Cada 2 de noviembre la Iglesia recuerda con mucho cariño a los fieles difuntos y por ello te recomendamos estas oraciones por las almas de tus familiares que ya partieron a la Casa del Padre.
Por un niño
Señor,
tú que conoces nuestra profunda tristeza por la muerte del (de la) niño(a) N.,
concede a quienes acatamos con dolor tu voluntad de llevártelo(a), el consuelo
de creer que vive eternamente contigo en la gloria. Por Jesucristo nuestro
Señor. Amén.
Concede,
Señor, la felicidad de la gloria eterna a tu siervo(a) N. a quien has llamado
de este mundo cuando el vigor de la juventud embellecía su vida corporal;
muestra para con él (ella) tu misericordia y acógelo(a) entre tus santos en el
canto eterno de tu alabanza. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Por los padres y abuelos
¡Oh
Dios! Nos mandaste honrar padre y madre. Por tu misericordia, ten piedad de mi padre
(madre) y no recuerdes sus pecados. Que yo pueda verlo (la) de nuevo en el gozo
de eterno fulgor. Te lo pido por Cristo nuestro Señor. Amén.
Escucha, Señor, las súplicas de tu pueblo unidas a las lágrimas de dolor que sentimos por la muerte inesperada de nuestro(a) hermano(a) N., y haz que alcance tu misericordia y goce para siempre de la luz de aquella patria en que no hay más sufrimiento ni muerte. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
La costumbre de
visitar los cementerios el día de difuntos es una buena oportunidad para orar
por ellos y afirmar nuestra fe en la resurrección. Proponemos para esta ocasión
la siguiente celebración.
A/. En el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. T/. Amén.
A/. Bendigamos
al Señor que, por la resurrección de su Hijo, nos ha hecho nacer a una
esperanza viva. T/. Bendito seas por siempre, Señor.
A/. Hermanos:
Todos tenemos familiares y amigos que han muerto. Hoy los recordamos a ellos y
a todos los que han fallecido y los encomendamos a la misericordia de Dios. En
este cementerio nos unimos para afirmar nuestra fe en Cristo que ha vencido la
muerte y nuestra esperanza de que él vencerá también nuestra muerte y nos
reunirá con nuestros seres queridos en su reino de gloria. Que esta celebración
nos anime a ser fieles al Señor y a seguir los buenos ejemplos que nuestros
familiares nos dejaron en su vida. Comencemos reconociendo nuestros pecados
ante el Señor (momentos de silencio).
- Tú que resucitaste a Lázaro del sepulcro, SEÑOR,
TEN PIEDAD.
- Tú que has vencido la muerte y has resucitado,
CRISTO, TEN PIEDAD.
- Tú que nos has prometido una vida eterna contigo,
SEÑOR, TEN PIEDAD.
A/. El Señor
todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos
lleve a la vida eterna. T/: Amén.
L/. Lectura de
la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (6, 3-4. 8-9).
“Hermanos: Los
que por el bautismo nos incorporamos a Cristo, fuimos incorporados a su muerte.
Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte para que, así como Cristo
fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros
andemos en una vida nueva... Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que
también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre
los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él”. Palabra
de Dios. T/. Te alabamos, Señor.
A/. Hermanos:
Invoquemos con fe a Dios Padre todopoderoso que resucitó de entre los muertos a
su Hijo Jesucristo para la salvación de todos.
- Para que afiance al pueblo cristiano en la fe, la
esperanza y el amor, roguemos al Señor. Todos: TE LO
PEDIMOS, SEÑOR.
- Para que libere al mundo entero de todas sus
injusticias, violencias y signos de muerte, roguemos al Señor.
- Para que acoja e ilumine con la claridad de su
rostro a todos los que han muerto en la esperanza de la resurrección,
roguemos al Señor.
- Para que reciba en su reino a N. y N. (se pueden
decir nombres) y a todos los difuntos de nuestras familias, roguemos al
Señor.
- Para que nuestra visita y nuestras ofrendas de
flores, velas y comida sean signos de nuestra fe en la vida más allá de la
muerte, roguemos al Señor.
- Para que la fe en Cristo mueva nuestros corazones
para dar frutos de solidaridad y de justicia, roguemos al Señor.
A/. Oremos,
hermanos, como Jesús mismo nos enseñó.
T/. Padre
nuestro... Dios te salve María... Gloria al Padre...
A/. El Dios de
todo consuelo, que con amor inefable creó al hombre y en la resurrección de su
Hijo ha dado a los creyentes la esperanza de resucitar, derrame sobre nosotros
su bendición. T/. Amén.
A/. Él nos
conceda el perdón de nuestras culpas a los que vivimos en este mundo y otorgue
a los que han muerto el lugar de la luz y de la paz. T/. Amén.
A/. Y a todos
nos conceda vivir eternamente felices con Cristo, al que proclamamos resucitado
de entre los muertos. T/. Amén.
A/. Y la
bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre
nosotros y nos acompañe siempre. T/. Amén.
A/. Dales,
Señor, el descanso eterno T/. Y brille para ellos la luz perpetua.
A/. Que las
almas de todos los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en
paz. T/. Amén.
Fuente: ACI