Sin Atenas y sin Grecia, Europa y el mundo no serían lo que son
Discurso del Papa Francisco a las Autoridades Sociedad Civil y Cuerpo Diplomático |
La mañana de
este sábado, 4 de diciembre, el Papa Francisco se encontró con las Autoridades,
la Sociedad Civil y el Cuerpo Diplomático griego, en el Palacio Presidencial de
Atenas, a ellos los exhortó que “a las seducciones del autoritarismo responda
con la democracia; que a la indiferencia individualista oponga el cuidado del
otro, del pobre y de la creación, pilares esenciales para un humanismo
renovado, que es lo que necesitan nuestros tiempos y nuestra Europa”.
“Les agradezco
su compromiso y los exhorto a hacer progresar a este país en la apertura, la
inclusión y la justicia. Desde esta ciudad, desde esta cuna de la civilización
se elevó —y que siga elevándose siempre— un mensaje orientado hacia lo alto y
hacia el otro”, lo dijo el Papa Francisco en su discurso a las Autoridades, la
Sociedad Civil y el Cuerpo Diplomático, reunidos este 4 de diciembre, en el
Palacio Presidencial de Atenas, en el marco de 35 Viaje Apostólico a Chipre y
Grecia.
Sin Atenas y
sin Grecia, Europa y el mundo no serían lo que son
En su discurso,
el Santo Padre manifestó su gratitud por la cálida bienvenida que recibió a su
llegada a Atenas, y citando las palabras de san Gregorio Nacianceno dijo que,
llegaba como peregrino a estos lugares que sobreabundan de espiritualidad,
cultura y civilización, para percibir la misma felicidad que entusiasmó al gran
Padre de la Iglesia. Una felicidad, por tanto, que no es individual ni está
aislada, sino que, naciendo del asombro, tiende al infinito y se abre a la
comunidad; una sabia felicidad, que desde estos lugares se ha difundido en
todas partes. Sin Atenas y sin Grecia, Europa y el mundo no serían lo que son:
serían menos sabios y menos felices.
Dilatar los
horizontes de la humanidad
El Papa
Francisco también señaló que, desde Atenas los horizontes de la humanidad se
han dilatado. “Yo también me siento invitado a elevar la mirada y a detenerla
en la parte más alta de la ciudad: la Acrópolis”. Grecia invita al hombre de
todos los tiempos a orientar el viaje de la vida hacia lo alto: hacia Dios,
porque necesitamos de la trascendencia para ser verdaderamente humanos. Y
mientras hoy en el Occidente, que ha nacido aquí, se tiende a ofuscar la
necesidad del Cielo, atrapados por el frenesí de miles de carreras terrenas y
por la avidez insaciable de un consumismo que despersonaliza, estos lugares nos
invitan a dejarnos sorprender por el infinito, por la belleza del ser, por la
alegría de la fe. Por aquí han pasado los caminos del Evangelio que han unido
el Oriente y el Occidente, para llevar al mundo la buena noticia de Dios amante
del hombre, se escribieron en griego, lengua inmortal usada por la Palabra —el
Logos— para expresarse, lenguaje de la sabiduría humana convertido en voz de la
Sabiduría divina.
Grecia, cuna de
la civilización
El Papa además
precisó que, Atenas esta situada en el corazón del Mediterráneo para ser puente
entre las personas. Aquí grandes historiadores se apasionaron narrando las
historias de los pueblos cercanos y lejanos. Aquí, según la conocida afirmación
de Sócrates, tuvo comienzo el sentirse ciudadanos no sólo de la propia patria,
sino del mundo entero. Ciudadanos, aquí el hombre tomó conciencia de ser “un
animal político” y, como parte de una comunidad, vio en los otros no sólo
sujetos, sino ciudadanos con los que organizar juntos la polis. Aquí nació la
democracia. La cuna, milenios después, se convirtió en una casa, una gran casa
de pueblos democráticos: me refiero a la Unión Europea y al sueño de paz y
fraternidad que representa para tantos pueblos.
Preocupación
por el retroceso de la democracia
Sin embargo,
expresó el Pontífice, no se puede dejar de constatar con preocupación cómo hoy,
no sólo en el continente europeo, se registra un retroceso de la democracia.
Ésta requiere la participación y la implicación de todos y por tanto exige
esfuerzo y paciencia; la democracia es compleja, mientras el autoritarismo es
expeditivo y las promesas fáciles propuestas por los populismos se muestran
atrayentes. Pero también existe un escepticismo, en relación a la democracia,
provocado por la distancia de las instituciones, por el temor a la pérdida de
identidad y por la burocracia. El remedio a esto no está en la búsqueda
obsesiva de popularidad, en la sed de visibilidad, en la proclamación de
promesas imposibles o en la adhesión a abstractas colonizaciones ideológicas,
sino que está en la buena política. Porque la política es algo bueno y así debe
ser en la práctica, en cuanto responsabilidad suprema del ciudadano, en cuanto
arte del bien común.
