La Madre de Jesús, llamada Myriam (en hebreo "la amada de Dios") ocupa un lugar privilegiado en la Iglesia, permaneciendo en absoluta discreción ante su Hijo. Pero, ¿qué sabemos de su infancia?
La infancia de la Virgen, por Francisco Zurbarán HERITAGE IMAGES | AURIMAGES |
¿La Biblia no
detalla nada sobre los orígenes de María? Sabemos que nació de santa Ana y san
Joaquín.
Sus padres la llamaron Myriam. Y probablemente vivió en Nazaret, un pequeño pueblo
de Galilea, unque otras tradiciones también sugieren las ciudades de Jerusalén,
con la supuesta «casa de Ana» o incluso Belén.
Sin embargo, de
la lectura de los diferentes evangelios no se desprende nada más acerca de este
personaje. ¡Y es el segundo más importante en la Iglesia después de Jesús!
Sólo la
tradición de los evangelios apócrifos propone algunos elementos
adicionales. Y estos -aun sin pertenecer al dogma de fe- iluminan un poco lo
que pudo haber sido la infancia de la Madre de Dios.
Así, el Protoevangelio
de Santiago especifica que Joaquín no lograba consolarse de la
esterilidad de su esposa Ana.
Pero estando
Joaquín ausente, en el desierto, durante cuarenta días, el ángel del Señor se
apareció a su esposa para anunciarle que pronto engendraría.
Así se
perpetuaría la larga dinastía de mujeres estériles de la Biblia escuchadas por
el Señor y puestas por él en condición para dar nacimiento a criaturas
destinadas a existencias gloriosas.
Según la tradición,
María nació, pues, siete meses después de este santo anuncio. La fiesta de
la Natividad de la Virgen se celebra cada año el 8 de
septiembre.
La Inmaculada
Concepción
En 1854, la
declaración del dogma de la Inmaculada Concepción formalizó de alguna manera lo
que aquellos escritos apócrifos dicen de la infancia de María. El papa Pío IX
decretó, en la bula Ineffabilis Deus:
«Declaramos,
pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen
María, en el primer instante de su concepción, fue por singular gracia y
privilegio de Dios omnipotente en previsión de los méritos de Cristo Jesús,
Salvador del género humano, preservada inmune de toda mancha de culpa original,
ha sido revelada por Dios, por tanto, debe ser firme y constantemente creída
por todos los fieles.»
La fiesta de
la Inmaculada Concepción, rechazada por ortodoxos y
protestantes, se instauró el 8 de diciembre, nueve meses antes de la Natividad
de la Virgen.
Esta pureza
original de María se prolongaría con la de la concepción de su santo hijo, para
expresar lo que se habla de la Encarnación.
Si los textos
canónicos no nos ofrecen más detalles sobre la joven María, no debemos dudar
sin embargo de que la joven, dócil a sus padres, tuvo que mostrar piedad y
fervor desde los primeros años de su vida. Una infancia digna de una vida de
total docilidad a Dios.
Philippe-Emmanuel
Krautter
Fuente: Aleteia