“Escuchar con los oídos del corazón”
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Se hizo público
el mensaje del Papa para la 56ª Jornada mundial de las Comunicaciones Sociales
que se celebrará el próximo 29 de mayo. Escuchar más voces, escribe Francisco,
escucharse mutuamente también en la Iglesia, “nos permite ejercitar el arte del
discernimiento”, y “orientarse en medio de una sinfonía de voces”. Y afirma que
mucha “desconfianza” acumulada hacia la “información oficial” ha causado una
“infodemia”, por lo que es cada vez más difícil hacer
“Escuchar
con los oídos del corazón”. Así se titula el mensaje que el Santo Padre firmó este 24 de enero –
memoria de San Francisco de Sales, Doctor de la Iglesia, fundador de la Orden
de la Visitación y patrono de la prensa católica – con motivo de la 56ª Jornada
mundial de las Comunicaciones Sociales que se celebrará el próximo 29 de mayo.
En este mensaje – rubricado en San Juan de Letrán, catedral de Roma – el Papa
comienza recordando que el año pasado “reflexionamos sobre la necesidad de ir y
ver para descubrir la realidad y poder contarla a partir de la experiencia de
los acontecimientos y del encuentro con las personas”.
“Siguiendo en esta línea, deseo ahora centrar la
atención sobre otro verbo, ‘escuchar’, decisivo en la gramática de la
comunicación y condición para un diálogo auténtico”
Escuchar sigue siendo esencial para la comunicación
El
Pontífice explica que “estamos perdiendo la capacidad de escuchar a quien
tenemos delante”, y que “la escucha está experimentando un nuevo e importante
desarrollo en el campo comunicativo e informativo, a través de las diversas
ofertas de podcast y chat audio, lo que
confirma que escuchar sigue siendo esencial para la comunicación humana”.
Francisco
alude a un ilustre médico acostumbrado a curar las heridas del alma, quien ante
la pregunta de “cuál era la mayor necesidad de los seres humanos”, respondió:
“El deseo ilimitado de ser escuchados”. De manera que se trata de “un deseo que
a menudo permanece escondido, pero que interpela a todos los que están llamados
a ser educadores o formadores, o que desempeñen un papel de comunicador”, o sea
“los padres y los profesores, los pastores y los agentes de pastoral, los
trabajadores de la información y cuantos prestan un servicio social o
político”.
Escuchar con los oídos del corazón
Tras
destacar que de “las páginas bíblicas aprendemos que la escucha no sólo posee
el significado de una percepción acústica, sino que está esencialmente ligada a
la relación dialógica entre Dios y la humanidad”, hasta el punto que “San Pablo
afirma que la fe proviene de la escucha”, el Santo Padre escribe:
“La iniciativa es de Dios que nos habla, y nosotros
respondemos escuchándolo; pero también esta escucha, en el fondo, proviene de
su gracia, como sucede al recién nacido que responde a la mirada y a la voz de
la mamá y del papá. De los cinco sentidos, parece que el privilegiado por Dios
es precisamente el oído, quizá porque es menos invasivo, más discreto que la
vista, y por tanto deja al ser humano más libre”
Además,
el Pontífice afirma que “la escucha corresponde al estilo humilde de Dios”, que
“Dios ama al hombre” y que por esta razón “le dirige la Palabra” e “inclina el
oído para escucharlo”. Mientras “el hombre, por el contrario, tiende a huir de
la relación, a volver la espalda y cerrar los oídos para no tener que
escuchar”.
“El negarse a escuchar termina a menudo por
convertirse en agresividad hacia el otro, como les sucedió a los oyentes del
diácono Esteban, quienes, tapándose los oídos, se lanzaron todos juntos contra
él”
Dios siempre se revela comunicándose gratuitamente
Francisco
recuerda que “Jesús pide a sus discípulos que verifiquen la calidad de su
escucha”, que los exhortan a ello “después de haberles contado la parábola del
sembrador, dejando entender que no basta escuchar, sino que hay que hacerlo
bien” y glosando un parágrafo de su exhortación apostólica Evangelii
gaudium – del 2013 sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual –
añade que “sólo prestando atención a quién escuchamos, qué escuchamos y cómo
escuchamos podemos crecer en el arte de comunicar, cuyo centro no es una teoría
o una técnica, sino la ‘capacidad del corazón que hace posible la proximidad’”.
