La Virgen convoca cada año a más peregrinos y ya se ronda la cifra del millón
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| Amanecer en el Rocío. Dominio público |
El Rocío es una pequeña aldea de unos 1.500
habitantes situada en el municipio de Almonte,
en la provincia de Huelva. Linda
con el Parque Nacional de Doñana,
una maravillosa reserva por la que pasan la mayoría de los peregrinos en sus
últimos kilómetros de viaje. En el pueblo, el centro de todas las miradas es la ermita blanca y encalada de El Rocío,
donde se venera la imagen de Nuestra
Señora mostrando al Niño Jesús a todos los fieles.
El Domingo de Pentecostés la Iglesia
Católica celebra la Venida del Espíritu
Santo sobre la Virgen y el Colegio Apostólico. «Pentecostés» significa
en griego «quincuagésimo» y se refiere a que ocurrió 50 días después de la
Resurrección de Cristo. Ahí comienza la acción de la Iglesia hasta el fin de
los tiempos.
La
madrugada del Domingo al Lunes de Pentecostés, el próximo día 6 de junio,
se producirá el tradicional «salto de la
reja» para llevar el paso de plata en
procesión.
El Lunes de Pentecostés es la fiesta de Nuestra Señora del Rocío, una
jornada especial para recordar que el Espíritu Santo pudo actuar en la tierra
gracias al sí incondicional de la Virgen, que permitió el Nacimiento del Hijo
de Dios en sus entrañas. El rocío es la capa de humedad que hace fructificar
las semillas en la tierra, y es la metáfora para referirse a la Maternidad
Divina de la Virgen.
La ermita del Rocío permanece abierta todo el año pero sin duda en la
fecha de la fiesta de la Virgen (que cada año varía) tiene su punto álgido.
Miles de peregrinos se ponen en marcha, la mayoría de ellos una semana antes,
para recorrer a pie los kilómetros que sean necesarios: a pie, con carretas y a
caballo son los más tradicionales. Las Hermandades
del Rocío (las hay en los cinco continentes) son las que se
encargan de promover la romería.
A la Virgen del Rocío también se la llama
«Blanca Paloma», en referencia a su pureza virginal, «Virgen de las Marismas»,
que uno puede ver en Doñana, «Lirio de las Marismas»… La imagen fue hallada por un pastor (o cazador, no se sabe) de
Villamanrique de la Condesa en el siglo XV en esa zona que
entonces estaba sin cultivar, y por más que quiso llevarla al pueblo de
Almonte, situado a tres leguas, se quedó dormido y le desapareció: la Virgen
había regresado al punto donde había sido hallada. De ahí que decidieran
levantar ahí la ermita que hoy sigue en pie.
De todos modos, los almonteños piden que
de vez en cuando la Virgen viaje a su pueblo. Esto ocurrió por última vez en el
19 de agosto de 2019, coincidiendo con «el
Rocío chico», ya que desde 1949 se estableció que la Virgen
«bajaría» cada 7 años. Para la ocasión, la Virgen viste de Pastora.
El primer documento acerca de la devoción
al Rocío es el «Libro de montería» que
mandó escribir el rey Alfonso XI,
en el siglo XIV. La romería
del Rocío, por su parte, está documentada desde
1653.
En 2019 se cumplieron cien años de la Coronación Canónica de la Virgen del
Rocío. El religioso, literato y humanista hinojero Juan Francisco Muñoz y Pabón aprovechó
su posición social para promover la coronación de la Virgen y esta se produjo el 8 de junio de 1919, fecha en que el
cardenal Almaraz le colocó la presea de Reina.
La Corona que luce la Virgen presenta la
imagen del Espíritu Santo posándose sobre la Tierra, además de los bustos y
atributos de los Doce Apóstoles.
Para el centenario, la imagen de Nuestra
Señora estrenó traje, manto y corona, como también el Niño, a quien se llama Pastorcito Divino.
El nuevo traje, por su parte, fue elaborado
en el taller de bordados de Fernando
Calderón, de Jerez de la Frontera (Cádiz). Sobre una base de seda
y tisú de plata con más de 2.000 piezas bordadas en oro, se encuentra el escudo
del Papa Francisco, el de la casa del Rey Felipe VI, actual monarca de España,
el de la Hermandad Matriz, el de Almonte y el de Jerez de la Frontera, que es
quien ha costeado el regalo a través de entidades y particulares, desde el
ayuntamiento y su hermandad del Rocío hasta el propio maestro bordador.
El conjunto está lleno de contenido
teológico. En el corpiño, en un destello, se lee la frase del evangelio «Recibid el Espíritu Santo». Pueden verse el
escudo de San Juan Pablo II, que peregrinó al Rocío en 1993, y la frase «Que todo el mundo sea rociero», que fue pronunciada
desde el balcón del templo y dio la vuelta al mundo. También aparecen ráfagas
de sol, atendiendo a la visión de la Virgen que se narra en el Apocalipsis.
Los pabellones y lazos simbolizaban
riqueza y prosperidad en la antigua Roma. Aquí, tal como señaló Fernando
Calderón, han de interpretarse como riqueza
de la fe.
Hay mariposas que son la alegoría del
sueño cumplido, y broches de tembladera con piedras
preciosas.
Tanto en el manto como en el traje, hay
posadas mariposas como alegoría del sueño cumplido. En el caso del vestido,
mariposas bordadas en seda, exentas. En el manto, broches de tembladera
cuajados de piedras preciosas.
Todo parece poco a los rocieros para la
Virgen. En el centenario, también se la embelleció con una nueva corona para
Ella y para el Niño. Se la llama ya Corona
de Amor y ha sido cincelada en la orfebrería de los Hermanos Delgado de Sevilla.
La Corona de Amor lleva imágenes alusivas
a la advocación y a la historia de la devoción rociera. La conforman dos piezas
–el canasto como corona de Reina del cielo y la tierra, y el resplandor como
luz divina–, y destaca el rojo de los rubíes, color litúrgico de Pentecostés. ..............
Dolors Massot
Fuente: Aleteia
