Entrevista con Óscar Moreno, un apicultor que ha creado un perfil en Facebook para dar a conocer diferentes caminos de consagración a Dios en la vida contemplativa. Hoy recibe mensajes de personas en búsqueda
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Monje en la Cartuja de Miraflores (España). Dominio público |
Este es precisamente el
título de la página
Facebook que ha creado para dar a conocer los variados y ricos
carismas que tiene la vida contemplativa en la Iglesia católica. Una vida de
búsqueda que quiere compartir en exclusiva con nuestros lectores de
Aleteia.
–
¿Cómo surge tu página de Facebook «Buscadores
de inquietud»?
Previo a este perfil he
usado otros, y conozco lo que hay en la red de Facebook. Y, aunque no es mi
«preferencia», es un medio que puede alcanzar a mucha gente, que de otra manera
no llegaría nunca. La raíz de toda mi motivación es que el mundo muere de sed
mientras yo estoy sentado junto al brocal del pozo…
La realidad de mi
parroquia, de mis pueblos, de mi diócesis es decadente, porque está muy
envejecida y no hay a penas gente joven. Yo sentía que, al menos, debo hacer mi
parte. Nadie
deja caerse la casa encima estando dentro, Va arreglando todo lo que puede. No
se queda mirando a que se caiga… ¡Y menos dentro!
Antes
yo era uno de esos… Vas a misa, te lamentas de que no se haga esto o
aquello… Aunque más bien me excusaba en que debía hacer las cosas otro… ¡El
cura, los catequistas, el obispo o quien sea! Menos yo.
–
¿Está siendo útil?
La utilidad no la podemos
medir los hombres. ¿Qué es útil? Si yo hago mi parte, y pongo alma, vida y
corazón en hacer que el Señor sea cada vez más conocido y amado, ya es útil. Yo
daré a Dios lo que es de Dios. Pero, si quieres, con ayudar a una sola persona,
aunque yo ni siquiera lo sepa, también me doy por satisfecho.
El amor no es útil. Es un fin en
sí mismo. La vida monástica tampoco es útil. Pero el Amor da frutos en beneficio
de todos, y esa parte la hace Dios, no depende de mí.
–
¿Qué dificultad hay para encauzar una vocación religiosa?
Cada persona tenemos
nuestras propias dificultades. Pero yo creo que culturalmente nos vemos
afectados por los mismos males que afectan al matrimonio hoy. Miedo a
equivocarse y perder egoístamente su felicidad. Reflejo de la falsa concepción
de libertad y amor. Libre, ¿para qué? ¡Libre para amar!
Hoy hay miedo a perder
libertad. Que lleva a una falta de compromiso. Y una incapacidad de amar
entregándose gratuitamente. Pues requiere la experiencia fundante del Amor
incondicional y gratuito de Dios, que originariamente debería comunicarse en un
entorno familiar sano. Si alguien se plantea la vocación hoy, debe superar
los criterios culturales para confiar su vida al Amor de Cristo.
El hombre más feliz del
mundo fue Jesús. Y lo fue por la sobreabundancia de Amor en su Corazón. Y Amar,
implica mancharse las manos con los pecadores, hasta dejárselas atravesar… La
vida monástica tiene que dejarse quemar por el Fuego de Amor de Cristo.
Para
superar toda dificultad vocacional, solo hay que dejarse alcanzar por las
llagas de Jesús Enamorado de nosotros. ¡Qué locura! ¡Enamorado de mí! Yo
ingrato… ¡Y Tú, mi Jesús, buscándome!
–
¿Has recibido apoyo?
Se han ido dando algunos
pasos junto a la Fundación
de Clausura.
Mi
idea inicial sería hacer algo diocesano: un grupo diocesano de referencia para
aquellos que tienen curiosidad e interés por conocer la vida consagrada
monástica,
y que se les pudiera ofrecer facilidades para apoyarse en el camino. De manera
que cada mes se ofreciera un encuentro en una comunidad distinta.
La vida monástica carece
de oportunidades para acercase a la gente. Y los jóvenes están sedientos de
Infinito… Aunque no solo los jóvenes.
–
Tu prioridad, ¿son los jóvenes?
Aunque pensaba que los
jóvenes eran la prioridad, ahora veo que hay mucha gente adulta con inquietud
vocacional, de 35 a 45 años. ¡Hay que ayudar a Cristo a calmar su sed de
Amor! ¡Da igual la edad! Jesús llama a su viña hasta la última hora de la
jornada.
La vocación es una
llamada. No la provocan los hombres, y Dios llama cuando quiere. También es
verdad que hay quien va retrasando la respuesta.La edad no es un impedimento. Hay quien
puede entrar de donado cartujo, sin límite de edad, o de oblato trapense, o de
terciario carmelita…
–
¿Cómo aconsejas a una persona que piensa que tiene vocación a consagrarse a
Dios en la vida religiosa?
La
verdad es que creo que no soy quién para dar consejos a quien no conozco, lo
que hago es compartir mi experiencia.
Jamás desalentarse por
causas humanas, propias o ajenas. La vocación tiene dificultades. Y hay que
reconocerlas. Y hay que saber cómo superarlas. La vocación no es un ideal de
vida «modélica» según una regla, constituciones, etc. Ese planteamiento es
egocéntrico. Y es garantía de fracaso. Lo digo por experiencia propia.
Las dificultades son todo
lo que no sea amar a Dios con todo el corazón, el alma y las fuerzas, y así
comunicar el Fuego de su Amor a los demás. Por tanto, ¡dejarse acariciar por
las llagas de Cristo! Lavarse en el Costado de Cristo, manantial de salud a
toda herida o fracaso de amor humano.
–
¿Qué es para ti tener vocación?
La
vocación es una llamada, pero Dios no llama a algo que no podemos vivir. Si llama, da los medios.
Es cosa suya. Él lo hace. La vocación no es cosa de lograr unas capacitaciones
para tener mucho éxito en una forma de vida. No depende de nuestras
capacidades. Se trata de acoger el Amor loco de Dios por mí, cada día en
humildad y confianza.
–
¿Cómo sabes que alguien que llega a ti puede tener vocación?
Yo no lo sé, quién se
siente llamado te lo dice. Es algo entre Dios y el alma.
Hay a veces una intuición, como de una invitación a una intimidad especial con
Cristo. Cómo cuando alguien enamorado te habla de la persona amada…
–
¿Qué le dirías a un lector de Aleteia que crea que tiene vocación?
Repetiría: Jamás
desalentarse por causas humanas, propias o ajenas. Haz tu parte, solo darás
cuenta a Dios de tu vida, no de la del vecino. No esperar paga alguna de los
hombres, sino de Dios.
Matilde Latorre
Fuente: Aleteia