Ejemplos del rey Salomón y los santos Agustín y
Francisco de Asís
Además,
el Santo Padre pone de manifiesto que “todos tenemos oídos, pero muchas veces
incluso quien tiene un oído perfecto no consigue escuchar a los demás”. De ahí
su afirmación:
“Existe realmente una sordera interior peor que la
sordera física. La escucha, en efecto, no tiene que ver solamente con el
sentido del oído, sino con toda la persona”
Recuerda
asimismo que el rey Salomón “demostró sabiduría porque pidió al Señor que le
concediera un corazón capaz de escuchar” y que “san Agustín invitaba a escuchar
con el corazón (corde audire), a acoger las palabras no exteriormente en
los oídos, sino espiritualmente en el corazón”. Mientras San Francisco de Asís
exhortaba a sus hermanos a “inclinar el oído del corazón”.
“No podemos sino escuchar lo que nos hace únicos en la
creación: el deseo de estar en relación con los otros y con el otro. No estamos
hechos para vivir como átomos, sino juntos”
La escucha como condición de la buena comunicación
Por
otra parte, al considerar que existe “un uso del oído que no es verdadera
escucha, sino lo contrario: el escuchar a escondidas”, “una tentación siempre
presente y que hoy, en el tiempo de las redes sociales, parece haberse
agudizado”, como es el hecho de “escuchar a escondidas y espiar,
instrumentalizando a los demás para nuestro interés”, el Papa escribe:
“Lo que hace la comunicación buena y plenamente humana
es precisamente la escucha de quien tenemos delante, cara a cara, la escucha
del otro a quien nos acercamos con apertura leal, confiada y honesta”
Por
esta razón lamenta que “la falta de escucha”, que experimentamos “en la vida
cotidiana”, es evidente también “en la vida pública, en la que, a menudo, en
lugar de oír al otro, lo que nos gusta es escucharnos a nosotros mismos”. Se
trata de “síntoma”, afirma el Papa, de que: “Más que la verdad y el bien, se
busca el consenso; más que a la escucha, se está atento a la audiencia. La
buena comunicación, en cambio, no trata de impresionar al público con un
comentario ingenioso dirigido a ridiculizar al interlocutor, sino que presta
atención a las razones del otro y trata de hacer que se comprenda la
complejidad de la realidad”.
“Es triste cuando, también en la Iglesia, se forman
bandos ideológicos, la escucha desaparece y su lugar lo ocupan contraposiciones
estériles”
El diálogo es un “duálogo”, un monólogo a dos voces
En
“muchos de nuestros diálogos – prosigue el Pontífice en su Mensaje – no nos
comunicamos en absoluto. Estamos simplemente esperando que el otro termine de
hablar para imponer nuestro punto de vista”. Y como señala el filósofo Abraham
Kaplan, el Papa recuerda que:
“Diálogo es un ‘duálogo’, un monólogo a dos voces. En
la verdadera comunicación, en cambio, tanto el tú como el yo están ‘en salida’,
tienden el uno hacia el otro. Escuchar es, por tanto, el primer e indispensable
ingrediente del diálogo y de la buena comunicación”
De
ahí la importancia de recordar que “no se comunica si antes no se ha escuchado,
y no se hace buen periodismo sin la capacidad de escuchar”. De manera que “para
ofrecer una información sólida, equilibrada y completa es necesario haber
escuchado durante largo tiempo”.
“Para contar un evento o describir una realidad en un
reportaje es esencial haber sabido escuchar, dispuestos también a cambiar de
idea, a modificar las propias hipótesis de partida”
Como
escribe el Obispo de Roma, sólo “si se sale del monólogo se puede llegar a esa
concordancia de voces que es garantía de una verdadera comunicación”, además de
la necesidad de “escuchar diversas fuentes”, son “conformarnos con lo primero
que encontramos” para asegurar “fiabilidad y seriedad a las informaciones que
transmitimos”.
