Cuando esta ciudad estaba a punto de ser bombardeada, el padre Aubourg arriesgó su vida para salvarla
AFP Soldados ingleses en Bayeux en junio de 1944. |
El 6 de junio de
1944, el famoso Día D, el del asalto de las Fuerzas aliadas sobre la costa de
Normandía, fue el inicio de una de las operaciones militares más formidables de
la historia. Del éxito de esta operación, designada como Overlord,
dependía el resultado de la guerra contra Hitler y el Tercer Reich.
Sin embargo, la lucha
posterior en los campos de Normandía y en las ciudades de la región trajo la
devastación: Ruan, Caen, Lisieux, El Havre… Muchas ciudades de
Normandía quedaron destrozadas en más del 50 % y miles de civiles perdieron la
vida.
Por sorprendente que
parezca, dada su ubicación geográfica a pocos kilómetros de las playas del Día
D, Bayeux es una de las pocas ciudades que se libraron. Este “milagro”
fue gracias a un sacerdote benedictino, el padre Aubourg (1887-1967).
Este sacerdote había
sido monje en la abadía de Solesmes (famosa mundialmente por su canto
gregoriano) y, en el momento de la toma de tierra del Día D, era capellán de la
comunidad de las hermanas de la caridad en Saint-Vigor-le-Grand, un pueblo
limítrofe con Bayeux. A las puertas de Bayeux, el puente de Saint Loup fue
destruido y los alemanes esperaban en una emboscada. El resultado más
probable era que los Aliados bombardearan la ciudad.
Sin embargo, durante
la noche del 6 al 7 de junio de 1944, el padre Aubourg escuchó un ruido, como
si los alemanes estuvieran abandonando su posición. Al día siguiente, muy
pronto tras la celebración de la misa, el padre Aubourg se apresuró a
alertar a los Aliados de esta novedad.
Como se le había
asignado el ministerio de la isla de Wight (Inglaterra) durante varios años
tras dejar la abadía de Solesmes, el padre Aubourg hablaba inglés muy
bien. Así que se dio prisa en anunciar a los oficiales británicos que
los alemanes habían abandonado la ciudad.
Con recelo inicial,
comprobaron la información del sacerdote hasta confirmarla. Una vez quedó claro
que tenía razón, se tomó la afortunada decisión: Bayeux no sería
bombardeada.
En una carta fechada
el 20 de junio de 1959, que sacó a la luz el padre Soltner, archivista del
monasterio de San Pedro de Solesmes, y de la que el sitio web francés Ouest-France informó
hace varios años, el padre Aubourg recordaba este episodio: “Me han
llamado el salvador de Bayeux, pero soy incapaz de decir si salvé
Bayeux”, contó al reverendo sacerdote de Solesmes.
Solamente sé que, en
la mañana del 7 de junio de 1944, durante la batalla de Normandía,
arriesgué mi vida para alertar a los británicos, que habían desembarcado el
día anterior y se habían detenido a cinco kilómetros de distancia, para
decirles que podían entrar en Bayeux, que los alemanes se habían marchado
durante la noche. Y, de hecho, los tanques aliados llegaron una hora después.
Agnès
Pinard Legry
Fuente:
Aleteia