En la iglesia, como en el resto del convento, hay puestas
luminarias. Son pequeños fluorescentes que, cuando hay un apagón de luz, se encienden
y se puede ver para poder caminar y llegar al cuadro de luces o adonde
necesites. En la iglesia, en la parte de atrás, hay dos, pero, desde el último
apagón, uno de ellos se ha quedado encendido.
Todos los días, cuando lo veo, pienso que un cable está
haciendo contacto, y qué pena, porque tendría que estar apagado...
Sin embargo, ayer entré en la iglesia por la noche, a oscuras, y mi sorpresa fue que esa luminaria me iluminó no solo a mí, sino a todo el que entra en la iglesia. Es como si esa luz estuviera puesta para dar la bienvenida a todo el que llega.
Es verdad que estamos viviendo momentos muy complicados y difíciles: cambios de normativas, hay que reestructurar muchas cosas, cancelar o posponer otras...
Pero, en medio de todo esto está la luz para alumbrarnos,
que es Cristo. Él está con nosotros; esta situación no es ajena a Él, Él está
viviéndola con nosotros. Y por ello, no podemos perder la esperanza, tenemos
que luchar: nuestra Fe es la que nos tiene que iluminar nuestro día a día para
poder ver que, esta situación de Covid, no debe quitarnos la vida, sino que,
como cristianos, nos ayude ahora más que nunca a dar vida.
No podemos echar un paso atrás, sino dar un paso adelante y
llevar esperanza, alegría, ilusión, allí donde estamos, porque no estamos
solos, Dios está con nosotros. Y, donde vemos un cortocircuito, si damos la
mano a Dios, mañana veremos una luz para caminar. Porque está en tu mano y en
la mía decidir cómo vivir esta situación; ahora es el momento de poner en vida
nuestra Fe, y dejar que sea el amor el que lo llene todo.
Hoy el reto del amor es dar luz a dos personas. Dales una
palabra de esperanza, escúchalas un rato, acércales algo que necesiten.
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma