¿Avispas?
Hola, buenos
días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Cada vez que
voy a regar me pasa lo mismo: llego toda decidida a la boca de riego donde está
conectada la manguera y, conforme voy a abrirla, veo sobrevolar varias avispas
alrededor. Esto de los bichillos no es lo mío, me dan miedo y, sobre todo,
respeto, porque no quiero que me piquen.
Se me despierta
la tentación de dejarlo e irme, sin embargo, en ese momento sé que tengo que
armarme de valor e intentar abrirla como sea, con la mano, con el zapato o
intentando espantarlas un poco moviendo la manguera. Después, cuando riego, ya
ni me acuerdo de las avispas, y estoy feliz de poder haber llegado a lo que
quería hacer.
En cierto
sentido me doy cuenta de que esto mismo me pasa muchas veces al día: cada vez
que se me presenta la ocasión para servir, parece que me asaltan las avispas de
mis justificaciones, como invitándome a no entregarme en las cosas más
sencillas.
Otras veces,
cuando tengo que tomar una decisión, me asaltan las avispas del miedo que
parecen querer alejarme de ahí y darme la vuelta sin tomarla.
O cuando llega
la hora de sentarme a estudiar… parece que hay mil avispas rodeando mi silla,
tantas como ideas que se me ocurren de cosas que podría hacer en ese rato de la
tarde… y así podría seguir enumerando un montón de cosas.
Dándole vueltas
a aquello en la oración, el Señor me volvió a recordar lo que desde el
principio me han ido enseñando: que, en muchos casos, en la primera intuición
es donde está el Señor, pero luego somos nosotros los que lo apañamos y le
damos vueltas para intentar “seguir buscado” la voluntad del Señor, aunque más
bien buscamos inconscientemente algo que nos encaje más a nosotros.
Pero también
todos tenemos la experiencia de la felicidad que da el lanzarnos a abrir ese
grifo, el tomar al vuelo esa primera intuición, y, por el fruto que produce en
nosotros y a nuestro alrededor, nos damos cuenta de que Él estaba detrás.
Hoy el reto del
amor es escuchar la primera intuición y llevarla a cabo. Cristo se alegró de
ver que los que le entendían y acogían mejor eran los sencillos, y es que
simplemente se abrían a Él sin darle demasiadas vueltas. Hoy deja todo en Sus
manos, y no dejes que ninguna avispa te impida seguir Su Voz.
VIVE DE CRISTO
¡Feliz día!
Fuente:
Dominicas de Lerma