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| Refugiados de Etiopía |
El 14 de noviembre es una fecha especial
para la Compañía de Jesús ya que marca el día en el que el padre Pedro Arrupe
SJ fundó el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS por sus siglas en
inglés) en 1980.
40 años después este proyecto continúa
promoviendo su ministerio de acompañar a nuestros hermanos refugiados de todo
el mundo.
La carta de Francisco
Para
celebrar este aniversario, el Papa Francisco envió una carta al Reverendo
Thomas H. Smolich SJ, Director Internacional del Servicio Jesuita a Refugiados,
en la que felicita por su labor al Centro Astalli en Roma y expresa su gratitud
con todo el personal y voluntarios del JRS que están presente en tantos países.
"Mis
pensamientos van especialmente dirigidos a tantos hombres, mujeres y niños que
se dirigen al JRS para buscar refugio y asistencia. Sepan que el Papa está
cerca de ellos y de sus familias y que los recuerda en sus oraciones", escribe Francisco
haciendo hincapié en que continúa rezando por esta labor misionera, mientras el
impulso jesuita se renueva y se compromete cada vez más, poniéndose al
servicio de las diversas necesidades de los refugiados y desplazados:
“Rezo para que todos ustedes
sean capaces de extraer el estímulo, la sabiduría de la visión y el ejemplo de
su fundador. Frente a los sufrimientos de los que huyeron de su tierra en busca
de salvación por la guerra de Vietnam, el padre Arrupe convirtió su
consternación en una atención profundamente práctica para su bienestar físico,
psicológico y espiritual. Este deseo íntimamente cristiano e ignaciano de cuidar
el bienestar de todos aquellos que se encuentran en un estado de profunda
desesperación ha inspirado y guiado el trabajo del JRS en estos 40 años, desde
sus inicios con los «Boat People» (refugiados que huían en botes después de la
guerra de Vietnam a principios de la década de 1980), hasta el día de hoy, con
la pandemia del coronavirus que ha dejado claro que toda la familia humana está
«en la misma barca», enfrentando desafíos económicos y sociales sin
precedentes”
Asimismo,
en su carta, el Santo Padre afirma que demasiadas personas en el mundo actual
se ven obligadas a migrar, "a aferrarse a las embarcaciones precarias y
gomones en un intento de buscar refugio de los virus de la injusticia, la
violencia y la guerra".
Es por
ello que el Pontífice recuerda, que a la luz de estas graves desigualdades, el
JRS tiene un papel crucial para hacer conocer y sensibilizar a la opinión
pública sobre la realidad de los refugiados y los desplazados:
“Su tarea vital es extender
la mano de la amistad a los que están solos, separados de sus familias, o
abandonados, acompañándolos y ampliando sus voces, y sobre todo asegurando que
tengan la oportunidad de crecer a través de su educación y desarrollo. Su
testimonio del amor de Dios en el servicio a los refugiados y migrantes es
también fundamental para construir una cultura del encuentro que es la única
que sienta las bases de una solidaridad genuina y duradera para el bien de la
familia humana”
Finalmente,
el Papa asegura que mirando al futuro, confía en que ningún contratiempo o
desafío, personal o institucional, podrá distraer o desanimar la respuesta
generosa del JRS, "al urgente llamado a promover la cultura de la cercanía
y del encuentro a través de la firme defensa de los derechos de quienes ustedes
acompañan cada día".
“Con estos sentimientos,
renuevo mis más profundas felicitaciones por su trabajo, y les pido que me
recuerden en sus oraciones. Confío a todos aquellos vinculados al apostolado
del JRS, a la amorosa intercesión de María, Madre de la Esperanza y Consuelo de
los Migrantes, y con gusto les imparto mi bendición apostólica como una promesa
de alegría y paz en Cristo Nuestro Señor”
El Centro
Astalli agradece las palabras del Papa
Por su
parte, el Centro Astalli ha agradecido las palabras del Santo Padre Francisco a
través de un comunicado publicado por su presidente, el padre Camillo
Ripamonti, SJ:
"El Santo Padre
nos llama una vez más a nuestras responsabilidades, a nuestra humanidad. La
pandemia no debe distraernos de esto. La última de las víctimas de nuestra
indiferencia es un niño de seis meses. Opongámonos a la lógica de Caín y exijamos
a quienes desempeñan funciones institucionales que estén a la altura de la
tarea que se les ha encomendado: garantizar el respeto de la dignidad y los
derechos de todos los seres humanos", expresa el padre Ripamonti.
"Dejar
morir, sin hacer nada, a quienes intentan alcanzar un lugar seguro en el mundo,
es el fruto amargo de la lógica de la indiferencia y la cultura del descarte de
la que nos advierte el Papa Francisco. Que los hombres y mujeres de todas las
creencias reaccionen y detengan la carnicería".
El sacerdote
jesuita concluye indicando que celebrar 40 años, "es renovar nuestro
compromiso diario al lado de los refugiados con la conciencia de que estamos al
lado de los justos".
Sofía Lobos - Ciudad del Vaticano
Vatican News
