En la Audiencia General el Papa Francisco comenzó un nuevo ciclo de catequesis dedicado a la "pasión por la evangelización"
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Y afirmó que el anuncio gozoso del Evangelio
hasta los confines de la tierra es una dimensión vital para la Iglesia,
partiendo cada uno de su propio ambiente, sin proselitismos sino por atracción,
como enseñaba Benedicto XVI
“En esta catequesis comenzamos un nuevo argumento: la
pasión por la evangelización o, dicho de otro modo, el celo apostólico”
La
pasión por la evangelización, es decir, el celo apostólico, es el tema del
nuevo ciclo de catequesis que el Papa Francisco comenzó este
miércoles durante la audiencia general celebrada en el Aula Pablo VI.
Irradiar la luz de Cristo hasta los confines de la
tierra
El
Santo Padre introdujo su reflexión afirmando que es "un tema urgente y
decisivo para la vida cristiana" y para la Iglesia, que nace misionera y
está llamada a ser "testigo contagioso de Jesús”, que se extiende para
“irradiar su luz hasta los confines de la tierra".
“Cuando esta dimensión se pierde, la comunidad se
enferma, se cierra en sí misma y se atrofia”
Además,
Francisco aclaró que ser misionero no significa hacer proselitismo, puesto que
evangelización y proselitismo son cosas distintas.
La misión, oxígeno de la vida cristiana
El
deseo de salir y llegar a los demás a los que hay que anunciar el Evangelio,
observó a continuación el Pontífice, puede borrarse. Y destacó que a veces
parece eclipsarse. Pero cuando la vida cristiana pierde de vista el horizonte
del anuncio, enferma: se encierra en sí misma, se vuelve autorreferencial, se
atrofia. Sin celo apostólico, la fe se marchita.
“La misión, en cambio, es el oxígeno de la vida
cristiana: la vigoriza y la purifica”
Además,
el Santo Padre explicó que el objetivo de estas catequesis será el de
"reavivar el fuego que el Espíritu Santo quiere hacer arder siempre en
nosotros". De ahí que se halla referido a un episodio tomado del
Evangelio: la llamada del apóstol Mateo.
La conversión de Mateo
“Hoy reflexionamos sobre la conversión de Mateo, en
particular sobre tres elementos que podemos distinguir en este relato del
Evangelio. Todo comenzó cuando Jesús vio a un hombre, Mateo, y no lo juzgó por
lo que hacía – era un publicano – sino por su realidad íntima, con sus virtudes
y sus defectos”
En
efecto – prosiguió explicando el Pontífice – Jesús ve en aquel publicano
despreciado por todos por considerarlo "un colaborador, un traidor del
pueblo", a “un hombre”.
“Al llamarlo, Mateo se levantó, dejó su puesto de
autoridad y sus seguridades, y se puso a disposición de Jesús, en una actitud
de servicio a los demás. Después de su conversión, Mateo no se fue a un lugar
lejano e idílico, sino que regresó a su casa. Al volver, ya no era el mismo. El
encuentro con Jesús lo había cambiado, convirtiéndolo en un auténtico testigo
de la alegría del Evangelio”
¿Cómo miramos a los demás?
El
Obispo de Roma sugirió preguntarnos: ¿cómo miramos a los demás? Y exclamó:
“¡Cuántas veces vemos sus defectos y no sus necesidades; cuántas veces
etiquetamos a las personas por lo que hacen o piensan! Incluso como cristianos
nos decimos: ¿es de los nuestros o no es de los nuestros? Esta no es la mirada
de Jesús”.
“Él mira siempre a cada persona con misericordia y
predilección. Y los cristianos están llamados a hacer como Cristo, mirando como
Él especialmente a los llamados lejanos”
De
manera que Mateo se puso en marcha, pero ¿para hacer qué?, se pregunta el Papa.
Nos inclinaríamos a pensar en quién sabe qué nuevas experiencias, y en cambio
el futuro discípulo regresa a su propia casa para preparar, como narra el
Evangelio de Lucas, "un gran banquete", en el que "participa una
gran multitud de publicanos, gente como él". Y el Francisco comentó:
Mateo
vuelve a su entorno, pero vuelve cambiado y con Jesús. Su celo apostólico no
comienza en un lugar nuevo, puro e ideal, sino allí donde vive, con la gente
que conoce. He aquí el mensaje para nosotros: no tenemos que esperar a ser
perfectos y haber recorrido un largo camino detrás de Jesús para dar testimonio
de Él; nuestro anuncio comienza hoy, allí donde vivimos. Y no comienza tratando
de convencer a los demás, sino testimoniando cada día la belleza del Amor que
nos ha mirado y nos ha levantado.
Como decía Benedicto XVI
El
Santo Padre también recordó una expresión de su predecesor, Benedicto XVI, que
decía al respecto: "La Iglesia no hace proselitismo. Se desarrolla más
bien por atracción". Y es a "este testimonio atrayente y
gozoso", concluyó Francisco, la meta a la que nos conduce el amor de
Jesús.
Saludos del Papa
Al
saludar cordialmente a los fieles y peregrinos de lengua española, Francisco
les dejó una invitación:
“Pidamos a Dios la valentía de Mateo, para que,
también nosotros, al sentir la mirada del Maestro – que nos interpela y nos
descubre cómo somos – seamos capaces de alzarnos de nuestra postración y ser
sus testigos en nuestra vida cotidiana. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa
los cuide. Muchas gracias”
Afecto por el pueblo ucraniano
Tras la catequesis, en su saludo a los fieles de
lengua italiana, el Papa Francisco no dejó de dirigir un pensamiento al drama
que se vive en Ucrania. "No olvidemos a la atormentada Ucrania, siempre en
nuestros corazones – dijo – a este pueblo que experimenta crueles sufrimientos
le expresamos nuestro afecto, nuestra cercanía y nuestra oración".
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