El plan director de restauración de las 152 vidrieras que adornan la Catedral de Segovia avanza al ritmo pausado y minucioso que requiere uno de los proyectos más importantes que el Cabildo ha abordado a lo largo de su historia
Trabajo en una de las vidrieras. Foto: El Adelantado de Segovia |
Desde que en
2009 el Cabildo Catedral decidiera
encargar al vitralista Carlos
Muñoz de Pablos y a sus hijos Pablo y Alfonso desarrollar el
plan director para la restauración de las vidrieras, el trabajo de esta familia
de artesanos y artistas de la confección de vidrieras artísticas se ha
orientado casi de forma exclusiva a dar forma al proyecto más ambicioso que el
cabildo ha emprendido en los últimos años, con una inversión superior al millón
de euros.
El
deán de la Catedral, Ángel
García Rivilla, aseguraba en la presentación del plan director
hace 11 años que el Cabildo no
se marcaba plazos a la hora de desarrollar los trabajos, consciente de que el
valor del tiempo en un proceso de estas características es fundamental para
garantizar el óptimo resultado. De este modo, una década después, se ha
completado un buen porcentaje de la recuperación de las vidrieras, pudiéndose
ver ya en todo su esplendor las de la nave central, el muro occidental, el
crucero sur y la del Evangelio, según
los datos ofrecidos desde el Cabildo.
El
propio devenir del trabajo restaurador ha obligado a reestructurar la organización y
tras realizar un recuento nuevo, los planes a realizar se han redistribuido en
cuatro fases, que una vez concluidas darán por finalizado todo el proyecto.
Así, en la primera fase se abordarán las cuatro triples vidrieras que quedan en la nave de la epístola, para después llevar a cabo en una segunda fase las del crucero norte. Posteriormente, la tercera fase abordaría la restauración de las vidrieras del presbiterio, para concluir con las de la girola y la capilla mayor, en las que están representados los santos segovianos.
Restauración de urgencia
Pero
como en cualquier intervención de envergadura, los problemas surgen, sobre todo
en un patrimonio con un delicado estado de conservación. Así, en enero de este
año, el Cabildo presentó ante la Comisión
Territorial de Patrimonio una solicitud para la
restauración de una de las vidrieras del crucero norte que representa la ‘Asunción de la Virgen’,
pieza realizada por Francisco
Herrranz, entre 1674 y 1689.
La
intervención surge ante la urgencia del estado de la vidriera, en la que los
técnicos detectaron deficiencias en el asentamiento de varios de los paneles
que la forman. Tras obtener el visto bueno de las autoridades regionales, los
trabajos comenzaron a mediados de este mes para consolidar los elementos inestables del
conjunto, reforzando los originales y sustituyendo todos
aquellos que no cumplan su función.
La
restauración comprende también la limpieza de los vidrios, elaboración de
piezas nuevas que se hayan perdido -marcando en cada una de ellas el año de
ejecución, como señal de que se trata de una pieza reintegrada- y emplomado;
así como una protección isotérmica montada sobre bastidor de acero y separada
de la vidriera 3 milímetros para permitir la circulación del aire. En el
montaje final del conjunto, se colocarán las barras chaveteras originales, que
serán restauradas y reforzadas en la fábrica.
Aunque enmarcada en el plan director, la restauración de esta vidriera ha sido la única realizada en los elementos arquitectónicos de la Catedral durante la pandemia, ya que el Cabildo ha aparcado todos los proyectos de restauración a la espera de que el turismo vuelva a llenar las arcas que permitan desarrollar el mantenimiento de su valioso patrimonio. Así, desde esta institución se explica que la intervención en la vidriera “ya estaba prevista, pero se ha adelantado debido a la urgencia de su estado, para evitar daños mayores”.
Un complicado proceso que mezcla ciencia e investigación
El
paso del tiempo ha deteriorado las vidrieras, determinando que hayan llegado
incompletas: se han perdido siete vanos con sus vidrieras completas, 11 con
pérdidas importantes y 31 vidrieras con pérdidas menores. De hecho, al comenzar
la restauración, se detectó que de los 541 metros cuadrados de vidrieras se
había perdido un 32 por ciento, por lo que la restauración comenzó con la planificación
y recopilación documental que permite definir el plan de trabajo.
Así, los criterios de restauración y
conservación son: el conocimiento profundo de la obra
antes de la intervención, la máxima reversibilidad de todas las actuaciones y
que estas no causen deterioro alguno y la mejora en la comprensión de la obra
sin distorsionar su lectura.
Los principales problemas a
los que se han enfrentado en el proceso de restauración son las pérdidas de la
superficie (muchas de ellas se vieron afectadas por el incendio de la torre de
1614), los depósitos de suciedad y las restauraciones de mala calidad que
afectan a las estructuras.
Marcelo Galindo
Fuente: El Adelantado de Segovia