Desde el primero hasta el último de sus ocho hijos, la familia de Sonia y Jeff McGarrity es una muestra “del sentido del humor de Dios”, el deseo de santidad y la apertura del matrimonio a la vida.
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Familia Sonia y Jeff McGarrity. Dominio público |
Sonia
y Jeff se conocieron hace 20 años en la ciudad de Washington. Ambos trabajaban en el entorno de la
Iglesia. Se casaron y pronto fueron padres de Thomas y Sean.
Su tercer hijo,
Jeffrey, tendría síndrome de Down. “Había estado entre
niños con necesidades especiales y había en sus familias una suavidad que les
ayudaba a tener una compasión que no veía en otras familias. No pensaba en la
dificultad, tan solo veía compasión, y quería eso para mi familia”, explicó a Catholic News
Agency.
“Para
algunos, noticias así pueden ser devastadoras, pero no lo fue para nosotros”,
afirmó Sonia.
“Quiero
amar tanto como Tú me lo permitas”
Tras
el nacimiento de su cuarto hijo, Brendan, la familia se mudó a Colorado. Allí tuvieron dos abortos espontáneos.
Abiertos a la vida,
retomaron la idea de la adopción al conocer la cantidad de abortos que se
producían por la trisomía del gen 21. “Nadie entiende lo que estas preciosas
almas pueden hacer con su amor incondicional”, explica Sonia. “Se trata de
abrir tu corazón y decir: `Dios, quiero amar tanto como Tú me lo permitas´”.
El sentido del humor de Dios
Preguntó
a una experta “si era una locura ser padre de un niño con síndrome de Down y
querer adoptar a otro niño que padeciese este síndrome. Me respondió que sus
cuatro hijos lo tenían. Supongo que no estoy loca”, pensó. Meses después, en diciembre de 2010, la familia
adoptaba a Cecilia.
“Aquí
es donde entra en juego el sentido del humor de Dios”, cuenta Jeff al explicar
que unos meses después de
que Cecilia llegase a casa, Sonia se enteró de que estaba embarazada de
Augustine, que nació en la Navidad de 2011. Con la adopción de Rose Marie y de
Charlotte, que también tenían la trisomía del gen 21, los McGarrity vieron su
familia completa entre 2015 y 2018.
En
total, tienen 8 hijos, 3
adoptados y 4 con síndrome de Down.
Un día normal con los McGarrity
Un
día normal comienza a las 5:30 de la mañana en la casa de los McGarrity. “Todas
las mañanas, cuando se despierta Jeff, me abraza y me recuerda que sea lo que sea que se nos
presente, podremos enfrentarlo”. Sonia prepara el desayuno y todos menos la
pequeña, Charlotte, se van a la escuela a las 8:30.
Luego
Charlotte recibe terapia en casa y después acompaña a su madre a un banco de
alimentos donde trabaja como voluntaria. Después regresan y prepara la cena
antes de que se vayan a las terapias, deportes y clases de música. La familia termina el día rezando
juntos la Liturgia de las Horas, cantando la antífona de la Virgen y
haciendo el examen de conciencia.
“Lo
más importante, amar a mis hijos”
“Veo
a mis amigos irse con sus maridos los fines de semana y sé que no es una opción
para nosotros”, cuenta Sonia. En su defecto, “diré que siempre tratamos de superarnos el
uno al otro en el servicio mutuo, y eso ha impedido que nos sintamos
saturados”.
“Centrándonos
el uno en el otro en lugar de en uno mismo”, añade Jeff, “hemos podido superar las situaciones difíciles”.
“Nunca
puedo ponerme al día con las tareas”, reconoce Sonia, “pero estoy segura de que
el Señor me dice: `no te pido
que completes toda la lista, solo que hagas lo que debes´”. Para ella, “lo
más importante que tengo que hacer es amar a mis hijos”.
Dispuestos a ampliar su familia
Actualmente,
el matrimonio ayuda a
otros padres que esperan niños con síndrome de Down. Invitan a los futuros
padres a su hogar y hablan sobre los desafíos y alegrías que les esperan.
“Si
eres padre biológico y tienes un diagnóstico prenatal, ven y conoce nuestra familia”,
invita Sonia.
A
día de hoy, Sonia está activa en grupos de Facebook para que las futuras madres
sepan que si tienen un
diagnóstico prenatal y están planteándose el aborto, ella estaría feliz de
criar a su hijo. Explica que su único trabajo es llegar junto a sus hijos
al cielo. “Dios nos ha llamado a difundir la alegría de la adopción de niños
con síndrome de Down”, concluye.
Fuente: ReL