El Pontífice reflexionó sobre el Evangelio de la liturgia hodierna del último domingo del Tiempo ordinario
A la hora del
Ángelus en la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el Papa Francisco
invitó a buscar la verdad de Jesús que hace libre y soberano el corazón, libera
de la hipocresía y nos vuelve verdaderos. “Siguiéndolo no se pierde, sino que
se adquiere dignidad”.Vatican News
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cada día la verdad de Jesús, Rey del Universo, que nos libera de las
esclavitudes terrenas y nos enseña a gobernar nuestros vicios: fue la
invitación del Papa Francisco a la hora del Ángelus dominical en la Solemnidad
de Jesucristo, Rey del Universo.
Dirigiéndose
a los numerosos fieles congregados en una soleada plaza de San Pedro, desde la
ventana del Palacio Apostólico, el Pontífice reflexionó sobre el Evangelio de
la liturgia hodierna del último domingo del Tiempo ordinario, que culmina en
una afirmación de Jesús, que dice: «Sí, como dices, soy Rey» (Jn 18,37).
Un Rey para los otros
Francisco
recuerda que estas palabras, Jesús las pronunció “delante de Pilato, mientras
que la multitud grita para que le condenen a muerte”. Y remitiéndose al
episodio de la multiplicación de los panes y de los peces del Evangelio de
Juan, cuando Cristo se retiró solo a rezar, evidencia que antes “Jesús no
quería que la gente lo aclamase como rey”. “La realeza de Jesús es muy diferente
de la mundana” afirma el Papa, porque, como Jesús mismo dijo a Pilato, su reino
“no es de este mundo”:
Él
no viene para dominar, sino para servir. No llega con los signos de poder, sino
con el poder de los signos. No se ha revestido de insignias valiosas, sino que
está desnudo en la cruz. Y es precisamente en la inscripción puesta en la cruz
que Jesús es definido como “rey” (cfr Jn 19,19). ¡Su realeza está realmente más
allá de los parámetros humanos! Podríamos decir que no es rey como los otros,
sino que es Rey para los otros.
El
Obispo de Roma explica a continuación que Jesús se demuestra, así
“soberanamente libre del deseo de la fama y de la gloria terrena” e invita a
preguntarnos:
¿Sabemos
imitarle en esto? ¿Sabemos cómo gobernar sobre nuestra tendencia a ser
continuamente buscados y aprobados, o hacemos todo para ser estimados por parte
de los otros? En lo que hacemos, en particular en nuestro compromiso cristiano,
¿cuentan los aplausos o el servicio?
Libres del sometimiento del mal
Evitando
toda búsqueda de grandeza terrenal, prosigue el Santo Padre, Jesús “también
hace libre y soberano el corazón de quien le sigue”, porque Él nos libera del
sometimiento del mal.
Su
Reino es liberador, no tiene nada de opresivo. Él trata a cada discípulo como
amigo, no como súbdito. Siguiéndolo no se pierde, sino que se adquiere
dignidad. Porque Cristo no quiere en torno a sí servilismo, sino gente libre.
Con Jesús nos volvemos verdaderos
¿De
dónde nace la libertad de Jesús? Se pregunta el Pontífice e invita a volver a
las palabras de Jesús frente a Pilato: ‘Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto
he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad’.
“La libertad de Jesús viene de la verdad” explica a continuación Francisco.
“Es su verdad la que nos hace libres”. Y precisa que “la verdad de Jesús
no es una idea, algo abstracto” sino que “es una realidad, es Él mismo que hace
la verdad dentro de nosotros, nos libera de las ficciones y de las falsedades
que tenemos dentro”.
Estando con Jesús, nos volvemos verdaderos. La vida
del cristiano no es una actuación donde se puede llevar la máscara que más
conviene. Porque cuando Jesús reina en el corazón, lo libera de la
hipocresía, de las escapatorias, de las dobleces. La mejor prueba de que Cristo
es nuestro rey es el desapego de lo que contamina la vida, haciéndola ambigua,
opaca, triste. Cierto, debemos lidiar siempre con los límites y los defectos:
todos somos pecadores. Pero cuando se vive bajo el señorío de Jesús, uno no se
vuelve corrupto, falso, con la inclinación a cubrir la verdad. No se lleva una
doble vida.
Ciudad del Vaticano
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