
Este primer
miércoles de octubre el Papa Francisco reanudó su catequesis sobre la oración,
tras haber reflexionado durante las últimas semanas acerca de cómo curar el
mundo tras la pandemia. Ante la presencia de numerosos fieles y peregrinos
procedentes de diversos países esta Audiencia general tuvo lugar en el Aula
Pablo VI de la Ciudad del Vaticano, teniendo en cuenta el tiempo otoñal.
Interesante figura del profeta
El Santo
Padre comenzó su reflexión en lengua italiana proponiendo al profeta Elías, uno
de los personajes más interesantes de la Sagrada Escritura, que “va más allá de
los confines de su época” y en el que es posible “vislumbrar su presencia
también en algunos episodios del Evangelio”. De hecho, recordó que Elías
aparece junto a Jesús y Moisés, en el momento de la Transfiguración y que el
mismo Señor “se refiere a su figura para acreditar el testimonio de Juan
Bautista”.
En una brisa suave
La Audiencia
comenzó con la lectura Bíblica tomada del primer libro de los Reyes en el que
se relata que el Señor no estaba en el viento, ni en el terremoto, ni en el
fuego, sino en el murmullo de una suave brisa, tal como lo percibió Elías en la
entrada de una cueva. Y el Papa afirmó que, tal como lo cuenta la Biblia,
“Elías aparece de repente”, y “de forma misteriosa, procedente de un pequeño
pueblo completamente marginal”, después de lo cual “saldrá de escena, bajo los
ojos del discípulo Eliseo, en un carro de fuego que lo sube al cielo”.
Elías es hombre de Dios
Francisco
destacó asimismo que la Escritura nos presenta a Elías “como un hombre de fe
cristalina” y que durante toda su vida fue recto e incapaz de acuerdos
mezquinos. A la vez que fue el primero en ser sometido a dura prueba,
permaneciendo fiel. De manera que Elías: es el ejemplo de todas las personas de
fe que conocen tentaciones y sufrimientos, pero no fallan al ideal por el que
nacieron”.
“La oración es la savia que alimenta constantemente su
existencia. Por esto es uno de los personajes más queridos por la tradición
monástica, tanto que algunos lo han elegido padre espiritual de la vida
consagrada a Dios. Elías es el hombre de Dios, que se erige como defensor del
primado del Altísimo. Sin embargo, él también se ve obligado a lidiar con sus
propias fragilidades”
Por otra
parte, el Santo Padre dijo que en la oración siempre se suceden momentos de
entusiasmo y otros de dolor. Esta realidad de que la oración es así y se
encuentra en muchas otras vocaciones bíblicas, al igual que en el Nuevo
Testamento.
Elías hombre de vida contemplativa y activa
Elías es el
hombre de vida contemplativa y, al mismo tiempo, de vida activa, preocupado por
los acontecimientos de su época, capaz de arremeter contra el rey y la reina,
después de que habían hecho asesinar a Nabot para apoderarse de su viña. Y
manifestó la necesidad de cristianos con celo que actúen con el valor de Elías
ante los líderes.
“Tenemos necesidad del espíritu de Elías”
No debe existir dicotomía en la vida de quien reza
“Así – dijo
el Papa – nos muestra que no debe existir dicotomía en la vida de quien reza:
se está delante del Señor y se va al encuentro de los hermanos a los que Él
envía. La prueba de la oración es el amor concreto por el prójimo. Y viceversa:
los creyentes actúan en el mundo después de estar primero en silencio y haber
rezado; de lo contrario su acción es impulsiva, carece de discernimiento, es
una carrera frenética sin meta”.
“La oración no es estar ante el Señor para maquillarse
el alma, sino para servir a los hermanos”
La fe de Elías
Francisco
explicó que las páginas de la Biblia dejan suponer que también la fe de Elías
conoció un progreso y fue creciendo en la oración, refinándola poco a poco. De
este modo el rostro de Dios se fue haciendo más nítido para él durante su
camino. “Hasta alcanzar su culmen en esa experiencia extraordinaria, cuando
Dios se manifiesta a Elías en el monte Horeb”.
Experiencia extraordinaria de Dios
“Se manifiesta no en la tormenta impetuosa, no en el
terremoto o en el fuego devorador, sino en el `susurro de una brisa suave’. O
con una traducción mejor `en un hilo de silencio sonoro’”
Hablando en
nuestro idioma Francisco reafirmó que Elías era un contemplativo, pero sin
desentenderse de las situaciones concretas de su tiempo. Él nos enseña que en
la vida de oración no puede existir separación: el fruto de la intimidad con el
Señor en la oración no puede ser otro que el amor concreto a los hermanos y
hermanas, a los que Jesús nos envía”.
La oración y la caridad van de la mano
“La vivencia
de Elías – dijo el Papa – nos revela que la oración pasa por un camino de
crecimiento, que a él lo condujo a la experiencia de un encuentro personal con
Dios, que se le manifestó en el signo humilde del ‘murmullo de una brisa
suave’, y le devolvió la calma y la paz a su corazón cansado”.
“Esta es la historia de Elías, pero parece escrita
para todos nosotros. Algunas noches podremos sentirnos inútiles y solos. Es
entonces cuando la oración vendrá y llamará a la puerta de nuestro corazón”
Saludos del Papa
A los fieles
de lengua árabe el Santo Padre les indicó la importancia de rezar el Rosario,
arma que protege. A los polacos Francisco les recordó que Elías también fue un
profeta fugitivo que había perdido la paz. Sin embargo, “Dios viene al
encuentro de un hombre cansado, un hombre que pensaba haber fracasado en todos
los frentes”. Refiriéndose a la celebración de Nuestra Señora del Rosario, les
habló de la importancia de rezar la corona, destacando, además, los misterios
luminosos que añadió a esta oración su compatriota, San Juan Pablo II.
Intercesión de Nuestra Señora del Rosario
Antes de
impartir su Bendición Apostólica, al saludar cordialmente en nuestra lengua, el
Papa manifestó un deseo a los peregrinos presentes en esta Audiencia, a saber:
“Por intercesión de Nuestra Señora del Rosario, el
Señor nos conceda crecer en nuestro camino de oración, para vivir en intimidad
con Él, y haga que, en medio de este tiempo de pandemia, nuestra vida sea un
servicio amoroso a todos nuestros hermanos y hermanas, en especial a quienes se
sienten abandonados y desprotegidos”
La Audiencia general concluyó con el rezo del Padrenuestro
y la Bendición Apostólica del Santo Padre, tras haber saludado a los fieles
italianos, recordando a los jóvenes, enfermos, ancianos y recién casados.