En la apertura de la Asamblea Plenaria de la CEE, el purpurado critica la cultura de la cancelación, que genera «un clima asfixiante» para quien discrepe de «los nuevos dogmas»
25 de abril 2022, Foto: Fandiño |
El presidente
de la Conferencia Episcopal Española (CEE) y arzobispo de Barcelona, cardenal
Juan José Omella, ha recordado durante la apertura de la Asamblea Plenaria de
la CEE que las víctimas de abusos son su «prioridad absoluta» y reitera su
«humilde petición de perdón por cada caso».
En este
sentido, el purpurado ha defendido la auditoría encargada al despacho de
abogados Cremades & Calvo-Sotelo, cuyo objetivo es «abordar el drama de los
abusos y mejorar los procedimientos que las diferentes entidades eclesiales han
puesto en marcha». «Con este paso se añade transparencia, rigor técnico y
consistencia jurídica a la hora de abordar un drama que para la Iglesia es
lacerante», ha añadido en su discurso.
Dicho esto, ha
apuntado que este asunto constituye «una auténtica lacra social» que requiere
«un análisis completo y un buen diagnóstico, libre de demagogias y sectarismo
ideológicos». Omella ha comparado este fenómeno con el de la esclavitud: «Es
una esclavitud que afecta a toda la sociedad, de la que estamos tomando
conciencia y en la que lamentablemente algunos miembros de la Iglesia también
han participado. Ha sucedido como pasó con el drama de la esclavitud, cuando la
sociedad tardó muchísimos años en tomar conciencia de esta práctica terrible,
denigrante y que tanto sufrimiento ocasionó».
Al hilo de esta
cuestión, un grupo de cristianos de base ha hecho entrega en la sede de la CEE,
mientras los obispos participaban en la Eucaristía, de un escrito en el que
reclaman una comisión de la verdad que ponga luz sobre este drama.
Durante el
discurso, el presidente de los obispos españoles ha recorrido todos los temas
de actualidad a nivel social y político: la guerra en Ucrania, la crisis
económica, la cultura de la cancelación y los límites a la libertad de
expresión, los medios de comunicación o la desconfianza en la política. También
asuntos eclesiales como la sinodalidad, los jóvenes o la familia.
Guerra en
Ucrania
Ante la
invasión rusa de Ucrania, que ha condenado explícitamente, ha recalcado que «la
tarea de las Iglesias y comunidades religiosas en medio de esta tragedia
debería contribuir a acelerar la consecución de la paz, basada en la justicia,
en la verdad y en el perdón». Y ha añadido: «Es necesario reivindicar la
democracia y el orden internacional basado en el derecho. Eso requiere
liderazgo y un cambio cultural moral para recuperar los pilares sobre los que
ha nacido el proyecto europeo, un camino de comunión que respete la diferencia.
Como Iglesia y desde las innegables raíces cristianas de Europa, queremos
aportar nuestra visión, nuestra colaboración leal y nuestra experiencia».
En este
sentido, ha alabado la respuesta ante el drama de los refugiados, sobre todo
mujeres, mayores y niños, abocados a abandonar Ucrania para salvar la vida. Ha
reconocido que «va a ser necesario un esfuerzo sostenido en el tiempo» y
asegurado la colaboración de la Iglesia, pero ha reclamado «una acción más
coordinada entre todos los actores públicos y privados».
Por otra parte,
ha reconocido que que la situación económica y social en nuestro país es
difícil. Tras reconocer el trabajo de Cáritas Española, que cumple 75 años, ha
afirmado que los tiempos actuales «exigen a todos una mayor solidaridad, así
como una mayor cohesión social y política que aleje de frentismos y de
polarizaciones ideológicas o políticas». «Es tiempo de unidad en las búsqueda
del bien común», ha apostillado.
También sobre
nuestro país, ha constatado «un hartazgo social ante la falta de acuerdo entre
los grandes partidos y ante la incapacidad de colaboración», así como que la
desconexión entre la clase política y la gente «aumenta». «Existe el riesgo de
que la convicción de que la democracia es el mejor sistema político posible se
diluya», ha agregado.
Cultura de la
cancelación
Otra de las
cuestiones que ha tocado durante su intervención es la de la cultura de la
cancelación. Ha denunciado «un clima asfixiante para quien se atreva a
discrepar de los nuevos dogmas». «La Iglesia promueve el respeto a la diferencia
y defiende el principio de subsidiariedad del Estado, permitiendo defender
respuestas y soluciones diversas a las políticamente correctas», ha abundado.
El purpurado ha
puesto el ejemplo del aborto para afirmar que un Estado, «en lugar de potenciarlo,
debería proteger con ayudas económicas y sociales a quien decida dar a luz una
nueva vida». Según ha dicho, al Estado «no le corresponde hacer proselitismo
del aborto, sino garantizar la libertad y la asistencia a la persona sea cual
sea su decisión».
Sobre esta
cuestión, ha enumerado aquellos temas que son «objeto de fricción» entre la
Iglesia y la ideología dominante, y que esta última rechaza: la visión católica
del ser humano, la moral sexual, la identidad y misión de la mujer en la
sociedad y la familia formada entre un hombre y una mujer. «Estos son aspectos
por los que estamos enormemente cuestionados por algunas ideologías, que no
toleran la visión de la Iglesia y la menosprecian. Podemos pensar diferente sin
tener que ser atacados. Todos merecemos respeto», ha sentenciado.
Además, Omella
ha defendido la objeción de conciencia como «un derecho necesario en la vida
democrática, una garantía de verdadera convivencia, ya que permite un espacio
seguro para todos». También ha explicado que es paradójico que «mientras
nuestra cultura exalta una libertad sin vínculos, se pretenda reducir el
ejercicio concreto y real de la libertad».
Sinodalidad
Una los
eclesiales que ha abordado es el de la sinodalidad, que, según ha dicho, «no es
el de las mayorías simples de votos, sino el camino más lento, pero más seguro
y firme, del consenso».
«Esta nueva forma de gobierno corresponsable puede ayudar a renovar nuestras democracias. Necesitamos una democracia que descubra el diálogo auténtico y respetuoso, la escucha real, la reflexión profunda y sosegada sobre los temas importantes, y no las prisas a las que someten los lobbies de diversas ideologías», ha concluido.
Fran Otero
Fuente: Alfa y Omega