Después de aplazar en tres ocasiones a causa de la pandemia la Visita Pastoral a los arciprestazgos de Fuentepelayo y Coca-Santa María, hemos podido realizarla durante este curso pastoral.
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Dominio público |
He de decir que, en general,
me he sentido acogido y edificado por el pueblo fiel y sencillo que conforma la
vida de las parroquias a pesar del secularismo y la increencia actual. Doy
gracias a Dios que me ha permitido constatar que la fe está viva, aunque los
creyentes disminuyan.
En algunos pueblos, la gente se ha sorprendido de que el Obispo
les visitara siendo tan pocos. O que me acercara a confirmar a dos o tres
adolescentes. Siempre digo que si esos pocos, o dos o tres adolescentes, son
dignos de ser visitados y confirmados es porque Cristo ha dado la vida por
ellos y tienen el valor de su sangre. La Iglesia se construye siempre con la
fidelidad y el amor.
El pueblo cristiano
disminuye en número. Es verdad. Este hecho, sin embargo, no significa que
disminuya en calidad e intensidad. Admiro a los mayores, algunos casi
centenarios, que participan de la Eucaristía con admirable fidelidad; y me
impresionan las lágrimas de quienes, por estar enfermos o impedidos, no pueden
participar en la Eucaristía presencialmente, como he comprobado en la visita a
sus domicilios. En alguna parroquia he quedado impactado por el cuidado de la
liturgia, hecho con esmero y auténtica piedad. No todas las parroquias tienen
coros, pero no han faltado los cantos para vivir la liturgia como auténtica
fiesta.
En las asambleas que he celebrado, se me ha interpelado sobre el
futuro de las comunidades y del patrimonio de la Iglesia. Saben que hay escasez
de vocaciones, carencia de sacerdotes, y también de recursos económicos para
mantener tantos templos. Ante esta perspectiva de futuro nada esperanzadora,
siempre respondo que la fe pervivirá en la medida en que los cristianos
comprendan que es su mejor tesoro. Allí donde hay un cristiano de verdad
subsiste la Iglesia de Cristo. Y esa presencia de Cristo vivo en los creyentes
disipa cualquier duda sobre le pervivencia de la fe, como sabemos por la
historia de la Iglesia. Hace poco tiempo el Papa Francisco, citando a Benedicto
XVI, decía que el cristianismo del futuro será, al menos en Europa, más
minoritario. Esas minorías, sin embargo, si viven intensamente la fe, serán
esperanza de futuro y, bajo el poder del Espíritu, se convertirán en el nuevo
«resto de Israel», o, como dice Jesús en el «pequeño rebaño» llamado a renovar
el mundo.
Como Obispo de Segovia, quiero dar gracias a Dios por todas y cada de las comunidades que he tenido el honor de visitar y conocer más profundamente. Son el pueblo fiel, libre de ideologías y planteamientos sofisticados, que viven su adhesión a Cristo y su pertenencia a la Iglesia con la clara conciencia de que Dios los ama y nunca los abandona a pesar de las dificultades. Doy gracias a Dios por todos los que aportan lo mejor de sí mismos a sus parroquias y las edifican con el testimonio diario de su entrega. No todo es perfecto, ciertamente. Dios cuenta con nuestra fragilidad y pecado. Pero no hay nada más hermoso que ver a un pueblo cristiano confiado en la presencia del Espíritu. Un pueblo que sabe trasformar su pobreza en riqueza para otros; su fragilidad en fortaleza; su pequeñez, en confianza en Dios.
César Franco