Virginia Álvarez ha vivido un año 2021 complicado, y no sólo porque la pandemia de coronavirus siga sin remitir sino porque le detectaron dos cánceres distintos y de manera simultánea.
Virginia Álvarez en Torreciudad, donde acudió a dar gracias a la Virgen |
“Creo
que la oración a la Virgen no solo contribuyó a mi curación, sino que también me ha ayudado a
enfrentarme a la enfermedad con fortaleza de ánimo, a aceptar con serenidad el
deterioro de mi propio cuerpo y el hecho de que la muerte ha de llegar de forma
tan natural como llegó la vida”, afirma esta mujer.
Una vez curada ha
acudido con su familia a Torreciudad para dar las gracias
a la Virgen por sanar su cuerpo y fortalecer su espíritu.
Este es el testimonio que relata
en primera persona y que publica la web
del santuario mariano:
«Quiero compartir con vosotros la seguridad
de que la Virgen está ahí»
La mayor parte de este año 2021
ha sido difícil para mí y mi familia. Me detectaron dos procesos cancerígenos
independientes, pero coincidentes en el tiempo.
Enfrentarse a la enfermedad te hace necesariamente recapacitar. Me di cuenta de mi vulnerabilidad: nada podía hacer. Yo siempre lo he solucionado todo estudiando, aprendiendo a enfrentarme a los nuevos retos, aplicando la racionalidad a los problemas, trabajando hasta el agotamiento si era necesario. Pero esta vez eso no era suficiente.
Tras las lágrimas y la angustia inicial tomé
varias decisiones; la primera fue que tenía que confiar, entregarme a los que
sabían qué hacer en situaciones como ésta. La segunda que debía serenarme,
sosegarme, respirar, esperar. Y la tercera que debía esmerarme en no amargar la
vida a mis seres queridos, no quebrar su esperanza, su optimismo.
Finalmente,
todo ha salido bien.
He tenido (tengo) la suerte de contar con la mejor familia del mundo: mi marido
y mis hijos (“mis hombres”, como me gusta llamarles), mis fantásticos hermanos,
cuñados, primos, sobrinos… También he contado con un equipo médico maravilloso,
el del Hospital de Fuenlabrada (Madrid), al que desde aquí quiero enviar un
cariñoso abrazo.
Durante este periodo, recé
mucho, mucho. Hubo mucha gente que rezó por mí. Y mi
querida cuñada me encomendó con serenidad a la Virgen de Torreciudad. Rezó
por mí, y no lo hizo sola, ya que encontró el apoyo de la comunidad de la que
forma parte.
Creo que la oración a la Virgen
no solo contribuyó a mi curación, sino que también me ha ayudado a enfrentarme
a la enfermedad con fortaleza de ánimo, a aceptar con serenidad el deterioro de
mi propio cuerpo y el hecho de que la muerte ha de llegar de forma tan natural
como llegó la vida. Rezo cada mañana dando gracias a Dios por
la oportunidad de vivir un nuevo día, y cada noche por haber podido vivirlo.
Hemos ido en familia, guiados por mi cuñada, al santuario de Torreciudad a dar gracias a la Virgen, por haber curado mi cuerpo y fortalecido mi espíritu. Nos hemos sentido acogidos, escuchados, y quiero compartir con todos vosotros la seguridad de que la Virgen está ahí, la comunidad está ahí, la familia está siempre ahí, que no estamos solos.
Fuente: Cari Filii