La Academia Pontificia de las Ciencias publica una larga declaración sobre la prevención de la guerra nuclear, enumerando los riesgos que ésta conllevaría para toda la humanidad
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Misiles nucleares (Scanrail-stock.adobe.com) |
Nueve puntos de
acción y cuatro llamamientos a los dirigentes nacionales y religiosos, a los
científicos y a los hombres y mujeres de todo el mundo: "la ciencia ayuda
a vivir en paz, detengan la perversión de sus logros".
El llamamiento
se dirige, en primer lugar, a los líderes nacionales, para que "tomen la
iniciativa de poner fin inmediatamente a la guerra en Ucrania e inicien una
resolución pacífica", mirando más allá de "las estrechas
preocupaciones por el beneficio nacional". A continuación, corresponde a
los científicos "desarrollar métodos prácticos de control de armas",
así como a los líderes religiosos seguir "proclamando con fuerza y
persistencia las graves cuestiones humanas que están en juego".
Por último, el
llamamiento es para que los hombres y mujeres de todo el mundo libren una
batalla: la batalla contra "la creencia de que las guerras son
inevitables". La Academia Pontificia de las Ciencias se ha pronunciado
contra el horror al que asiste el mundo desde hace más de cuarenta días en
Ucrania y ha publicado una larga declaración sobre la prevención de la guerra
nuclear, informada por las palabras de Pablo VI y Juan Pablo II y los recientes
llamamientos de Francisco.
Peligros
crecientes
"Las graves desigualdades entre las naciones y dentro de ellas, las miopes ambiciones nacionales o partidistas y el ansia de poder son el germen de un conflicto que puede llevar a una guerra general y nuclear", advierte el organismo vaticano, que enumera los riesgos de la "grave amenaza" de la energía nuclear, planteada por Rusia durante la guerra infligida a Ucrania. En primer lugar, el "creciente peligro de que muchos otros países y grupos terroristas puedan adquirir armas nucleares o desarrollar la capacidad de producirlas".
A continuación,
"la destrucción intencionada o no de centrales nucleares con graves
consecuencias para grandes poblaciones, la fuga incontrolada de residuos
nucleares que pueden utilizarse para las llamadas bombas sucias, el uso
potencial de las llamadas armas nucleares tácticas en los campos de
batalla".
También,
"mantener las armas nucleares en alerta máxima, aumentando potencialmente
la probabilidad de un lanzamiento de armas nucleares, ya sea accidentalmente o
como resultado de una manipulación informática". No menos importante es el
peligro del uso de poderosas armas nucleares y de otro tipo a nivel
internacional más allá de Ucrania, cuando y si la guerra se intensifica.
Aumento de las
armas y pérdida de libertad
"Reconociendo
el derecho natural de los seres humanos a sobrevivir, a vivir con dignidad y a
aspirar a la felicidad, la ciencia debe utilizarse para ayudar a la humanidad a
llevar una vida de prosperidad, plenitud y paz", afirma la Academia
Pontificia de las Ciencias.
En cambio, lo
que vemos es el desarrollo del potencial de las armas nucleares, pero también
de los misiles químicos, biológicos o hipersónicos avanzados diseñados para
evadir los sistemas de defensa existentes. Un "nuevo escenario" que
implica "una grave pérdida de humanidad y libertad, así como una mayor
vulnerabilidad, no sólo de los individuos, especialmente los no
beligerantes", como los niños, las mujeres, los ancianos y los enfermos
"indiscriminadamente aterrorizados u obligados a emigrar", sino de
todo el planeta.
Ciencia y
conciencia
Es un problema
de ciencia y de conciencia. La conciencia misma, señala el documento, no puede
justificar el uso de "poderes destructivos que infligen la muerte en todas
partes para "civilizar" y "moralizar" o simplemente
ocupar". Por su parte, la ciencia tiene el deber de "contribuir a
evitar la perversión de sus logros":
"La
investigación y la ciencia sobre la superación y la prevención de las guerras,
así como la ciencia de la promoción de la paz -no sólo la ausencia de guerras-
deben ser un objetivo de todas las disciplinas científicas". En cambio,
los dirigentes y los gobiernos tienen la responsabilidad de evitar por todos
los medios "la catástrofe de la guerra nuclear y la escalada de las
guerras convencionales que ni siquiera perdonan a las poblaciones
civiles", manifiesta la Academia Vaticana, que al mismo tiempo pide a la
propia humanidad que "actúe para su supervivencia", promoviendo el
diálogo, el derecho internacional, la negociación y todos los demás medios
pacíficos.
Salvatore
Cernuzio - Ciudad del Vaticano
Vatican News