La praxis de la cremación se ha difundido cada vez más tanto por razones sanitarias, como por razones económicas o incluso culturales
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Un católico
puede elegir la cremación, aunque la Iglesia sigue prefiriendo y
aconsejando la sepultura del cuerpo.
Un poco de
historia
Hasta mediados
del siglo XX a quien elegía la cremación se le negaban los sacramentos y los
funerales religiosos.
Usualmente esta
opción sucedía por motivos incompatibles con la fe cristiana o contra la misma
fe.
A partir de
1963, la Iglesia decidió aceptar la práctica de la cremación, siempre que no se
lleve a cabo contra los dogmas cristianos o por odio a la fe.
Praxis
difundida
No hay, de
hecho, razones doctrinales para impedirla: la cremación no afecta al alma y no
impide a Dios resucitar el cuerpo.
La praxis de la
cremación se ha difundido cada vez más tanto por razones sanitarias, como por
razones económicas o incluso culturales.
La Iglesia
sigue, en cualquier caso, prefiriendo la sepultura de los cuerpos deseando
expresar así la fe y la esperanza en la resurrección de la carne y la dignidad
del cuerpo humano.
Por ese motivo
se recomienda que los cuerpos de los difuntos sean sepultados en el cementerio
o en algún lugar santo: lo que favorece el respeto y la oración por los
difuntos por parte de toda la comunidad cristiana.
Es tal la
importancia de esta práctica, que la sepultura de los muertos está entre las
obras de misericordia corporal.
Visión
contraria al cristianismo
La Iglesia,
además, no puede permitir actitudes y ritos en cuya base hay concesiones
equivocadas sobre la muerte: la anulación definitiva de la persona, la fusión
con la Madre naturaleza o con el universo, una etapa en el proceso de la
reencarnación, o la liberación definitiva de la «prisión» del cuerpo. Ninguna
de estas visiones pertenece al cristianismo.
Por eso la
Iglesia acompaña la opción de la cremación con apropiadas indicaciones
litúrgicas y pastorales, sobre todo por lo que respecta la conservación de las
cenizas.
Las cenizas del
difunto deben conservarse en un lugar santo, para garantizar el respeto y
evitar prácticas inconvenientes o supersticiosas.
¿Cenizas en
casa?
La conservación
de las cenizas en casa no ha sido nunca permitida salvo en casos graves y
excepcionales que dependen de las condiciones culturales de carácter local y
siempre con el permiso de las autoridades eclesiásticas.
Para evitar cualquier
confusión la Iglesia prohíbe la dispersión de las cenizas en el aire, la tierra
o el agua o de cualquier otra manera, y la transformación de las cenizas en
recuerdos conmemorativos, piezas de joyería u otros objetos.
En el caso de
que el difunto haya dispuesto abiertamente la dispersión en la naturaleza de
sus cenizas por razones contrarias a la fe cristiana, se le negarán las
exequias.
Todo esto no es
rigidez por parte de la Iglesia sino la salvaguarda de la sacralidad de la
persona incluso después de la muerte.
Marinella
Bandini
Fuente: Aleteia