El santuario de Lourdes es uno de los santuarios marianos más importantes y visitado por los católicos en todo el mundo. A las faldas de los Pirineos en su vertiente francesa la Virgen se apareció hasta en 19 ocasiones a Santa Bernadette, una joven humilde de apenas 14 años
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Virgen de Lourdes. Dominio público |
En
este lugar María confirmó el dogma que apenas cuatro años antes proclamó la
Iglesia sobre su Inmaculada
Concepción. Desde muy pronto estas apariciones fueron reconocidas por
la Iglesia atrayendo allí a numerosos peregrinos, muchos de ellos enfermos,
pues Lourdes tiene una vinculación muy especial con las personas enfermas y
sufrientes.
Miles de curaciones y
gracias extraordinarias se han producido en Lourdes gracias a la
intercesión de la Virgen, varias de ellas reconocidas oficialmente por la
Iglesia. La primera de ellas se produjo en los días en los que la propia María
se aparecía a Santa Bernadette, de ahí que desde un inicio los enfermos
empezaran acudir hasta la gruta de Massabielle.
¿Cómo fueron las apariciones de la
Virgen en Lourdes?
Entre el 11 de febrero
y el 16 de julio de 1858 la Virgen, en la advocación de la Inmaculada
Concepción, se apareció en varias ocasiones en la gruta de Massabielle, al
borde del río Gave, en la falda de los pirineos a la jovencita Bernadette
(Bernardita) Soubirous.
La primera de ellas se
produjo el 11 de febrero. Acompañada de su hermana y de una amiga, la ahora
santa se dirigió a la zona donde se encuentra la gruta de Lourdes a recoger
leña y ramas secas. La joven oyó entonces un ruido y levantó la vista hacia la
cueva. Sobre aquel primer encuentro declararía Bernardette: “Vi a una señora
vestida de blanco: llevaba un vestido blanco, un velo también de color blanco,
un cinturón azul y una rosa amarilla en cada pie”. Después hizo la señal de la
cruz y rezó el rosario con María. Una vez terminó, la Virgen desapareció.
La segunda aparición se
produjo el siguiente domingo, el 14 de febrero de 1858. Ese día
Bernadette sintió una fuerza que le empujaba a volver a la gruta pese a que sus
padres se lo habían prohibido. De tanto insistir su madre se lo permitió.
Cuando estaba rezando el rosario, la joven vio aparecer a la Virgen.
Obedeciendo a lo que le había dicho su madre, Bernadette le echó a María agua
bendita. Nuestra Señora sonrió, inclinó la cabeza, y terminado el rosario
desapareció. Los testigos la recuerdan a la joven francesa estando en éxtasis y
sus padres empezaron a creerla.
Tercera aparición, 18
de febrero de 1858. Esta
fue la primera vez en la que la Virgen habló en estas apariciones. Cuando se
apareció a la joven, esta le ofreció un papel para que escribiera su nombre.
Pero María le dijo: “No es necesario escribirlo, hazme únicamente el regalo de
venir aquí durante quince días seguidos”. La vidente se lo prometió y la Virgen
le respondió: “No te prometo hacerle feliz en este mundo, sino en el otro”.
Cuarta aparición,
viernes 19 de febrero de 1858. Fue una aparición muy breve. Ya en aquel
momento empezó a extenderse el rumor de las apariciones y varias personas
acompañaron a la joven. Bernadette llegó a la gruta con una vela
bendecida y encendida. De aquel gesto nacerá la costumbre de llevar velas para
encenderlas ante la Virgen en Lourdes.
Quinta aparición,
sábado 20 de febrero de 1858. Aún más personas, en torno a una
treintena, le acompañaron en esta visita a la gruta. Aquel día la Virgen le
enseñó una oración personal. Al terminar la visión, una gran tristeza invadió a
Santa Bernadette.
