El sacerdote católico Charles Mbikoyo, quien fue secuestrado y reclutado por un grupo armado cuando era apenas un niño, volverá a su tierra natal para llevar “esperanza a quienes la han perdido”
P. Charles Mbikoyo / Crédito: EWTN News In Depth |
Durante
los últimos siete años, el P. Charles Mbikoyo estudió Filosofía en la
Pontificia Universidad Urbaniana de Roma. Sin embargo, su historia comienza en
lo que hoy es Sudán del Sur, donde ingresó al seminario a los 12 años, en 1988.
Sus estudios
fueron interrumpidos un año después, cuando los rebeldes llamaron a la puerta
en medio de la noche.
“Había una voz
fuerte”, recordó el P. Mbikoyo, ordenando a los seminaristas que “salieran”,
contó al programa EWTN News In Depth.
Conscientes de
la amenaza que representaban los grupos rebeldes cercanos, los seminaristas
dudaron en abrir la puerta. Pero los hombres de afuera advirtieron que “si no
abríamos la puerta, simplemente nos iban a destruir junto con el edificio”.
A regañadientes,
salieron a caminar por donde los rebeldes les ordenaron, para que recogieran
sus pertenencias y se fueran con ellos “para la educación”. El futuro P.
Mbikoyo, junto con otros 40 niños y su rector, fueron capturados.
“Lo primero que
dijeron fue que cualquiera que escape será asesinado a tiros”, recordó.
Durante los
siguientes tres meses, los niños se sometieron a un riguroso entrenamiento
militar.
“Teníamos que
saltar como ranas. Teníamos que aprender a esquivar las balas. Cómo disparar”,
contó el P. Mbikoyo.
“La doctrina
era: 'El arma es mi padre'. Es para todo. Todo lo que quieras conseguir, solo
usa esta pistola”, añadió.
Según el P.
Mbikoyo, él y sus compañeros seminaristas “simplemente se rindieron”.
“Perdimos la
esperanza de regresar a casa. Perdimos la esperanza de volver a la escuela.
Perdimos la esperanza de convertirnos en sacerdotes, que era nuestra intención
inicial”, contó.
Pero el rector
del seminario se negó a ser puesto en libertad e insistió en quedarse con los
chicos.
“Las palabras
del rector solían darme esperanza. Solía hacerme entender que, sí, hay un
Dios que puede protegernos”, dijo el P. Mbikoyo.
Después de
meses de cautiverio, encontró la manera de escapar con otros cuatro niños.
Sobrevivieron a un peligroso viaje que incluyó cruzar dos ríos donde nadaban
animales mortales.
“Cuando
escapamos, fuimos al pueblo llamado Yei”, dijo. Allí reanudó su formación en el
seminario hasta que los rebeldes lo volvieron a amenazar.
“Continuamos
durante un mes, pero luego comenzamos a escuchar sobre los rebeldes que venían
a capturar Yei. Dijimos 'no'. Si nos vuelven a encontrar. . . o nos matarán o
nos llevarán de regreso al frente para luchar”, relató el presbítero.
La Cruz Roja
“nos recogió de regreso a casa”, dijo, y el seminario se trasladó de Rimenze a
Nzara para evitar a los rebeldes. Pero aun así los encontraron y atacaron de
nuevo.
Fue entonces
cuando el P. Mbikoyo abandonó el país y se trasladó a la República
Centroafricana. Después de vivir allí durante tres años, viajó a Uganda para continuar
su educación.
“Estuve tantos
años sin ver a mis padres, alrededor de ocho o nueve años, porque estaba en el
exilio. Temíamos que cuando volviéramos a casa nos pudieran reclutar”,
continuó.
Finalmente fue
ordenado sacerdote en 2007, después de que terminó la Segunda Guerra Civil
Sudanesa.
“Cuando me
convertí en sacerdote, dije: 'Ésta es una verdadera vocación'”, enfatizó.
“Porque, con
todo este sufrimiento, tal vez me hubiera ido del seminario pensando que ese no
era mi llamado. ¿Por qué debería tener todo este tipo de sufrimiento en mi
vida? Me di cuenta de que no, esa es mi vocación”, concluyó.
Después de
terminar sus estudios en Roma, el P. Mbikoyo se está preparando para regresar a
Sudán del Sur.
“Mi país está
en problemas y todo el mundo está traumatizado. Entonces, como sacerdote,
cuando regrese, mi papel es dar esperanza a aquellos que han perdido la
esperanza”, dijo.
Entre otras
cosas, espera usar su experiencia para bien y ayudar a rehabilitar a otros
niños soldados.
“Los alentaré a
abrazar su fe y también a seguir la vocación que cada uno quiera elegir”, dijo,
sea lo que sea.
Traducido y
adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en CNA.
Fuente: ACI
Prensa