Un alma puede manifestarse y hay muchos testimonios en este sentido
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| Andrey_Popov | Shutterstock |
Imagínate estar trabajando como vigilante en un establecimiento, y que en las horas de la noche algo te ataque y te golpee.
Pues bien, eso
fue lo que ocurrió hace unos días, en una población colombiana ubicada a 270 km
de Bogotá.
El hecho quedó
filmado en una cámara de video, e inmediatamente algunos medios de comunicación
entraron en contacto con personas “expertas” en fenómenos paranormales y se
habla de la presencia de un “fantasma”.
Sin hacer un
juicio sobre este caso, sí creo que es una oportunidad para profundizar nuestra
fe sobre estos temas.
El Catecismo
de la Iglesia Católica enseña:
“La muerte pone
fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o rechazo de la
gracia divina manifestada en Cristo (cf. 2 Tm 1, 9-10). El Nuevo Testamento
habla del juicio principalmente en la perspectiva del encuentro final con
Cristo en su segunda venida; pero también asegura reiteradamente la existencia
de la retribución inmediata después de la muerte de cada uno como consecuencia
de sus obras y de su fe” (Cat. 1021)
Es decir, la
Iglesia enseña que después de la muerte hay una “retribución inmediata”. Es el juicio
particular para cada alma, donde se irá al cielo, al purgatorio, o al
infierno, de acuerdo a sus obras y su fe.
Ahora
bien, un alma ya fallecida puede manifestarse, y de hecho hay varios
testimonios en este sentido.
Cómo se
manifiestan las almas
Pero la
manera de manifestarse depende del estado o lugar en que se encuentra.
Así por ejemplo
aquellas almas que gozan de la presencia de Dios por encontrarse en el
cielo usualmente se manifiestan dejando paz, trayendo alegría, y en algunas
ocasiones un olor agradable como por ejemplo el olor de rosas.
Para mencionar
solamente algunas de estas manifestaciones de almas santas, recordemos a san
Miguel Arcángel. En los diferentes lugares donde se ha aparecido:
Tlaxcala, México; Monte Gargano, Italia, ha hablado de dar la salud: las
piedras en Gargano, que liberan de la plaga, y el agua en México.
Otro santo que
se ha manifestado ha sido san José, quien apareció en la última
manifestación de Nuestra Señora en Fátima con el Niño Jesús en sus brazos, y
bendecía al mundo.
Santa Catalina
y Santa Margarita se le aparecen a santa Juana de Arco, y la ayudan para
dirigirse y hablar con el Delfín Carlos VII quien se hallaba escondido.
De santa
Teresita del Niño Jesús es una devoción popular el creer que cuando se le reza
a esta santa, ella se manifiesta dando una rosa blanca.
Desde el
purgatorio
Respecto a las
manifestaciones de las almas del purgatorio son diferentes las características
que rodean sus apariciones.
Generalmente
las almas del purgatorio piden
oraciones, que se le apliquen misas para que se termine o acorte su tiempo en
el purgatorio.
Varios son los
testimonios de este tipo de manifestaciones. En Roma se encuentra el Museo
de las almas del Purgatorio. Allí se se recogen testimonios y objetos de
las visitas de estas almas.
La santa
colombiana santa Laura Montoya narra en su autobiografía una serie de
manifestaciones de almas del purgatorio, a las cuales la santa les prometía
orar e interceder por ellas.
El Padre Pío de Pietrelcina afirmaba: “más almas de los
muertos del purgatorio que de los vivos subían [a este monasterio]”.
A san Gregorio
Magno Papa se le aparece el monje Justus el último día de las 30 misas que el
Papa celebraba por él. El monje dice que, gracias a estas misas ya había sido
librado del purgatorio.
Santa Margarita
Maria Alacoque narra:
“Mientras
estaba ante el Santísimo el día del Corpus Domini de repente se me presentó
delante una persona envuelta en llamas, cuyos ardores penetraron tan
fuertemente que me parecía arder con ella. El piadoso estado en el que me hizo
ver que se hallaba en el purgatorio, me hizo derramar muchas lágrimas. Me dijo
que era ese religioso benedictino que una vez escuchó mi confesión y me ordenó
que comulgara; para compensarlo por tan útil consejo, Dios le permitió
dirigirse a mí, para que le aliviase sus penas, pidiéndome durante tres meses
estar en todo lo que hiciera o sufriera”.
Manifestaciones
perturbadoras
En lo que se
refiere a las manifestaciones de las almas condenadas, sus características son
totalmente diferentes: no piden oración ni misas por ellas, perturban la paz,
no dan bendición, y en algunas ocasiones lo que piden son cosas exageradas, y
pueden ser violentas o causar daño.
