Una familia de Ribadumia, en la diócesis de Santiago de Compostela, vive con don Dositeo, su párroco, de 101 años, en la casa rectoral
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Dominio público |
Cruz siempre ha vivido a 30 pasos de la casa de don Dositeo Valiñas, y ha estado vinculada a la parroquia como catequista, labor que sigue haciendo a día de hoy. «Siempre hemos tenido una relación muy estrecha, tanto en la parroquia como en su casa, como cuando nos invitaba a tomar café los domingos. Son ya muchos años con él», dice Cruz.
Esta cercanía se acentuó aún más cuando el cura empezó a padecer una úlcera en una pierna y necesitaba más cuidados. Eso fue ya después de que Cruz se casara con Moncho y tras tener a dos hijos, uno de los cuales falleció hace años.
Fue una época en la que don Dositeo y esta familia se acercaron todavía más. «No queríamos dejarle solo y él nos necesitaba, y nosotros a él también. Fue todo muy natural. Empezamos viniendo a comer y luego tomamos la decisión juntos de venirnos a vivir. Nosotros siempre pensamos que cuando se pusiera enfermo nos lo traeríamos a nuestra casa, pero ha sido al revés», dice ella.
Cruz afirma que, en general, la gente del pueblo y los parroquianos están contentos con este acuerdo, «porque él está muy cuidado, y don Dositeo dice siempre que se encuentra muy acompañado».
A pesar de sus 101 años, don Dositeo sigue celebrando la Misa, y aunque a veces «está pachucho y se enfada», Cruz afirma que «es bueno y cariñoso, y siempre pide perdón y da gracias por todo». Al final, para ella, esta convivencia tan particular «es una forma de acompañarnos todos a todos».
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Fuente: Alfa y Omega