Ante la presencia de los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro, el Pontífice reflexionó sobre la Liturgia del día
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A la hora del
rezo del Ángelus y con motivo de la celebración del Domingo de la Palabra de
Dios, el Santo Padre alentó a los sacerdotes y a los fieles, a predicar el
Evangelio tocando el alma y la vida de la gente evitando el riesgo de que
nuestras enseñanzas "permanezcan genéricas y abstractas". El
Pontífice también exhortó a todos a leer cada día un pasaje de la Palabra, que
es "el faro que guía el camino sinodal iniciado en la Iglesia".
El
23 de enero, y tras haber presidido la Misa con ocasión de la celebración del
Domingo de la Palabra de Dios; el Papa Francisco rezó la oración mariana del
Ángelus a la hora del mediodía romano, asomado desde la ventana del Palacio
Apostólico del Vaticano.
Ante
la presencia de los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro, el
Pontífice reflexionó sobre la Liturgia del día que nos presenta el momento en
el que Jesús que inaugura su predicación captando la atención popular
(cfr Lc 4,14-21).
"Se
dirige a Nazaret, donde creció, y participa en la oración en la sinagoga. Se
levanta a leer y, en el volumen del profeta Isaías, encuentra el pasaje sobre
el Mesías, que proclama un mensaje de consolación y liberación para los pobres
y los oprimidos (cfr Is 61,1-2)", explicó
Francisco, subrayando que, tal como dice el Evangelio de Lucas, terminada la
lectura, "todos los ojos estaban fijos en él".
Jesús predica ungido por el Espíritu
En su alocución, el Santo Padre destacó e que la primera palabra de la predicación de Jesús contada en el Evangelio de Lucas es “hoy”, un término "que atraviesa toda época y permanece siempre válido":
La
profecía de Isaías se remontaba a siglos antes, pero Jesús, por la fuerza del
Espíritu (v. 14), la hace actual y, sobre todo, la lleva a
cumplimiento", puntualizó.
El
segundo punto subrayado por el Obispo de Roma es la admiración con la que los
paisanos de Jesús reciben sus palabras:
"Incluso
si, nublados por los prejuicios, no le creen -continuó
Francisco- se dan cuenta de que su enseñanza es diferente de la de otros
maestros: intuyen que en Jesús hay más: la unción del Espíritu Santo.
Homilías que no "duerman el alma"
En
este sentido, el Pontífice puso en guardia sobre el riesgo de hacer que
nuestras predicaciones y nuestras enseñanzas "permanezcan genéricas y
abstractas", sin tocar el alma y la vida de la gente:
“También muchas homilías – lo digo con respeto pero
con dolor – son abstractas, y en vez de despertar el alma la duermen. Cuando
los fieles empiezan a mirar el reloj – “¿cuándo terminará esto?” – duermen el alma.
La predicación corre este riesgo: sin la unción del Espíritu empobrece la
Palabra de Dios, cae en el moralismo o en conceptos abstractos; presenta el
Evangelio con desapego, como si estuviera fuera del tiempo, lejos de la
realidad. Y este no es el camino.”
Pero...
¿Por qué ocurre esto? Para el Papa la respuesta es sencilla:
«Porque
les falta la fuerza de este hoy, ese que Jesús “llena de sentido” con el poder
del Espíritu. Se escuchan conferencias impecables, discursos bien construidos,
pero que no mueven el corazón, y así todo queda como antes. La predicación
corre este riesgo: sin la unción del Espíritu empobrece la Palabra de Dios, cae
en el moralismo y en conceptos abstractos; presenta el Evangelio con desapego,
como si estuviera fuera del tiempo, lejos de la realidad».
Por
esto -añade Francisco-quien predica
es el primero que debe experimentar el "hoy de Jesús", para así
poderlo comunicar en el hoy de los otros.
Papa: "Gracias a todos los predicadores del
Evangelio"
Asimismo,
en el marco del Domingo de la Palabra de Dios, el Santo Padre agradeció a todos
los predicadores y los anunciadores del Evangelio:
“Recemos por ellos, para que vivan el hoy de Jesús, la
dulce fuerza de su Espíritu que vuelve viva la Escritura. La Palabra de Dios,
de hecho, es viva y eficaz (cfr Hb 4,12), nos cambia, entra en nuestros
asuntos, ilumina nuestra vida cotidiana, consuela y pone orden. Recordemos: la
Palabra transforma una jornada cualquiera en el hoy en el que Dios nos habla”
En
este contexto, Francisco invitó a los fieles a tomar el Evangelio en la mano y
leer o releer con calma, cada día un pequeño pasaje:
“Con el tiempo descubriremos que esas palabras están
hechas a propósito para nosotros, para nuestra vida. Nos ayudarán a acoger cada
día con una mirada mejor, más serena, porque, cuando el Evangelio entra en el
hoy, lo llena de Dios”
Finalmente,
el Papa propuso leer cada día el Evangelio de Lucas, el "Evangelio de la
misericordia", que en este año litúrgico es proclamado durante los
domingos: "Familiaricémonos con el Evangelio, ¡nos traerá la
novedad y la alegría de Dios!", añadió.
El faro que guía el recorrido sinodal
El
Sucesor de Pedro, concluyó haciendo hincapié en que la Palabra de Dios es
también "el faro que guía el recorrido sinodal" iniciado
en toda la Iglesia.
"Mientras nos comprometemos a escucharnos unos a
otros, con atención y discernimiento, escuchemos juntos la Palabra de Dios y el
Espíritu Santo. La Virgen nos conceda la constancia para nutrirnos cada día con
el Evangelio", aseveró.
Sofía Lobos - Ciudad del Vaticano
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