Amada de Jesús, Jordán, Francesca, Ruth María y Nazaret ingresaron en el instituto 'Iesu Communio' en un plazo de dos años: "Nunca habíamos hablado entre nosotras esta llamada"
Dominio público |
Todas ellas recibieron
la llamada a la vida religiosa en el Instituto Iesu Communio, cada una en un
momento distinto: “Fue
una sorpresa para la familia que el Señor nos llamara a cinco hermanas en un
espacio de tiempo de apenas dos años”, explica Amada de
Jesús, quien ejerce de “portavoz” a la hora de contar la historia en el canal
de Youtube del instituto religioso.
La primera en recibir
la llamada fue Jordán, lo que constituyó toda una revolución entre los miembros
de la familia. Un año más tarde hicieron lo propio Amada de Jesús y Francesca.
Solo dos meses después fue el turno de la mayor de las hermanas, Ruth María.
Finalmente ingresaría Nazaret, quien sintió miedo en un primer momento: “Cuando ella intuyó que el Señor también
la estaba llamando, no podía entender que Dios las eligiera a todas".
Lo curioso es que entre ellas jamás habían
manifestado de manera abierta “su sed de que el Espíritu Santo suscitaba en
nosotros”.
Amada de Jesús ha
relatado que, desde pequeña, su relación con el Señor era sencilla: “Supe que me quería, y aquello me llenaba de
alegría”. Cuando la joven fue creciendo, pensaba que una
vida como consagrada implicaba renunciar a ser mujer, esposa y madre. Tres
facetas de las que no quería desprenderse en aquellos años.
“Yo quería buscar un
hombre para formar una familia. Era el motor de mi vida, amar y ser amada
casándome y teniendo hijos”. Todo
cambió cuando visitaron la parroquia algunas hermanas del instituto Iesu
Communio, que Amada de Jesús vivió con esperanza y alegría: “Las
veía muy alegres, aliviadas del sufrimiento. Fue un encuentro en los que las
hermanas, desde su experiencia de sanación, transmiten lo que Jesús ha hecho en
ellas”, explica la hoy monja.
Tiempo después, Amada
de Jesús estudió Magisterio de Educación Especial, donde tuvo la oportunidad de
conocer de cerca el sufrimiento real de aquellas personas con capacidades
diferentes: “Son
chicos que se dejan amar y aman. Todo es amor en ellos”.
Una experiencia muy
dura para nuestra protagonista fue cuando a uno de los chicos con daño cerebral
sufrió un accidente y recibió el alta: “Ahora puede andar y llevar una vida más
o menos normal. Yo
no podía dejar de pensar en cómo había esa persona encajado lo que le había
ocurrido, quién le permitía sanar sus heridas. Para mí, la
respuesta era la respuesta contemplativa”.
De manera progresiva,
el Señor fue enamorando a Amada de Jesús: “Fue cuando fui a hablar con la Madre, para saber si esto era de
verdad o me lo había inventado. Me fue enamorando y solo
puedo vivir para Él. La fecundidad de mi vida es Él”.
Trece años después, asegura que merece la pena:
“El don de la consagración es incomparable. Siento que me quiere muchísimo y
soy amada por Él gratuitamente”, reflexiona.
Por REDACCIÓN
RELIGIÓN
Fuente: COPE