La iglesia del Sagrado Corazón de Manama acogió este domingo el último acto del Papa en Bahréin. El Santo Padre celebró un encuentro de oración y el rezo del Ángelus con los obispos, sacerdotes, consagrados, seminaristas y agentes pastorales del país.
En el encuentro participaron obispos, sacerdotes, consagrados, seminaristas y agentes pastorales (Fotos: Vatican Media). |
El agua dulce del Espíritu
Francisco
empezó destacando en sus palabras la variedad cultural de Bahréin. "Es
hermoso pertenecer a una Iglesia formada de historias y rostros diversos que
encuentran armonía en el único rostro
de Jesús. Y dicha variedad – que he visto en estos días – es el espejo de
este país, de la gente que habita en él, así como del paisaje que lo
caracteriza y que, aun dominado por el desierto, posee una rica y variada
presencia de plantas y de seres vivos", señaló.
El
Papa continuó señalando la importancia del Espíritu en la vida de los hombres.
"Emerge a la superficie nuestra humanidad, demacrada por muchas fragilidades, miedos, desafíos que
debe afrontar, males personales y sociales de distinto tipo; pero en el fondo
del alma, en lo íntimo del
corazón, corre serena y silenciosa el agua dulce del Espíritu, que riega
nuestros desiertos, vuelve a dar vigor a lo que amenaza con secarse, lava lo
que nos degrada, sacia nuestra sed de felicidad. Y siempre renueva la
vida", afirmó.
Por
eso, para Francisco, es importante no olvidar de dónde nace la Iglesia.
"Hermanos y hermanas, recordemos siempre esto: la Iglesia nace allí, nace del costado abierto de Cristo,
de un baño de regeneración en el Espíritu Santo. No somos cristianos por
nuestros méritos o sólo porque nos adherimos a un credo, sino porque en el
Bautismo nos fue donada el agua viva del Espíritu, que nos hace hijos amados de
Dios y hermanos entre nosotros, convirtiéndonos en criaturas nuevas", explicó.
Es
esta unidad donde nace la forma de ser cristianos, relató el Papa. "Las
divisiones del mundo, y también las diferencias étnicas, culturales y rituales,
no pueden dañar o comprometer la unidad del Espíritu. Por el contrario, su fuego destruye los
deseos mundanos y enciende nuestras vidas con ese amor acogedor y compasivo con
el que Jesús nos ama,
para que también nosotros podamos amarnos así entre nosotros", afirmó
Francisco.
Y, con
este espíritu llega una misión. "También nosotros tenemos esta vocación profética; todos los bautizados han recibido el Espíritu y
son profetas. Y como tales no podemos fingir que no vemos las obras del mal,
quedarnos en una vida tranquila para no ensuciarnos las manos. Por el contrario, hemos recibido un Espíritu de
profecía para manifestar el Evangelio con nuestro testimonio de vida",
comentó el Papa, que tuvo unas palabras al finalizar su discurso para la guerra
de Ucrania y para bendecir el acuerdo de paz en Etiopía.
Fuente: ReL