Sexta aparición,
domingo 21 de febrero de 1858. Esa mañana María se presentó a la
vidente, a la que ya acompañaban más de cien personas. Ese día Nuestra Señora
permaneció también en silencio. Después fue interrogada por el comisario de
policía Jacomet, que pretendía que dijera lo que ha visto. Bernardette no habla
más que de "Aquero" (aquello). Ese “aquero” tenía forma de niña.
Séptima aparición,
martes 23 de febrero de 1858. Aquel día unas 150 personas acompañaron a
la joven a la gruta. Mientras rezaba el rosario se le apareció y estando en
éxtasis la Virgen le comunicó un secreto, una confidencia “sólo para ella”, de
la que nunca se ha conocido su contenido.
Octava aparición,
miércoles 24 de febrero de 1858. Las noticias sobre las apariciones se
extendían y más de 200 personas se acercaron a la cueva. Después del primer
misterio entró en éxtasis y su rostro se iluminó. Pero al cabo de unos minutos
la joven dejó de sonreír. En aquella aparición la Virgen habló: “¡Penitencia!
¡Penitencia! ¡Penitencia!”. También le dijo a Bernadette: "¡Rogad a Dios
por los pecadores!”. Y le pidió: “Arrodíllate y besa el suelo como penitencia
por los pecadores!”.
Novena aparición,
jueves 25 de febrero de 1858. Trescientas personas estaban ya allí
aquella jornada. Bernadette contó: “Me dijo que fuera a beber a la fuente (…).
No encontré más que un poco de agua fangosa. Al cuarto intento, conseguí beber;
me mandó también que comiera hierba que había cerca de la fuente, luego la
visión desapareció y me marché”. La gente pensaba que estaba loca por hacer
esas cosas, pero ella tan sólo contestó: “Es por los pecadores”.
Este
manantial que surgió después de que la vidente escarbara en el suelo de la
gruta dio lugar al que ahora es el manantial de las curaciones y milagros.
Miles de hechos extraordinarios se han producido en este tiempo allí.
Décima aparición,
sábado 27 de febrero de 1858. Ese día ya había congregadas más de 800
personas. La Virgen se apareció, pero permaneció en silencio. Bernadette bebió
agua del manantial e hizo los gestos habituales de penitencia.
Undécima aparición,
domingo 28 de febrero de 1858. Más de mil personas asistieron al
éxtasis. Bernadette rezó, besó la tierra y se arrastraba rodillas en señal de
penitencia, tal y como le había pedido la Virgen que hiciera en las anteriores
apariciones. A continuación, la llevaron a casa del juez Ribes que la amenazó
con meterla en la cárcel.
Duodécima aparición,
lunes 1 de marzo de 1858. Se congregaron más de mil quinientas personas y entre
ellas, por primera vez, un sacerdote. Catalina Latapie, una campesina de un
pueblo cercano a Lourdes, y nada devota acudió a la gruta, introdujo su brazo
paralizado en el agua del manantial, y al momento recuperó la movilidad. Fue el
primer milagro.
Decimotercera
aparición, martes 2 de marzo de 1858. Aún más gente acudió aquella jornada. En
aquella aparición la Virgen le dio un mensaje específico: “Ve a decir a los
sacerdotes que se construya aquí una capilla y que se venga en procesión”.
Bernadette se lo hizo saber al padre Peyra-male, párroco de Lourdes. Éste le
preguntó el nombre de la Señora. Además, el sacerdote exigió como prueba ver
florecer en invierno el rosal silvestre de la Gruta.
Decimocuarta aparición,
miércoles 3 de marzo de 1858. Había más de 3.000 personas y a
Bernadette le costó incluso llegar. La Virgen no se apareció esa mañana. Pero
al salir del colegio, sintió la llamada interior de María, acudió a la gruta y
volvió a preguntarle su nombre. La respuesta fue una sonrisa. El párroco
Peyra-male volvió a decir a la joven: “Si de verdad la Señora quiere una
capilla, que diga su nombre y haga florecer el rosal de la Gruta”.
