Estos días, toda la prensa nos
alerta de un fenómeno cósmico que va a suceder entre hoy y hasta el 24 de este
mes de diciembre: la conjunción de dos planetas, Júpiter y Saturno, que unirán
sus luces en el firmamento, y aparecerá en el cielo, a la puesta del sol, un
lucero muy brillante y bello que nos tendrá a todos absortos y boquiabiertos,
pues esto sucede muy rara vez y en muchos años no se percibe...
Dicen los que hacen conjeturas
que es la misma “estrella de los Magos”, la que ellos siguieron y les condujo a
Belén, a los pies del Niño-Dios… Los astrónomos no se pronuncian respecto a
esto, pues aquí entra la creencia y la fe...
Sé que esta noticia a algunos nos
tiene “entusiasmados”… ¡Que podamos contemplar algo único es muy bonito y
espectacular!…
Y, en la oración de la tarde,
después de haber despedido al sol en un atardecer rojizo y muy bello, típico
del invierno, me parecía que el Señor me decía:
Y meditaba en estos días que se
acercan, en que celebramos el Nacimiento de nuestro Dios en nuestra misma
carne... ¡Este sí que es “el Sol que nace de lo alto”, Cristo el Señor!... ¡Él
es la verdadera Luz! : “Yo soy la luz del mundo”… Pero Dios, no se quedó tan
solo en alumbrar todo lo que había hecho, sino que lo ha salvado con su Amor y
su Sabiduría omnipotente…
El mensaje de la Navidad es que
Dios ha venido a restaurar la obra de sus manos...
Jesús, con su nacimiento, ha sido
el Único que “ha hecho nuevas todas las cosas”… ¡Y por esto le damos infinitas
gracias!... ¡Es lo que más le gusta a Dios: que seamos agradecidos con Él!…
Hoy el reto del amor es que,
cuando contemples “la estrella de Belén”, eleves tu corazón a Dios por tanta
belleza y le des gracias por Jesús, la luz que más brilla en nuestro corazón y
en nuestra vida…
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma