Francisco oficia este jueves el funeral de su antecesor. Una despedida solemne, pero sobria, a la que solo asistirán de manera oficial las delegaciones de Italia y Alemania. Después será enterrado en las grutas vaticanas
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Foto: AFP/ Andreas Solaro. Dominio público |
A diferencia de sus predecesores, no
lleva el palio papal, la cinta de lana con cruces que se pone sobre los hombros
y que simboliza la potestad de gobierno en una determinada jurisdicción. De
hecho, será enterrado sin vestirlo, y, en cambio, será colocado en el ataúd
como se hace con los obispos eméritos. Tampoco luce en el dedo el anillo del
pescador que usó durante el pontificado. En el pasado, para evitar que alguien
pudiera falsificarlo, se procedía a la destrucción inmediata justo después de
confirmar su muerte. Pero en el caso de Benedicto XVI, su anillo papal fue
destruido en 2013, cuando anunció su renuncia.
Lo mismo sucede con la cruz
pastoral, el bastón rematado con una cruz que tiene un significado paralelo al
del palio. Esta situación anómala, la muerte de un Pontífice que no está en
activo, ha asomado al Vaticano a un vacío desde el punto de vista del
protocolo. La última vez que renunció un Papa fue en 1415, cuando Gregorio XII
dio un paso al lado tras la huella de Celestino V, el primer obispo de Roma que
abandonó la sede petrina en 1294. Los restos mortales de este último reposan en
L’Aquila, en los Abruzos.
En cambio, Benedicto XVI ocupará la
tumba de su antecesor, san Juan Pablo II, en la cripta bajo la basílica de San
Pedro. En 2011, tras haber sido proclamado beato, el cuerpo del Papa polaco fue
trasladado desde el sepulcro, donde yacerá desde este jueves el Papa emérito,
hasta la capilla de San Sebastián, situada entre la que acoge a la Piedad de
Miguel Ángel y la capilla del Santísimo.
Benedicto XVI vivió casi diez años
en situación de emeritazgo: un tranquilo retiro en los jardines del Vaticano
que dedicó a rezar, leer, escribir y, antes de perder las fuerzas, a tocar el
piano. Sin embargo, los pormenores de sus exequias se han rematado en el último
momento. Pocos días antes de que se hiciera público que se habían agravado sus
condiciones de salud, el anterior maestro de ceremonias del Papa, Guido Marini
—desde noviembre de 2021, obispo de la diócesis italiana de Tortona, en el
norte del país—, reunió a varios consultores de la Oficina de Celebraciones
Litúrgicas del Sumo Pontífice para preparar el funeral: un acontecimiento
inédito por completo en la historia contemporánea de la Iglesia.
La ceremonia, que preside Francisco
a las 9:30 horas de este jueves, 5 de enero, en la plaza de San Pedro, será
solemne, pero sobria, respetando así la voluntad del difunto teólogo. La Santa
Sede solo ha invitado oficialmente a las delegaciones de Gobierno y Presidencia
de Italia y Alemania, patria de Joseph Ratzinger, así como a todo el cuerpo
diplomático. Además de la embajadora de España ante la Santa Sede, Isabel
Celaá, está previsto que, en representación de España, acudan el ministro de la
Presidencia, Félix Bolaños, y la reina emérita Sofía.
Según la constitución
apostólica Universi dominici gregis, promulgada por Juan Pablo
II en 1996, tras la muerte de un Papa en ejercicio debe haber nueve días de
luto oficial. Un periodo que en latín se denomina novendiali y que precede a un cónclave. Sin
embargo, Benedicto XVI era un Papa retirado y el ritual del funeral no puede
ser idéntico al de un Pontífice en activo, aunque, «a grandes rasgos, el rito
respeta lo que se sigue en un funeral de un Sumo Pontífice», como señaló el
pasado martes el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo
Bruni. «La base es la misma», precisó a los periodistas, si bien «hay algunos
elementos que dan originalidad al rito» y «otros que faltan, referidos a los
más específicos de un Papa reinante». Por ejemplo, explicó que en el funeral de
Benedicto XVI se prescindirá de las oraciones de las «súplicas finales, las de
la Iglesia de Roma y las iglesias orientales, que son muy específicas del Papa
activo». La base del libreto es la del funeral del Sumo Pontífice, «pero el
texto ha sido elaborado y es el resultado de varias reelaboraciones»,
concluyó.
Roma se ha preparado a conciencia
para el funeral de este jueves que, sin duda, marcará un precedente. Se ha
reforzado el dispositivo de seguridad con más de 1.000 agentes de policía
patrullando las calles y se ha cerrado el espacio aéreo sobre la plaza de San
Pedro.
Victoria
Isabel Cardiel C.
Fuente:
Alfa y Omega