“Escuchar más voces, escucharse mutuamente, también en
la Iglesia, entre hermanos y hermanas, nos permite ejercitar el arte del
discernimiento, que aparece siempre como la capacidad de orientarse en medio de
una sinfonía de voces”
Recuerdo del cardenal Agostino Casaroli
Ante
la pregunta de “¿por qué afrontar el esfuerzo que requiere la escucha?”,
Francisco recuerda al gran diplomático de la Santa Sede, el cardenal Agostino
Casaroli, quien hablaba del “martirio de la paciencia”, necesario para
escuchar y hacerse escuchar en las negociaciones con los interlocutores más
difíciles, con el fin de obtener el mayor bien posible en condiciones de
limitación de la libertad. “También en situaciones menos difíciles, la escucha
requiere siempre la virtud de la paciencia, junto con la capacidad de dejarse
sorprender por la verdad – aunque sea tan sólo un fragmento de la verdad –de la
persona que estamos escuchando”.
“Sólo el asombro permite el conocimiento. Me refiero a
la curiosidad infinita del niño que mira el mundo que lo rodea con los ojos muy
abiertos. Escuchar con esta disposición de ánimo – el asombro del niño con la
consciencia de un adulto – es un enriquecimiento, porque siempre habrá alguna
cosa, aunque sea mínima, que puedo aprender del otro y aplicar a mi vida”
“Infodemia” causada por la información oficial
Hacia
el final de su Mensaje Francisco también afirma que “la capacidad de escuchar a
la sociedad es sumamente preciosa en este tiempo herido por la larga pandemia”.
“Mucha desconfianza acumulada precedentemente hacia la ‘información oficial’ –
escribe – ha causado una ‘infodemia’, dentro de la cual es cada vez más difícil
hacer creíble y transparente el mundo de la información”.
“Es preciso disponer el oído y escuchar en
profundidad, especialmente el malestar social acrecentado por la disminución o
el cese de muchas actividades económicas”
El problema de las migraciones
En
cuanto a “la realidad de las migraciones forzadas”, el Santo Padre admite que
se trata de “un problema complejo”, del que “nadie tiene la receta lista para
resolverlo”. Por esta razón no duda en repetir que, “para vencer los prejuicios
sobre los migrantes y ablandar la dureza de nuestros corazones, sería necesario
tratar de escuchar sus historias, dar un nombre y una historia a cada uno de ellos”,
tal como ya lo hacen “muchos buenos periodistas” y “muchos otros lo harían si
pudieran”.
“¡Alentémoslos! ¡Escuchemos estas historias! Después,
cada uno será libre de sostener las políticas migratorias que considere más
adecuadas para su país. Pero, en cualquier caso, ante nuestros ojos ya no
tendremos números o invasores peligrosos, sino rostros e historias de personas
concretas, miradas, esperanzas, sufrimientos de hombres y mujeres que hay que
escuchar”
Escucharse en la Iglesia
De
la misma manera, insiste Francisco, “en la Iglesia hay mucha necesidad de
escuchar y de escucharnos”. Y citando teólogo protestante Dietrich Bonhoeffer,
el Papa destaca que nos recuerda “que el primer servicio que se debe prestar a
los demás en la comunión consiste en escucharlos. Quien no sabe escuchar al
hermano, pronto será incapaz de escuchar a Dios”.
“El apostolado del oído”
Por
último, en cuanto a la acción pastoral, el Pontífice escribe que “la obra más
importante es ‘el apostolado del oído’. Escuchar antes de hablar, como exhorta
el apóstol Santiago. Y recordando que acaba de comenzar el proceso sinodal, el
Papa pide que “oremos para que sea una gran ocasión de escucha recíproca”.
Puesto que:
“La comunión no es el resultado de estrategias y
programas, sino que se edifica en la escucha recíproca entre hermanos y
hermanas. Como en un coro, la unidad no requiere uniformidad, monotonía, sino
pluralidad y variedad de voces, polifonía. Al mismo tiempo, cada voz del coro
canta escuchando las otras voces y en relación a la armonía del conjunto. Esta
armonía ha sido ideada por el compositor, pero su realización depende de la
sinfonía de todas y cada una de las voces”
Y confluye destacando que “conscientes de participar
en una comunión que nos precede y nos incluye, podemos redescubrir una Iglesia
sinfónica, en la que cada uno puede cantar con su propia voz acogiendo las de
los demás como un don, para manifestar la armonía del conjunto que el Espíritu
Santo compone”.
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