El Obispo de Roma aludió a quienes él mismo definió los “santos de la puerta de al lado”, a los que la Iglesia “indica como modelos, intercesores y maestros”
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Al recibir a
los participantes en el Congreso sobre “La santidad hoy”, el Papa Francisco les
dijo que “los santos no provienen de un ‘mundo paralelo’”, sino que “son
creyentes que pertenecen al pueblo fiel de Dios y que están insertados en la
cotidianidad, compuesta por la familia, el estudio, el trabajo, la vida social,
económica y política”. También recordó el ejemplo de los beatos Juan Pablo I y
Carlo Acutis, sin olvidar a san Francisco de Asís
Al finalizar el Congreso sobre
“La santidad hoy”, el Papa recibió esta mañana – a las 11.30, en la Sala
Clementina del Palacio Apostólico – a los casi trescientos participantes en
esta iniciativa organizada por el Dicasterio para las Causas de los Santos.
Francisco les manifestó su satisfacción por este encuentro a la vez que
agradeció al cardenal Marcello Semeraro, y a los demás superiores, oficiales,
postuladores y colaboradores, provenientes de diversas partes del mundo, lo que
han realizado durante sus jornadas de estudio y reflexión, “propiciadas por la
aportación de valiosos relatores, exponentes del mundo teológico, científico,
cultural y mediático”.
“La
santidad hoy”
Del tema
elegido para este Congreso el Pontífice notó que está en sintonía con la
Exhortación apostólica Gaudete
et exultate, cuyo objetivo es “hacer resonar una vez más el llamado a la
santidad, procurando encarnarlo en el contexto actual, con sus riesgos,
desafíos y oportunidades”.
Se trata –
explicó – de una llamada que “está en el corazón del Concilio Vaticano II, que
ha dedicado un capítulo entero de la Lumen gentium a la
vocación universal a la santidad”. De ahí que tras recordar con este documento
que “todos los fieles, cristianos, de cualquier condición y estado,
fortalecidos con tantos y tan poderosos medios de salvación, son llamados por
el Señor, cada uno por su camino, a la perfección de aquella santidad con la
que es perfecto el mismo Padre” les recordara que:
“También hoy es importante descubrir la santidad en el
pueblo santo de Dios: en los padres que crían con amor a sus hijos, en los
hombres y en las mujeres que realizan con dedicación su trabajo cotidiano, en
las personas que sobrellevan una enfermedad, en los ancianos que siguen
sonriendo y ofreciendo sabiduría. El testimonio de una conducta cristiana
virtuosa, vivida hoy por tantos discípulos del Señor, es para todos nosotros
una invitación a responder personalmente a la llamada a ser santos”
Además, el
Obispo de Roma aludió a quienes él mismo definió los “santos de la puerta de al
lado”, a los que la Iglesia “indica como modelos, intercesores y maestros”. “Se
trata – rememoró – de los santos beatificados y canonizados, que nos recuerdan
a todos que vivir el Evangelio en plenitud es posible y es hermoso”.
“De hecho, la santidad no es un programa de esfuerzos
y de renuncias, no es hacer una gimnasia espiritual, no: es otra cosa; es, ante
todo, la experiencia de ser amados por Dios, de recibir gratuitamente su amor,
su misericordia. Este don divino nos abre a la gratitud y nos permite
experimentar una gran alegría, que no es la emoción de un instante o un simple
optimismo humano, sino la certeza de poder afrontar todo con la gracia y la
audacia que provienen de Dios”
Francisco también les dijo que
“sin esta alegría la fe se reduce a un ejercicio abrumador y triste”; si bien
“teniendo la ‘cara larga’ no se llega a ser santo”, puesto que “se necesita un
corazón generoso y abierto a la esperanza”. Y de esta santidad “rica en buen
humor” – destacó – “nos da ejemplo el nuevo beato Juan Pablo I”. A la vez
que añadió que también “para los adolescentes y los jóvenes también es un modelo
de alegría cristiana el beato Carlo Acutis”, sin olvidar que “siempre nos
edifica en su paradoja evangélica la ‘perfecta alegría’ de san Francisco de
Asís”. Refiriéndose a la santidad que “brota de la vida concreta de las
comunidades cristianas”, el Papa explicó:
“Los santos no provienen de un ‘mundo paralelo’, sino
que son creyentes que pertenecen al pueblo fiel de Dios y que están insertados
en la cotidianidad, compuesta por la familia, el estudio, el trabajo, la vida
social, económica y política”
El
santo o la santa camina y obra sin temores
De manera
que “en todos estos contextos, el santo o la santa camina y obra sin temores o
trabas, cumpliendo en cada circunstancia la voluntad de Dios”. De ahí la
importancia de que “cada Iglesia particular esté atenta a recibir y valorar los
ejemplos de vida cristiana madurados dentro del pueblo de Dios, que desde
siempre ha tenido un particular ‘olfato’ para reconocer estos modelos de
santidad, testimonios extraordinarios del Evangelio”.
