Las contrariedades, las situaciones que revelan nuestra fragilidad son ocasiones privilegiadas para experimentar su amor
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“En la
fragilidad descubrimos cuánto nos cuida Dios… las contrariedades, las
situaciones que revelan nuestra fragilidad son ocasiones privilegiadas para
experimentar su amor, lo sabe bien quien reza con perseverancia: en los
momentos oscuros o de soledad, la ternura de Dios hacia nosotros se hace aún
más presente. Nos da paz, nos hace crecer". Ángelus del Papa Francisco
desde la Plaza de San Pedro.
El Papa en su
alocución previa al rezo mariano del Ángelus, haciendo referencia al Evangelio
de la Liturgia de hoy, en el que Jesús se indigna con quienes, “para aliviarle
el cansancio, le alejan a los niños”, y recordando el Evangelio de hace dos
domingos en el que Jesús, “ realizando el gesto de abrazar a un niño, se
había identificado con los pequeños: había enseñado que precisamente los
pequeños, es decir, los que dependen de los demás, los que tienen necesidad y
no pueden restituir, han de ser servidos primero”.
Quien busca a
Dios lo encuentra en los pequeños
Porque como dijo
el Papa en su alocución de hoy, quien busca a Dios lo encuentra allí, “en los
pequeños, en los necesitados no solo de bienes, sino también de cuidados y de
consuelo, como los enfermos, los humillados, los prisioneros, los inmigrantes,
los presos. Allí está Él. He aquí por qué Jesús se indigna: cada afrenta hecha
a un pequeño, a un pobre, a un indefenso, se le hace a Él”, afirmó.
En el Evangelio
de hoy, señaló Francisco, “el Señor completa esa enseñanza, y añade: «El
que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él» (Mc 10,15). Esta
es la novedad: el discípulo no solo debe servir a los pequeños, sino que
también ha de reconocerse pequeño él mismo”. Saberse pequeños, saberse
necesitados de salvación, dijo el Pontífice, es indispensable para acoger al
Señor. Es el primer paso para abrirnos a Él.
Reconocerse
pequeños, necesitar de Dios
Sin embargo,
Francisco aseveró que a menudo nos olvidamos de “reconocernos pequeños”, en la
prosperidad, en el bienestar, manifestó el Papa, vivimos la ilusión de ser
autosuficientes, de bastarnos a nosotros mismos, de no tener necesidad de Dios.
Es un engaño, porque cada uno de nosotros es un ser necesitado, pequeño.
Tenemos que buscar nuestra pequeñeces, dijo, y allí reconoceremos a
Jesús.
“En
la vida, reconocerse pequeño es el punto de partida para llegar a ser grande.
Si lo pensamos bien, crecemos no tanto gracias a los éxitos y a las cosas que
tenemos, sino, sobre todo, en los momentos de lucha y de fragilidad. Ahí, en la
necesidad, maduramos; ahí abrimos el corazón a Dios, a los demás, al sentido de
la vida. Cuando nos sintamos pequeños ante un problema, una cruz, una
enfermedad, cuando experimentemos fatiga y soledad, no nos desanimemos. Está
cayendo la máscara de la superficialidad y está resurgiendo nuestra radical
fragilidad: es nuestra base común, nuestro tesoro, porque con Dios las
fragilidades no son obstáculos, sino oportunidades”.
En la
fragilidad descubrimos cuánto Dios nos cuida
Es en nuestra
fragilidad, que descubrimos cuánto nos cuida Dios, dijo el Santo Padre, “el
Evangelio de hoy dice que Jesús es muy tierno con los pequeños: «Los abrazó y
los bendijo, imponiéndoles las manos». Las contrariedades, las situaciones que
revelan nuestra fragilidad son ocasiones privilegiadas para experimentar su
amor. Lo sabe bien quien reza con perseverancia: en los momentos oscuros o de
soledad, la ternura de Dios hacia nosotros se hace -por así decir- aún más
presente. Nos da paz, nos hace crecer”.
En la oración,
dijo por último Francisco, el Señor nos abraza como un papá a su niño. Así nos
hacemos grandes: no con la ilusoria pretensión de nuestra autosuficiencia, sino
con la fortaleza de depositar en el Padre toda esperanza. Justo como hacen los
pequeños. El Papa dijo que pongamos nuestras fragilidades ante Dios, es una
buena actitud.
Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano
Vatican News