Decimoquinta aparición,
jueves 4 de marzo de 1858: Ese día se cumplió el plazo de los 15 días
seguidos Bernadette debía acudir a Massabielle. Hasta 8.000 personas se
presentaron esperando un gran milagro. Pero la Virgen se mantuvo silenciosa,
mientras el padre Peyra-male se mantenía en su postura firme sobre las apariciones.
Durante los veinte días siguientes, la joven no acudiría a la gruta pues no
sentía dentro de sí aquella irresistible invitación de María.
Decimosexta aparición,
jueves 25 de marzo de 1858. En el día de la Anunciación al fin la Virgen le
reveló su nombre a la joven vidente. Pero el rosal silvestre que debía florecer
para hacer creer al sacerdote no daba flor. “Levantó los ojos hacia el cielo,
juntando en signo de oración las manos que tenía abiertas y tendidas hacia el
suelo, y me dijo: ‘Que soy
era Immaculada Councepciou’”, contó Bernardette. La joven vidente salió
corriendo, repitiendo sin cesar, por el camino, aquellas palabras que no
lograba entender. Estas palabras conmovieron al párroco, ya que la joven
ignoraba esta expresión que define a la Santísima Virgen. Solo cuatro años
antes, en 1854, el papa Pío IX había declarado el dogma de la Inmaculada
Concepción.
Decimoséptima
aparición, miércoles 7 de abril de 1858. Durante esta aparición, Bernadette sostuvo en
la mano un gran cirio encendido, y durante varios minutos momento la llama
rodeo su mano sin quemarla. Este hecho fue inmediatamente constatado por el
médico, el doctor Douzous.
Última aparición,
jueves 16 de julio de 1858. Desde el mes de abril Bernardette dejó de ir a la
gruta y rezaba discretamente, pero en esta jornada sintió interiormente el
misterioso llamamiento de la Virgen y se dirigió a la gruta. El acceso estaba
prohibido y la gruta, vallada, por lo que se fue al otro lado del río. Al
llegar a casa dijo: “No veía ni las tablas de la valla ni el río. Me parecía
que estaba en la gruta y que no había más distancias que otras veces. Yo sólo
veía a la Virgen y jamás la había visto tan bella”.
¿Qué dice la Iglesia de las apariciones
de la Virgen en Lourdes?
Las apariciones de
Lourdes tienen el grado máximo de aprobación por parte de la Iglesia. San Juan Pablo II
y Benedicto XVI visitaron el santuario siendo Papas, mientras que el cardenal
Montini (San Pablo VI) y el cardenal Luciani (Juan Pablo I), lo hicieron como
purpurados.
En
enero de 1862, menos de cuatro años después de la última aparición el obispo de
Tarbes publicó una carta pastoral tras haber realizado en los años anteriores
una exhaustiva investigación. “Juzgamos
que la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, se apareció realmente a Bernardette
Soubirous el 11 de febrero de 1858 y en los días sucesivos en la gruta
de Massabielle, cerca de la ciudad de Lourdes, en dieciocho ocasiones; que tal
aparición reviste todas las características de la verdad y que los fieles
tienen fundados motivos para creerlas como ciertas”, afirmba.
Siguiendo
las indicaciones de la Virgen se construyó un santuario y el Papa Pío IX autorizó al obispo
para permitir la veneración de la Virgen María en Lourdes.
¿Cuál es el mensaje de la Virgen en
Lourdes?
A
pesar de que se apareció en 19 ocasiones la Virgen no dejó un mensaje muy amplio ni lleno de palabras, sino
que el silencio también tuvo gran importancia, al igual que los gestos.
José Manuel Díez
Quintanilla, autor
del libro Las apariciones de la Virgen María: Doctrina e Historia (LibrosLibres)
desgrana así el mensaje de María en Lourdes:
-Agradecimiento
del Cielo por la definición del dogma de la Inmaculada Concepción, declarado cuatro
años antes de las apariciones.