“Por tanto, es necesario tener en justa consideración
el consenso de la gente en torno a estas figuras cristianamente ejemplares. De
hecho, los fieles están dotados, por gracia divina, de una innegable percepción
espiritual para identificar y reconocer en la existencia concreta de algunos
bautizados la vivencia heroica de las virtudes cristianas”
También
destacó que “la fama
sanctitatis no proviene en primer lugar de la jerarquía, sino de los
fieles”. Puesto que es el pueblo de Dios, en sus diferentes componentes, el
protagonista de esta fama de santidad de quienes perciben “como testigo de
Cristo y de las bienaventuranzas evangélicas”.
Piedad
popular
Naturalmente
– prosiguió diciendo el Papa – “es necesario verificar que tal fama de
santidad sea espontánea, estable, duradera y difundida en una parte
significativa de la comunidad cristiana”. Y “de hecho, esta es genuina cuando
resiste a los cambios del tiempo, a las modas del momento, y genera siempre
efectos saludables para todos, como podemos constatar en la piedad popular”.
“En nuestros días, el acceso correcto a los medios de
comunicación puede favorecer el conocimiento de la vida evangélica de un
candidato a la beatificación o canonización”
Discernimiento
sabio y perspicaz por parte de todos
“Sin
embargo – explicó Francisco – en el uso de los medios digitales, en particular
de las redes sociales, puede existir el riesgo de forzamientos o
mistificaciones dictadas por intereses poco nobles”. Se necesita “un
discernimiento sabio y perspicaz por parte de todos los que se ocupan de
valorar la calidad de la fama de santidad”.
Por otra
parte, el Pontífice les dijo que “un elemento que comprueba la fama
sanctitatis o la fama
martirii es siempre la fama signorum. Cuando
los fieles están convencidos de la santidad de un cristiano, recurren –incluso
masiva y apasionadamente – a su intercesión celeste; que Dios acoja las
oraciones representa una confirmación de tal convencimiento”.
“Queridos hermanos y hermanas, los santos son perlas
preciosas; están siempre vivos y son actuales, no pierden nunca valor, porque
representan un fascinante comentario del Evangelio”
De la vida
de los santos Francisco afirmó que “es como un catecismo con imágenes, la
ilustración de la Buena Noticia que Jesús ha traído a la humanidad, que Dios es
nuestro Padre y ama a todos con amor inmenso y ternura infinita”.
Y tras citar a san Bernardo,
quien pensando en los santos decía que se sentía arder “con grandes deseos”, el
Santo Padre manifestó el deseo de que “su ejemplo ilumine las mentes de las
mujeres y de los hombres de nuestro tiempo, reavivando la fe, animando la
esperanza y encendiendo la caridad, para que cada uno se sienta atraído por la
belleza del Evangelio y ninguno se pierda en la niebla del sinsentido y de la
desesperación”.
“No quiero terminar sin mencionar una dimensión de la
santidad a la que he dedicado un pequeño capítulo en la Gautete et exsultate:
el sentido del humor. Alguien solía decir: ‘Un santo triste es un triste
santo’: no cuenta. Saber disfrutar de la vida con sentido del humor porque tomar
la parte que te hace reír, de la vida, esto aligera el alma”
“Y hay una
oración que, les recomiendo, récenla: yo la rezo todos los días desde hace más
de 40 años, la oración de Santo Tomás Moro, que – es curioso – está pidiendo
algo por la santidad pero empieza diciendo: 'Señor, dame una buena digestión y
algo que digerir'. Va a lo concreto, pero precisamente toma el humor desde
allí. La oración está en la nota 101 de la Gaudete et exsultate: ahí
está la oración, para que ustedes puedan rezarla”.
Antes de despedirse y de impartirles su bendición encomendándolos a la intercesión maternal de María, Reina de todos los Santos el Papa les dijo que esperaba que estas reflexiones y los requerimientos de su Congreso “puedan ayudar a la Iglesia y a la sociedad a acoger los signos de santidad que el Señor no deja de suscitar, a veces también por los caminos menos pensados. ¡Les agradezco su trabajo!”.
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