Del partidismo
a la participación
En este
sentido, el Santo Padre señaló que, es esta la motivación que nos debe impulsar
en varios frentes: pienso en el clima, en la pandemia, en el mercado común y
sobre todo en las pobrezas extendidas. Son desafíos que piden colaborar de
manera concreta y activa, lo necesita la comunidad internacional, para abrir
caminos de paz a través de un multilateralismo que no sea sofocado por
excesivas pretensiones nacionalistas; lo necesita la política, para poner las
exigencias comunes ante los intereses privados. Puede parecer una utopía, un
viaje sin esperanza en un mar turbulento, una odisea larga e irrealizable. Y,
sin embargo, como enseña el gran relato homérico, el viaje en un mar agitado es
a menudo el único camino. Y alcanza la meta si está animado por el deseo de un
hogar, por la búsqueda de seguir adelante juntos.
Promover la
acogida a los migrantes
En este
sentido, deseo que los compromisos asumidos en la lucha contra el cambio
climático se compartan cada vez más y no sean de fachada, sino que se lleven adelante
con seriedad; que a las palabras sigan los hechos, para que los hijos no paguen
una vez más la hipocresía de los padres. Este país, caracterizado por la
acogida, ha visto arribar en algunas de sus islas un número mayor de hermanos y
hermanas migrantes que el de los mismos habitantes, aumentando de ese modo los
problemas, que todavía se ven afectados por las dificultades que trajo consigo
la crisis económica. “Quisiera exhortar nuevamente a una visión de conjunto,
comunitaria, ante la cuestión migratoria, y animar a que se dirija la atención
a los más necesitados para que, según las posibilidades de cada país, sean
acogidos, protegidos, promovidos e integrados en el pleno respeto de sus
derechos humanos y de su dignidad”.
La pandemia es
la gran adversidad
El Papa
Francisco refiriéndose a la pandemia del coronavirus dijo que, esta pandemia ha
hecho que nos redescubramos frágiles y necesitados de los demás. También en
este país es un desafío que requiere oportunas intervenciones por parte de las
autoridades —me refiero a la necesidad de la campaña de vacunación— y no pocos
sacrificios para los ciudadanos. Pero en medio de tanto esfuerzo se ha abierto
camino un notable sentido de solidaridad, al que la Iglesia católica local es
dichosa de poder seguir contribuyendo, con la convicción de que esto constituya
una herencia que no debe perderse con el lento aplacarse de la tempestad.
Siempre ha de privilegiarse el derecho al cuidado y a los tratamientos para
todos, para que los más débiles, en particular los ancianos, nunca sean
descartados. En efecto, la vida es un derecho; no lo es la muerte, que se
acoge, no se suministra.
Grecia la
memoria de Europa
Asimismo, el
Papa les dijo a las Autoridades que, este país puede definirse como la memoria
de Europa y estoy contento de visitarlo después de veinte años de la histórica
visita del Papa Juan Pablo II y en el bicentenario de su independencia. Dios
pone gustosamente su firma sobre la libertad humana, es su don más grande y lo
que, a su vez, más valora de nosotros. Él, en efecto, nos ha creado libres y lo
que más le agrada es que amemos libremente a Él y al prójimo. A este respecto,
quiero renovar mi agradecimiento por el reconocimiento público de la comunidad
católica y aseguro su voluntad de promover el bien común de la sociedad griega,
orientando en ese sentido la universalidad que la caracteriza, con el deseo de
que en términos prácticos siempre se garanticen las condiciones necesarias para
desempeñar bien su servicio.
Progresar en la
apertura, la inclusión y la justicia
Finalmente, el
Santo Padre señaló que, ser hermanos bajo el signo de la cruz, en este país
bendecido por la fe y por sus tradiciones cristianas, exhorta a todos los
creyentes en Cristo a cultivar la comunión en todos los ámbitos, en el nombre
de ese Dios que abraza a todos con su misericordia. En este sentido, les
agradezco su compromiso y los exhorto a hacer progresar a este país en la
apertura, la inclusión y la justicia. Desde esta ciudad, desde esta cuna de la
civilización se elevó —y que siga elevándose siempre— un mensaje orientado
hacia lo alto y hacia el otro; que a las seducciones del autoritarismo responda
con la democracia; que a la indiferencia individualista oponga el cuidado del
otro, del pobre y de la creación, pilares esenciales para un humanismo
renovado, que es lo que necesitan nuestros tiempos y nuestra Europa.
Renato Martínez - Ciudad del Vaticano
Vatican News