En Tierra Santa los cristianos son una pequeña minoría que además ha ido menguando aún más en estas últimas décadas.
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Basel Baransi, Abdallah Dababneh y Yousef Ibrahim, seminaristas del Patriarcado Latino de Jerusalén / Fotos: PLJ |
Los cristianos son pocos pero sigue
habiendo vocaciones al sacerdocio. Y esto es una gran noticia para los
católicos de Tierra Santa. En
el Patriarcado Latino de Jerusalén, que comprende Israel, los territorios
palestinos, Jordania y Chipre, hay en estos momentos dos seminarios. Por
un lado, está el Patriarcado Latino de Beit Jala y desde hace unos años también
el Seminario Redemptoris Mater, vinculado al Camino Neocatecumenal, pero cuyos
sacerdotes ordenados pertenecen al Patriarcado.
Desde 1852, unos 300 seminaristas han sido ordenados sacerdotes en
los dos seminarios del Patriarcado Latino de Jerusalén, ubicados
respectivamente en Beit Jala y Korazim (Galilea). Ya sean de Tierra Santa o de
otros lugares, todos ellos, a lo largo de los años, han contribuido a mantener
y hacer crecer las comunidades cristianas locales de la Diócesis de Jerusalén.
En un futuro esperan poder unirse a
esta cifra tres de los
seminaristas del seminario de Beit Jala que muestran la realidad única
de la Iglesia Católica en Tierra Santa y su gran singularidad. Se trata de un
israelí, un palestino y un jordano. Los tres conviven y se forman juntos para
ser sacerdotes del Patriarcado Latino.
Basel Baransi tiene
25 años y es natural de Nazaret; Yousef
Ibrahim tiene 26 años y es palestino de Zababdeh; y Abdallah
Dababneh también tiene 26 y es natural de Madaba, en
Jordania. Los tres hablan al Patriarcado Latino de Jerusalén sobre su vocación
al sacerdocio:
-¿Cuándo
ingresaste en el seminario?
-Basel Baransi: Justo después de
graduarme en la escuela secundaria. Estudié con las Hermanas Salesianas en Nazaret, luego entré
al seminario de Beit Jala en 2015.
-Yousef Abrahim: Entré al seminario a
la edad de 14 años y permanecí allí durante tres años. Luego regresé a mi
pueblo, donde estudié en la escuela del Patriarcado Latino. Dos años después, porque sentí la llamada de
Dios y porque sentí que sería más feliz tomando este camino, opté por regresar
al seminario de Beit Jala.
-Abdallah Dababneh: Ingresé al
seminario menor de Beit Jala a la edad de 15 años. Crecí en una familia muy
católica. Mi madre es de fe
ortodoxa griega, pero estuvo muy involucrada en la vida de la parroquia latina
de Madaba. En cuanto a mi padre, siempre nos animó a ir a misa y a
participar en las actividades de la parroquia, a involucrarnos en su
funcionamiento. Debido a que él mismo había pasado por una experiencia similar,
era importante para él que buscáramos conocer y seguir el camino que Dios
diseñó para nosotros, cualquiera que sea la forma que tome.
-¿Por qué
eligió el seminario de Beit Jala?
-Basel Baransi: Cuando llegué aquí en 2015, era de
la fe melquita. Pertenecí a la diócesis de Acre, Haifa, Nazaret y toda
Galilea. Fue el obispo Georges Bacouni, que en ese momento era arzobispo de San
Juan de Acre de los melquitas, quien me envió aquí a Beit Jala, después de que
le dijera mi deseo de convertirme en sacerdote. Más tarde, en 2020, después de
dos años de reflexión y discernimiento, decidí unirme al rito latino. Hoy, creo
que esta elección de confiar en Monseñor Bacouni y aceptar entrar en este
seminario me vino de Dios; y realmente creo que este viaje en el que he estado
desde que llegué a Beit Jala refleja lo que Él ha planeado para mí.
-Yousef Abrahim: Los sacerdotes de
nuestra parroquia de Zababdeh proceden de los seminarios del Patriarcado
Latino, así que sucedió con toda naturalidad. Pero básicamente, si estoy feliz
de estar en Beit Jala es porque es un seminario para todos, que no se limita a
una comunidad. Para mí es
importante poder dirigirme, como sacerdote, no a una comunidad concreta, sino a
todos los habitantes de Tierra Santa, especialmente a los de nuestra
diócesis o a los que forman parte de las comunidades de la región.
-Abdallah Dababneh: No hay ninguna
razón personal en particular. Cuando llegué aquí, Beit Jala era el único
seminario del que había oído hablar. Pero creo que también es la voluntad de Dios; si me
hubieran enviado a otra parte, probablemente no sería quien soy hoy… y creo
profundamente que fue Dios quien lo quiso.
-¿Cómo percibe
el papel de un sacerdote?
-Basel Baransi: Para mí, un sacerdote debe guiar al pueblo
de Dios hacia Dios, a través de las enseñanzas de la Iglesia y los sacramentos.