-Un elogio a las virtudes de pobreza y
humildad aceptadas cristianamente, al escoger a Bernardette como
instrumento de su mensaje.
-Una exaltación de la oración, del
rezo del Santo Rosario y de la penitencia, unido a un mensaje de misericordia
infinita para los pecadores con el símbolo del agua.
-Una aceptación de la enfermedad y
del consuelo que proporciona también el agua que mana de la fuente.
-Una unción íntima con la Cruz. La
Virgen le dijo a Bernadette que lo importante era ser feliz en la otra vida y
para ello había que aceptar la Cruz en este mundo.
-¿Quién era Bernadette Soubirous?
Bernadette Soubirous
nació el 7 de enero de 1844 en Lourdes y cuando apenas tenía 14 años se le
apareció la Virgen en varias ocasiones. Era una persona pobre, pero con una
gran fe y que durante su vida sería fuertemente probada por la enfermedad.
Tras
las apariciones, en 1860, fue trasladada al Hospital de las Hermanas de al
Caridad y la Enseñanza que estas religiosas tenían en Lourdes, debido a sus
problemas de salud. Tres años después sintió la vocación religiosa como hermana de la Caridad con
el carisma de servir a los enfermos. Ingresó el 7 de julio de 1866 en la casa
madre de la congregación en Nevers. Pero más adelante obligada a estar en cama
a causa del asma por tuberculosis y por un tumor óseo en la rodilla, falleció a
los 35 años de edad. Era el 16 de abril de 1879. Fue beatificada en 1925 y el Papa Pío XI la proclamó santa el 8
de diciembre de 1933.
¿Cuántos milagros ha reconocido la Iglesia en
Lourdes?
Incluso
en el momento que se produjeron las apariciones de la Virgen en Lourdes hubo
curaciones inexplicables, que muchos testigos presenciales pudieron atestiguar. Desde 1858 en este lugar han
ocurrido aquí numerosos milagros y gracias extraordinarias, siendo un lugar
especialmente destinado a los enfermos tanto para su sanación espiritual, como
en algunos casos, física.
El
propio Papa San Juan Pablo
II instituyó en 1992 la Jornada Mundial del Enfermo coincidiendo con
la memoria litúrgica de Nuestra Señora de Lourdes. De hecho, este santo quiso
ya muy enfermo realizar en 2004 el que sería su último viaje internacional a
este santuario mariano.
Desde
la primera aparición la
Iglesia Católica ha reconocido oficialmente un total de 70
milagros y casi 7.200 curaciones inexplicables, siempre
desde una exhaustiva investigación científica. De hecho, en Lourdes hay una
Oficina Médica encargada de estudiar estas sanaciones y para ello utilizan 7
exigentes criterios. Los cinco
últimos milagros se han reconocido entre 1999 y 2018. Puede leer
aquí sus historias.
¿Por qué se bebe el agua de Lourdes y se
baña en las piscinas del santuario?
El agua está
estrechamente unida a la Virgen de Lourdes y no hay peregrino que no vuelva
del santuario sin alguna botellita con agua del manantial que brota de la gruta
en la que se apareció Nuestra Señora, pero conviene aclarar que no es agua
bendita.
Muchos
de los milagros y gracias relacionados con Lourdes están vinculados a esta
agua, que a su vez tiene relación con la aparición de la Virgen a Bernadette en
la que le pidió que
escarbara en la tierra y bebiera agua y se lavara con ella. Esta sería
el agua del manantial que a día de hoy brota y que muchos enfermos con fe beben
e incluso se bañan en las piscinas destinadas a los enfermos y peregrinos
cercanas a la gruta.
Bernadette
Soubirous dijo en una ocasión: "Esta agua es considerada como un
medicamento...pero tienes que guardar la fe y rezar: ¡esta agua no podría hacer nada sin fe!".
Oración a la Virgen de Lourdes por los
enfermos
Rezar
tres Avemarías.
J. L. N.
Fuente: ReL