esto no me cuadra nada”.
"Nos
sentamos y al fondo podíamos ver a un
grupo de sacerdotes. Mi hermano me explicó que estaban allí para confesar y
me vi movido a acercarme a hacerlo. Y Ahí tuve una experiencia de cambio, de conversión, de
tener la certeza de que existe un Dios", detalla.
"No
es que durante la confesión se me sanaran todas las heridas que venía
arrastrando conmigo, eso fue un camino posterior, pero en ese momento tuve la certeza de
que Dios existe y no me lo consigo arrancar porque lo he visto, se me ha
mostrado. Este hecho fue un cambio radical, porque terminó allí un
camino de búsqueda que yo había hecho anteriormente y eso lo llevas grabado en
el corazón".
David
explica que "la JMJ
supone muchos esfuerzos, cansancios, va gente de todo tipo, y ahí siempre está
el Señor esperando a cualquier de ellos para encontrárselo. Son
momentos de conversión, de
fortalecer la fe, de descubrir una Iglesia universal. Son por tanto
vivencias eclesiales importantes. Evidentemente antes y después tiene que haber
un trabajo, pero estas son oportunidades importantes que conviene
aprovechar".
Después de la JMJ
Al
volver a España, David hablaba con sus amigos y les confesaba: "No sé qué deciros, solo
sé que Dios existe y no lo puedo negar. Ahora tengo que construir mi vida y
mi forma de pensar en torno a esto porque ha llegado, está aquí y parece que no
se va a ir".
Se
incorporó a una parroquia de Oviedo pensando que "se le pasaría" ese
"momento, la euforia". Pero no era mera euforia, era el inicio de una
vida nueva. "Cuando hay verdad detrás, permanece", constata.
Buscó sacerdotes y
habló con ellos, quiso aprender muchas cosas que desconocía. Y en la vida
parroquial aprendió que un cristiano necesita una vivencia comunitaria. Le
fascinó la vida de la Iglesia.
"No
es solamente cuestión de que tuve sentimientos o certezas, después es necesario
profundizar poco a poco porqué 'cuanto más se conoce más se ama', dicen los
santos".
¿Ir a la JMJ sin tener fe? ¡Adelante!
A
los jóvenes que no sean
muy religiosos o creyentes, les anima a acudir a la JMJ. "No pierden nada
y ganar pueden ganar mucho. Aunque no sean personas de fe, sí que
pueden comprender un poco la vida de la Iglesia, de ver cómo está llena de
gente buena, descubrir también una Iglesia joven. Allí nadie te va a juzgar ni
a hacer preguntas de cuánta fe tienes. Además de que es una experiencia muy
divertida".
A
los jóvenes católicos que ya tienen comunidad cristiana, se lo recomienda
"para fortalecer la
pertenencia a la Iglesia, la comunión con el Papa, conoces también
muchos movimientos. Es un momento muy eclesial y puede ayudar a fortalecer
mucho nuestra vivencia de fe y de Iglesia. En realidad no se me ocurre ningún
motivo por el que no ir".
Fuente: ReL