El otro día una amiga nos trajo
un mini-torno para hacer barro. Es tan pequeño, tan pequeño, que bastan las
yemas de los dedos para modelar las piezas. Pasamos un buen rato estrenándolo.
Lo primero que hay que hacer es
formar una bola de barro, fijarla sobre el torno y darle potencia para que
empiece a girar. Es ahí cuando comienza la aventura, pues hay que conseguir
centrarlo antes de empezar a darle forma.
Y aunque parezca fácil y
estuviésemos protegidas con batas y delantales, resultaba una proeza y, hasta
que conseguíamos centrarlo, el torno vibraba y salía el barro disparado,
salpicando en todas las direcciones... ¡cara incluida!
Sin embargo, cuando lo
conseguíamos centrar, el barro giraba al ritmo del torno, con suavidad, con
armonía, y es entonces cuando, con cuidado, puedes empezar a dar forma a la
pieza.
Cuando centras tu vida en Cristo,
todo gira igual, tus circunstancias no cambian, pero sí la manera de vivirlas.
Giras al compás del Amor, y esto marca la diferencia. Porque vivir con tu barro
centrado en Cristo te hace vivir desde otra dimensión: la del Amor.
Y sí, puedes salpicar alguna vez
a alguien, pero también recoger desde el perdón; puedes salpicarte a ti mismo,
pero... saberte tan profundamente amado por Él que este sentimiento se
desvanezca al instante.
Hoy el reto del Amor es que
centres tu día en Cristo. Que ahora, cuando acabes de leer el reto, le des
gracias por el día que te ha regalado, le presentes tu trabajo, las personas
con las que estarás...
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma