Hace 75 años, el 2 de febrero de 1947, Pío XII publicó la Constitución Apostólica Provida Mater Ecclesia, en la que reconocía los institutos seculares como una nueva forma de consagración oficial en la Iglesia
Foto de archivo/Vatican News |
Hoy, en una
Carta, el Papa Francisco relanza la "laicidad santa" de sus miembros,
perfila sus tareas y anuncia que clausurará personalmente los trabajos de su
próxima Asamblea.
Primero la
Constitución Apostólica Provida Mater Ecclesia y luego un Motu Proprio Primo
feliciter. Entre 1947 y 1948, Pío XII reconocía así una importante forma de
testimonio entre los "católicos laicos comprometidos de manera
particular" desde el siglo pasado y, señalándolos como
"Institutos", extraía "la identidad específica del carisma"
procedente de la secularidad, definida como la "razón de ser" de los
propios Institutos.
Confiere así
-recuerda hoy Francisco al inicio de la Carta dirigida a la presidenta de la
Conferencia Mundial de Institutos de Vida Consagrada, Jolanta Szpilarewicz-
"plena legitimidad a esta forma vocacional de consagración en el
siglo".
"El
documento de Pío XII fue en cierto sentido revolucionario", reitera el
Santo Padre, retomando la expresión que utilizó en 2017 en un Mensaje a los
participantes en la Conferencia Italiana de Institutos Seculares: "Han
pasado los años y muchos han sido los cambios producidos en la Iglesia, en los
movimientos y en las comunidades".
Desde aquí, por
tanto, mirando al presente, el Papa les agradece por su servicio y su
testimonio prestado que se renovará también en la próxima Asamblea en
preparación, a la que -anuncia en la carta- "acudiré con gusto al final de
los trabajos".
El Espíritu
Santo renueve la fuerza creativa y profética
"Querida
hermana -escribe Francisco dirigiéndose a Jolanta Szpilarewicz-, deseo
invitarla, sobre todo en los próximos meses, a invocar de manera especial al
Espíritu Santo para que renueve en cada miembro de los institutos seculares la
fuerza creativa y profética que hizo de ellos un gran don para la Iglesia antes
y después del Concilio Vaticano II".
No confundir la
consagración con la vida religiosa
Asimismo, el
gran reto que el Papa prevé para los Institutos está en la "relación entre
secularidad y consagración": para la consagración es fácil
"asimilaros con los religiosos", -explica Francisco- pero "me
gustaría que los caracterizara vuestra profecía inicial, en particular el
carácter bautismal que connota a los Institutos seculares laicos":
«Sois animados,
queridos miembros de los Institutos Seculares Laicos, por el deseo de vivir una
"laicidad santa", porque sois una institución laica. Sois uno de los
carismas más antiguos y la Iglesia siempre os necesitará. Pero su consagración
no debe confundirse con la vida religiosa. El bautismo constituye la primera y
más radical forma de consagración».
El bautismo
-subraya el Papa- es la fuente de toda forma de consagración: nos hace
"pertenecer a Cristo" y, por tanto, "santos". De hecho, es
a través del bautismo que "nos fundamos en una comunión eterna con Dios y
entre nosotros":
"Esta
unión irreversible es la raíz de toda santidad, y es también la fuerza para
separarnos a su vez de la mundanidad. El bautismo es, pues, la fuente de toda
forma de consagración", escribe el Santo Padre.
No se
institucionalicen nunca
Sus votos
-continúa Francisco- son el "sello de su compromiso con el Reino" y
la especificidad de su carisma como Institutos Seculares les llama a ser
"radicales" pero también "libres y creativos" en su
testimonio. De ahí la firme recomendación del Pontífice: "¡Sois
institutos, pero nunca se institucionalicen!". Pero al hecho de tener que
estar vinculados a la secularidad, el Papa añade otro elemento de identidad:
"Sois como la "semilla y levadura", pero no anónimos" como
se suele decir:
"Prefiero
decir que estáis escondidos dentro de las realidades, como la semilla en la
tierra y la levadura en la masa. Y no se puede decir que una semilla o una
levadura sean anónimas. La semilla es la premisa de la vida, la levadura es el
ingrediente esencial para que el pan sea fragante. Por eso os invito a
profundizar en el sentido y el modo de vuestra presencia en el mundo y a
renovar en vuestra consagración la belleza y el deseo de participar en la
transfiguración de la realidad".
Llevar el mundo
a la Iglesia, como "antenas" que transmiten
Pero también
hay un nuevo horizonte que el Pontífice abre, un "nuevo paso" para
dar: si originalmente se optó por dejar las sacristías, hoy el compromiso es
hacer presente el mundo (¡no la mundanidad!) en la Iglesia:
«Muchas
cuestiones existenciales han llegado tarde a las mesas de los obispos y
teólogos. Vosotros habéis experimentado muchos cambios por adelantado. Pero
vuestra experiencia aún no ha enriquecido lo suficientemente a la Iglesia. El
movimiento de la profecía que os desafía hoy es el paso sucesivo a aquel que os
vio nacer. No se trata de volver a la sacristía, sino de ser "antenas
receptivas", que transmiten mensajes».
Antídoto contra
la autorreferencialidad, sed testigos que atraigan
En cuanto al
modo de vivir la religiosidad, Francisco aprovecha también para confiar a
quienes pertenecen a los Institutos de Vida Consagrada una tarea respecto a la
"degradación social y ecológica en la que se encuentra el mundo de
hoy", "a causa de una religiosidad vivida de manera impropia".
El Papa habla de una "mentalidad religiosa autorreferencial y cerrada,
desencarnada e indiferente":
"Pienso en
vosotros como un antídoto para esto. La secularidad consagrada es un signo
profético que nos exhorta a revelar el amor del Padre con nuestra vida más que
con palabras, a mostrarlo diariamente en los caminos del mundo. Hoy no es tanto
el momento de los discursos persuasivos y convincentes; es sobre todo el
momento del testimonio porque, mientras la apología divide, la belleza de la
vida atrae. ¡Sed testigos que atraigan!
Como centinelas
que miran hacia arriba y hacia delante
La secularidad
consagrada está llamada -añade- a traducir en la práctica las imágenes
evangélicas de la levadura y la sal. La invitación del Papa es, pues, a ser
"levadura de verdad, de bondad y de belleza", "sal que da sabor,
porque sin sabor, deseo y maravilla la vida permanece insípida y las
iniciativas estériles". Luego, recordando las palabras de Pablo VI,
Francisco renueva una petición:
San Pablo VI
dijo: "Ustedes son un ala avanzada de la Iglesia en el mundo". Os
pido hoy que renovéis este espíritu de anticipación del camino de la Iglesia,
que seáis centinelas que miran hacia arriba y hacia delante, con la Palabra de
Dios en el corazón y el amor a los hermanos en las manos. Estáis en el mundo
para dar testimonio de que es amado y bendecido por Dios. Estáis consagrados
para el mundo, que espera vuestro testimonio para acceder a una libertad que da
alegría, que alimenta la esperanza, que prepara el futuro.
Gabriella Ceraso - Ciudad del Vaticano
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