Un sacerdote es como un pastor que lleva a su rebaño a los lugares adecuados
para pastar y beber; excepto que no ofrece a sus seguidores hierba y agua como
alimento, sino la palabra y las enseñanzas de Dios. Como futuro sacerdote, este
es el objetivo que me doy.
-Yousef Abrahim: Para mí, la función principal de un
sacerdote es ser santo. Aunque cada enfoque es diferente, aunque cada
sacerdote funciona de forma diferente en su papel de líder, en mi opinión todos
deberíamos esforzarnos por alcanzar una forma personal de santidad a nuestro
propio nivel. Nuestra tarea es guiar al pueblo de Dios, y eso significa estar
en relación con Él. Por lo tanto, es nuestro deber tratar siempre de mejorar
esta relación, lo que significa sobre todo tratar de mejorarnos a nosotros
mismos, según la palabra de Dios.
-Abdallah Dababneh: Cuando era
pequeño, veía a los sacerdotes como hombres que congregaban a las personas en
torno a Dios, especialmente a través de la oración. Es algo que siempre he
admirado, tanto que de
niño me vestía como un sacerdote para rezar en casa. Esta fantasía
creció conmigo, maduró, y hoy comprendo que este deseo que tuve de niño, el de
reunir a las personas en torno a Dios y conducirlas hacia Él, me vino de Dios
mismo. Un sacerdote es alguien que está llamado a ser un Alter Christus (otro
Cristo), para llevar a las personas a Dios enseñándoles a conocerlo y
santificándolas a través de los sacramentos.
-¿Qué lo
impulsó a ser sacerdote?
-Basel Baransi: Cuando les dije a mis
padres que quería entrar al seminario, estaban encantados. Siempre he estado
muy involucrado en la vida de mi parroquia, participé en muchas actividades; y
para mí, los sacerdotes
que estuvieron presentes durante este período fueron modelos, hombres a los
que quería seguir.
-Yousef Abrahim: Para ser sincero,
cuando entré en el seminario, lo hice sin sentir ninguna ambición religiosa en
particular. Pero con el tiempo, a fuerza de pensar en ello, de hacerme
preguntas y, sobre todo, de escuchar a los demás, especialmente a mis
consejeros y padres espirituales y, por supuesto, a Dios mismo, finalmente
escuché su llamada. Comprendí
que Él me había elegido, que me llamaba a ponerme a su servicio. Es un
poco como la universidad, de hecho; puedes ser ya un estudiante, piensas en tu
camino, dudas, no sabes realmente hacia dónde ir. Luego, de repente, con el
tiempo, se aclara.
Por supuesto, todos, especialmente
los cristianos, están llamados a ser santos, a entrar en relación con Dios. Y
cada uno tiene su propia manera de hacerlo. Algunos formarán una familia, otros se harán religiosos… En mi
caso, fue la vocación sacerdotal. Al final, mi objetivo es el mismo
que el de todos los demás; la única diferencia es el camino, la vía que he
tomado.
-Abdallah Dababneh: Un día en la
escuela vino el director de vocaciones y el párroco de nuestra parroquia a
preguntarnos quién quería entrar al seminario. Levanté la mano. Muchos de mis
compañeros a mí alrededor lo hicieron… excepto que, en mi caso, sentí algo
especial. Por supuesto, solo entendí esto realmente después de pasar cinco años
en el Seminario Menor de Beit Jala. Me di cuenta que la llamada que había
escuchado ese día en la escuela era diferente a la llamada de los que entraron
aquí y luego se fueron. Fue
una llamada que me dijo, Dios espera algo de ti, algo más.
-¿Tiene alguna
expectativa para su futuro como sacerdote?
-Basel Baransi: No tengo expectativas
particulares. No me
importa a dónde me envíen, mientras esté haciendo lo que Dios me llamó a hacer. Pero
confieso que me atrae mucho la docencia; me gustaría mucho estar destinado aquí
al seminario, y transmitir lo que me han dado a los futuros seminaristas que
llegarán aquí después de mí.
-Yousef Abrahim: Me gustaría ser párroco. Para mí,
esta es la misión más fundamental. Por supuesto, las demás son igual
de importantes y necesarias; pero ser párroco significa trabajar por la
salvación de los demás, por mí mismo, para mantener mi relación con Cristo,
para glorificarlo.
-Abdallah Dababneh: Cuanto más se
acerca el momento de mi ordenación, más me doy cuenta de que no son mis
expectativas lo que importa, sino el hecho de dejar que Dios actúe en mi vida. La vida de un sacerdote es
apasionante; cada día hay una nueva sorpresa… ¡y me encantan las sorpresas! En
el futuro quiero seguir estudiando; También me gusta mucho enseñar sobre Dios,
llevar a la gente a conocerlo también intelectualmente. Pero la vida en una
parroquia también es apasionante, porque me gusta estar cerca de las personas,
apoyándolas tanto en sus momentos felices como en sus dificultades.
Publicado en la web de la
Fundación Tierra Santa.
J. Lozano
Fuente: ReL