En la aparición
del 13 de julio, Nuestra Señora en Fátima les muestra a los pastorcitos el
infierno. Sor Lucía lo describe así en sus Memorias:
“Mientras
Nuestra Señora decía estas palabras abrió sus manos una vez más, como lo había
hecho en los dos meses anteriores. Los rayos de luz parecían penetrar la
tierra, y vimos como si fuera un mar de fuego. Sumergidos en este fuego estaban
demonios y almas en forma humana, como tizones transparentes en llamas, todos
negros o color bronce quemado, flotando en el fuego, ahora levantadas en el
aire por las llamas que salían de ellos mismos junto a grandes nubes de humo,
se caían por todos lados como chispas entre enormes fuegos, sin peso o
equilibrio, entre chillidos y gemidos de dolor y desesperación, que nos
horrorizaron y nos hicieron temblar de miedo”.
El reconocido
exorcista Gabriel Amorth en su libro Memorias de un exorcista. Mi lucha
contra Satanás narra que durante un exorcismo fue “visitado” por 3 almas
condenadas, que habían poseído el cuerpo de una joven y le infligían dolores y
daños físicos.
Almas errantes
Así que las
manifestaciones, dependiendo del lugar o estado en que se encuentra el alma,
tienen distintas características y son diferentes.
Además de las
anteriores manifestaciones, es posible que un alma no haya encontrado el
camino a Dios, y esté esperando su juicio. Son las llamadas almas
errantes.
Debo decir que
esta es una cuestión abierta en la teología. Sin embargo hay varios testimonios
que dan pie para hablar de esta posibilidad a manera de hipótesis.
Personalmente
conozco el caso de un médico anciano que contaba que en su época de estudiante
debían buscar un esqueleto para estudiar.
Una noche oyó
unos gemidos muy fuertes, sin saber la procedencia de dichos aullidos,
comenzó a buscar hasta encontrar que provenían del esqueleto que tenia en su
cuarto.
Al día
siguiente lo enterró cristianamente y cesaron los gritos de dolor que había
escuchado.
Otro testimonio
de un sacerdote que fue a un velorio; al entrar, los familiares del
difunto lo dejaron solo, y de un momento a otro se “levantó” el
difunto, pidió la confesión y el sacerdote le dio la absolución.
Maria Simma
también cuenta varias experiencias en este sentido. El Padre Fortea ha dedicado
un libro a estudiar este tema y que precisamente lleva el título de Tratado
de las almas errantes.
El sacerdote
español afirma que ha escrito este libro debido a los varios testimonios
recogidos durante exorcismos practicados.
El Padre Fortea
afirma:
“Estas almas
errantes estarían en el purgatorio. Pues el purgatorium es un estado de
purificación. Estas almas llamadas errantes (porque vagan por la tierra) o
perdidas (porque perdieron su camino hacia la Luz) pueden todavía purificarse.
Luego, si estas almas existen, su morada escatológica, sin ninguna duda, es el
purgatorio”.
Juicio
particular suspendido
Algunos
testimonios mencionan que sobre estas almas Dios ha decidido suspender el
juicio particular de ellas, y esto debido a las oraciones que otros han hecho
por ellas.
Se suspende el
juicio, y en este caso el alma puede hacer méritos para ganar la vida eterna y
salvarse.
Así como en el
mundo hay ocasiones en las que el juez debe suspender el juicio, por la razón
que sea (los abogados así lo piden, causas de salud, etc) y en este caso
el acusado todavía no recibe una condena; así también ¿por qué Dios, juez
misericordioso, no podría suspender el juicio sobre un alma?
Esta hipótesis
se aplicaría a los hombres y no a los ángeles, toda vez que como enseña Juan
Pablo II, la decisión de estos seres espirituales es más radical que la de los
hombres, y esto debido al grado del conocimiento del amor y bondad de Dios.
“Los espíritus
puros, enseña Juan Pablo II, tienen un conocimiento de Dios incomparablemente
más perfecto que el hombre, porque con el poder de su inteligencia, no
condicionada ni limitada por la mediación del conocimiento sensible, ven hasta
el fondo la grandeza del Ser infinito, de la primera Verdad, del sumo Bien”.
Es por ello
que no existen “ángeles errantes”, como sí pueden existir “almas humanas
errantes”.
Recordemos la
parábola del juez injusto y la viuda que le pedía incesantemente:
“Hazme justicia…y
Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y
les hace esperar? Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo
del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?” (Lc 18, 1-8).
Por ello
clamemos a este Dios justo y misericordioso, clamemos sin cesar por tantas
almas que necesitan de nuestra oración y pidamos misericordia. Recordemos el
aviso que dio Nuestra Señora en Fátima:
“Hay muchos que se condenan porque no hay quién rece por ellos”.
Fernando Cárdenas Lee, Foyer de Charite
Fuente: Aleteia
