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Imagen referencial. Créditos: Pixabay |
“Los
milagros nos muestran la grandeza de Dios y su poder, y llenan nuestro corazón
de esperanza, porque para Dios no hay nada imposible”, señaló.
El
Prelado resaltó que existen clases de milagros, que se separan en morales,
“donde Dios actúa cambiando el corazón de una persona que está disponible a
ello”; y en físicos, “cuando se produce una curación física, que la ciencia no
puede explicar”.
Además, indicó que para beatificar o
canonizar a alguien, es necesario que el postulador presente “pruebas de las
virtudes heroicas del Siervo de Dios” y se valide un milagro por intercesión de
la persona.
“Al
trabajo de los hombres, se pide que el dedo de Dios certifique la santidad del
que ha de ser beatificado o canonizado”, agregó.
El
Prelado señaló que en la investigación de una causa de santidad intervienen
“testigos directos, médicos, expertos”, hasta profesionales de la salud ateos,
entre los que se hace una valoración de los hechos extraordinarios, “donde
concluyen que tal hecho no es explicable por la ciencia”.
Mons.
Fernández indicó que los consultores teólogos deben “demostrar que el hecho
extraordinario se ha realizado invocando al que va a ser beatificado o
canonizado. Y no vale pedirlo a varios a la vez, porque invalida esta demostración”.
“Llegados
a estas conclusiones, los Padres de la Congregación presentan al Papa el hecho calificándolo de milagro, y el Papa decide”, agregó.
El
Prelado señaló que ha “visto varios milagros realizados en nuestros días”, y
que estos acontecimientos sobrenaturales “no son sólo hechos maravillosos de la
Edad Media”.
Asimismo,
resaltó que los santos y beatos son “hermanos nuestros que han vivido el camino
hacia el Cielo con las mismas dificultades que nosotros, ayudados por la gracia
de Dios”.
“Ellos nos hacen entender que nuestra
vocación es la santidad, que la santidad está a nuestro alcance con la gracia
de Dios”, agregó.
Mons. Fernández resaltó que los santos son
modelos que nos ayudan a seguir el camino de la santidad e intercesores que nos
“ayudan desde el cielo en el camino de la vida” e indicó que la Iglesia
recomienda tener un trato con los santos, “conocer sus vidas y sus virtudes,
seguir sus enseñanzas”, acudir a su ayuda, no solamente para pedir milagros
“sino para que nos ayuden en la vida cotidiana, en la misión que Dios nos ha
confiado”.
Finalmente, señaló que la Iglesia es una
familia, y los santos son como hermanos mayores, que “han recorrido con éxito
el camino de la vida y quieren ayudarnos a los que todavía peregrinamos hacia
el cielo”.
“Los santos son el mejor certificado de que
Dios existe, de que la Iglesia genera santos. Los santos son una prueba de que
la Iglesia es santa”, concluyó.