Tal vez te has preguntado por qué en la Iglesia Católica hay algunos templos con el título de basílica y por qué son importantes para la vida de fe. Aquí te lo explicamos.
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Fachada de la Basílica de San Juan de Letrán Foto: Ximena Rondón (ACI Prensa). Dominio público |
A
lo largo de la historia, los Papas han otorgado el título de “basílica” a un
templo por su importancia espiritual e histórica.
Una
basílica es el centro espiritual y de evangelización de una comunidad y sirve
también para difundir una devoción especial a la Virgen María, a Jesús o algún
santo.
Las
basílicas también acogen tesoros sagrados de la Iglesia Católica, como las
tumbas y reliquias de santos; entre otros.
Tipos de
basílica
Existen
cuatro templos que llevan el título de “basílica mayor”. Se encuentran en Roma
y son: la Basílica de San Pedro, la Basílica de Santa María la Mayor, la
Basílica San Pablo de Extramuros y la Basílica de San Juan de Letrán.
Una basílica mayor posee un altar mayor en el que solo el Papa y sus
delegados pueden celebrar la Misa.
Además,
se distingue porque tiene una Puerta Santa que los fieles pueden cruzar durante
un Año Santo para ganar la indulgencia plenaria.
Las
“basílicas menores” son los templos que obtuvieron ese título por una concesión
del Papa o del Dicasterio para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos.
Suelen
ser en su mayoría santuarios y catedrales que reciben una gran cantidad de
peregrinos por los tesoros sagrados que custodian o por su importancia
histórica.
En
total existen más de 1500 basílicas menores en todo el mundo.
Algunas
de las más conocidas en Italia son la de San Lorenzo Extramuros, en Roma; la de
San Francisco y la de Santa María de los Ángeles en Asís.
Algunas
basílicas famosas son la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en México, la
Basílica del Sagrado Corazón en Francia, la Iglesia de la Sagrada Familia en
Barcelona, la Basílica de Nuestra Señora de Luján en Argentina y la Basílica de
Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá en Colombia, por poner solo algunos
ejemplos.
Partes de una basílica
La
parte exterior de una basílica se llama atrio. El vestíbulo interior se llama
nártex y luego le siguen la nave central, donde se congregan los fieles, y las
naves laterales, donde suelen estar los confesionarios, las capillas y el
baptisterio.
En
el ábside, la cabecera del templo, se encuentra el altar mayor, que suele estar
cubierto por un baldaquino, una suerte de cúpula sostenida por cuatro columnas.
El baldaquino más famoso es el de Bernini que está sobre el altar mayor de la
Basílica de San Pedro.
En
algunas basílicas, como San Pedro y San Pablo de Extramuros, debajo del altar
mayor está la tumba de un santo o mártir.
En
la parte trasera del ábside está la sede donde se sienta el Obispo o el Papa,
en caso de que este visite el templo.
En
la parte lateral del ábside están las sacristías.
La
Basílica más antigua del mundo es la de San Juan de Letrán. Fue edificada sobre
el palacio de la familia noble de los Lateranos que le obsequió el emperador
Constantino a la Iglesia Católica.
El
Papa San Silvestre consagró el templo en el año 324.
Fuente: ACI