Con 1.500 personas permitidas en la Basílica de San Pedro
El Papa Francisco traslada al Niño Jesús del altar al belén, acompañado por Niños tras la misa que inicia la Navidad de 2021 |
Al finalizar este canto, el Papa destapó la imagen del Niño Jesús ante el altar. Ese
gesto da inicio de forma simbólica al tiempo de Navidad, que se extiende hasta
la fiesta del Bautismo del Señor, que es el domingo después del día de Reyes.
Aunque en Italia se han reforzado mucho las medidas para
restringir la expansión de la variante ómicron del coronavirus, en esta
celebración se ha
permitido la asistencia de 1.500 personas, con mascarillas, hidrogeles y
manteniendo distancias (la basílica tiene capacidad para 20.000), a diferencia
de las Navidades de 2020, en que sólo algunas pocas personas asistieron a la
celebración.
El Papa Francisco centró su homilía en la señal que dio Dios a los
pastores: "un niño en
la dura pobreza de un pesebre. No hay más luces, ni resplandores, ni coros de
ángeles. Sólo un niño. Nada más, como había preanunciado Isaías: ‘Un niño nos
ha nacido’”. Es decir, “allí está Dios, en la pequeñez. Y este es el mensaje:
Dios no cabalga en la grandeza, sino que desciende en la pequeñez”.
El Pontífice invitó a los fieles a mirar el belén e ir más allá de
los adornos y las luces, y contemplar a Dios en su pequeñez; porque “Él, que ha hecho el sol,
necesita ser arropado”. “El Creador del mundo no tiene hogar. Hoy todo se invierte: Dios viene
al mundo pequeño. Su grandeza se ofrece en la pequeñez”, afirmó.
"Él se hace pequeño a los ojos del mundo y nosotros seguimos
buscando la grandeza según el mundo, quizá incluso en nombre suyo (…). Jesús nace para servir y nosotros
pasamos los años persiguiendo el éxito. Dios no busca fuerza y poder, pide ternura y pequeñez interior”,
advirtió.
Acoger esta pequeñez implica ver que Dios quiere “habitar las realidades cotidianas” y realizar cosas
extraordinarias. Si Jesús “está ahí con nosotros, ¿qué nos falta?
Entonces, dejemos atrás los lamentos por la grandeza que no tenemos. Renunciemos a las quejas y a las
caras largas, a la
ambición que deja insatisfechos”.
“Esta noche te dice: ‘Te amo tal como eres. Tu pequeñez no me
asusta, tus fragilidades no me inquietan. Me hice pequeño por ti. Para ser tu
Dios me convertí en tu hermano. Hermano amado, hermana amada, no me tengas
miedo, vuelve a encontrar tu grandeza en mí. Estoy aquí para ti y sólo te pido
que confíes en mí y me abras el corazón’”, aseguró.
Recordó también que los
pastores "estaban allí para trabajar, porque eran pobres y su vida no
tenía horarios, sino que dependía de los rebaños". Jesús nace
"cerca de los olvidados de las periferias. Viene donde la dignidad del
hombre es puesta a prueba”. El Papa exhortó a "dar dignidad al trabajo del
hombre, porque el hombre
es señor y no esclavo del trabajo. En el día de la Vida repitamos: ¡No más muertes en el trabajo! Y
esforcémonos por lograrlo”, expresó.
Pero en Belén también estarán los magos con sus regalos. "En
torno a Jesús, todo vuelve a la unidad: no están sólo los últimos, los pastores, sino también los
eruditos y los ricos, los magos. En Belén están juntos los pobres y
los ricos; los que adoran, como los magos, y los que trabajan, como los
pastores”.
En ese contexto pidió a los cristianos que, “como Iglesia sinodal, en camino, vayamos a Belén,
donde Dios está en el hombre y el hombre en Dios”.
Al terminar la misa, el Papa Francisco se detuvo a rezar un
momento ante la escultura de la Virgen María. Después tomó al Niño Jesús y, acompañado de numerosos niños de
distintos países, lo llevó al belén instalado en el interior de la
Basílica. Después de incensar el belén, el Papa Francisco se retiró del templo.
Fuente: ReL